Por Andrés Tovar
21/11/2016
Los gobiernos del mundo gastan $486 mil millones al año para subsidiar un modelo de alimentación y la agricultura industrial que, estima Naciones Unidas, contribuye entre un 43 a un 57% en el total de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de origen humano. Con ese panorama, los grupos ecológicamente conscientes han visto la necesidad de dejar de subvencionar las prácticas agrícolas que contribuyen al calentamiento global y empezar a subvencionar las prácticas de alimentación, ganadería y uso de la tierra que restauren la capacidad del suelo.
En diferentes estudios, los científicos especializados en el área han manifestado que incluso si logramos cero emisiones mañana, el planeta seguiría calentándose por otros mil años. Nuestra mejor esperanza para evitar una clima de desastres, restaurar la salud pública y revitalizar las economías rurales debe incluir un plan que no sólo alcance cero emisiones, sino que también utilice las miles de millones de toneladas de carbono en exceso que ya están en la atmósfera y regresarlas al suelo.
Ese plan existe: La agricultura regenerativa.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y el Banco Mundial acuñaron el término «agricultura climáticamente inteligente» en la Conferencia de La Haya de 2010 sobre la seguridad alimentaria, la agricultura y el cambio climático. La FAO flotaba en el concepto de «triple ganancia» para un tipo de agricultura que podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ayudar a los cultivos a adaptarse a las condiciones cambiantes del clima y aumentar los rendimientos.
[aesop_quote type=»block» background=»#ffffff» text=»#000000″ width=»content» height=»auto » align=»center» size=»2″ quote=»La regeneración es importante en un contexto en el que el cambio climático cada vez genera una mayor degradación del suelo» parallax=»off» direction=»left» revealfx=»off»]
En la actualidad, cada vez más y por distintas razones los agricultores son testigos de la degradación del suelo, la sequía y también las plagas, de lo cual normalmente se acusa al cambio climático, o a los impactos de otras actividades económicas. La agricultura regenerativa busca luchar contra las enfermedades que afectan a los cultivos y contra otros procesos que degradan el suelo donde esta actividad se realiza. Empresas y organizaciones sin fines de lucro están impulsando este tipo de prácticas en todo el mundo.
El surgimiento de las empresas B (B Corporation) que son las que utilizan el poder del mercado para impulsar soluciones concretas a problemas sociales y ambientales, está impulsando la agricultura regenerativa. Las poco más de 1000 empresas B que existen en el mundo, trabajan bajo altos estándares sociales, ambientales y de transparencia y cuando toman decisiones tienen en cuenta los intereses de sus trabajadores, proveedores, clientes y de la comunidad donde se desenvuelven. Para estas empresas, el éxito, más allá de los resultados financieros, consiste en tener impacto positivo en la sociedad y en el entorno donde se desenvuelven de forma medible y escalable.
La semana pasada, por ejemplo, en EE.UU se reunieron varios líderes de la industria para profundizar en la agricultura regenerativa. El portal NewHope.com da cuenta de esta reunión donde, en el país con mayor emisión de CO2 en el mundo, no son pocas las organizaciones agrícolas comprometidas. «El suelo es el mayor sumidero de carbono de la tierra, es decir donde podemos poner este exceso de carbono (…) la agricultura regenerativa es una estrategia importante. Si utilizamos estos métodos regenerativos orgánicos, dentro de cinco a 10 años podríamos reducir notablemente las emisiones en la atmósfera» abogaron varios ponentes.
Como ellas, otras empresas y organizaciones sin fines de lucro, cada vez más están apoyando los esfuerzos por regenerar la tierra de la que depende la vida de millones de personas.
Así, mientras los políticos se ponen de acuerdo para establecer compromisos concretos de reducción de emisiones, los agricultores no pueden solo ser espectadores de lo que pasa. Necesitan las abejas que cada vez hay menos porque ayudan a la polinización y porque su miel puede ser una fuente de ingresos importantes, pero también necesitan tener mejores prácticas de uso del agua que requieren para sus cultivos, así como de buenos fertilizantes naturales.
Ojalá que esta tendencia tenga éxito por el bien del planeta.