Varias mujeres marroquíes en situación irregular sufrieron agresiones sexuales mientras trabajaban en fincas agrícolas entre Torre-Pacheco y La Palma, en Murcia, España. Un hombre les conseguía el empleo sin garantías, papeles y sin ningún tipo de contrato a cambio de relaciones sexuales. Esta era su forma de actuar para explotarlas laboral y sexualmente.
El sindicato Comisiones Obreras (CCOO) de Murcia alertó a la Guardia Civi, que abrió una investigación que permitió la detención Mimoune Z., de 58 años de edad. Lo encontraron en el lugar de la finca donde presuntamente llevaba a las víctimas para abusar de ellas.
«Si no se acostaban con el intermediario, no trabajaban. Llegó, en algunos casos, a forzarlas físicamente», indicó CCOO de Murcia.
El relato común entre las víctimas era que todas se habían trasladado a Murcia, desde otras provincias, en busca de empleo. Allí contactaron con personas que reclutaban mano de obra agrícola y así fue como desafortunadamente se toparon con el encargado. La mayoría de las mujeres agredidas no conocen el idioma y carecen de recursos económicos y permisos de trabajo. Las autoridades creen que el hombre se aprovechó de esta situación para someterlas y amenazarlas de que perderían su empleo y las deportarían si lo denunciaban.
El acusado pasó a disposición judicial el 27 de septiembre como presunto autor de los delitos de abuso, agresión sexual y acoso contra el derecho de los trabajadores.
Operación Yawari
«Yawari» era una forma llamar a las esclavas domésticas (sexuales, aunque no de forma exclusiva) de la alta sociedad en la época del califato andalusí y con el cual se ha denominado la operación que la Guardia Civil mantiene en vigor para descubrir y castigar abusos o agresiones que no denuncian sobre todo por miedo de las víctimas. El descubrimiento de los abusos de Mimoune Z. a puesto otra vez sobre la mesa la discusión sobre las condiciones laborales que deben soportar numerosos inmigrantes en ciertas empresas del sector agrícola de Murcia. Muchas de las que incluyen el abuso sexual.
Parte de la información que recabó la CCOO de Murcia en conjunto con la Guardia Civil indica que este hombre, su agresor, era el único contacto que ellas tenían con el mundo. A él, también marroquí y a quien se le atribuyen al menos 20 agresiones, acudían si necesitaban empleo o simplemente si necesitaban comunicarse con su familia.
De acuerdo con lo que cuentan las víctimas, el hombre les pagaba 20 euros por cada día de trabajo. De ese monto les descontaba 7, lo que equivalía al pago del transporte. Trabajaban por 13 euros al día, un monto que contrasta severamente con los 55 euros o más que corresponden a un jornal en el campo.
Los abusos de Mimoune Z. no solo se limitaban a las horas que las mujeres pasaban trabajando. A través de WhatsApp también les enviaba videos pornográficos, mensajes de voz y escritos en los que presuntamente les exigía que cumplieran sus demandas sexuales.
Estas jornaleras se encontraban completamente al margen. Nunca tuvieron contacto directo con los propietarios de las fincas, todo fue a través del intermediario. Su presunto agresor se convirtió en el único medio que tenían para poder trabajar.
Exigencias para proteger a las trabajadoras
El secretario general de CCOO de Murcia, Santiago Navarro, denunció que debido a «la mala praxis» de ciertas empresas de trabajo temporal algunas trabajadoras deben enfrentar condiciones que son impensables «dentro de la legalidad laboral española». Trabajar sin contrato, suplantación de identidad para evitar que las localicen durante una inspección de trabajo y pago de sueldos «miserables» son parte de las irregularidades que afrontan.
La Federación de Industrias de la CCOO también exigió que las empresas agrarias asumieran su parte de la responsabilidad, pues deben ser vigilantes de las relaciones laborales de su actividad económica.
El área de Mujer del sindicato también hizo su parte a través de un llamado a entidades sociales, colectivos ONG y ayuntamientos de comunidades y zonas cercanas. Quieren que haya «protección» frente a una «situación de emergencia» para estas mujeres.
Las organizaciones aseguran que el desagradable y vergonzoso hecho no es puntual, sino recurrente. Esperan que el caso llene de valor a otras posibles víctimas que pudieran estar atravesando la misma situación para que se animen a denunciar. Esperan que den el paso, pues aseguran que estarán allí para auxiliarlas.
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