Por Iñigo Aduriz Foto: Ángel Santamaría
08/07/2017
ENTREVISTA | STEFANO SANNINO. Embajador de Italia en España
No es un embajador al uso. Stefano Sannino (Portici, Nápoles, 1959) está empeñado en salir de la impresionante sede diplomática de Italia en Madrid en la que vive con su marido –un palacio de estilo barroco en pleno barrio de Salamanca- para empaparse de la vitalidad de la ciudad con el objetivo de ayudar a los jóvenes creadores italianos instalados en España y promocionar los productos de su nación. Pone en valor el entendimiento entre ambos países y siempre trata de dar un enfoque social y medioambiental a todo lo que hace. El diplomático atiende a Cambio16 en la sede del Ayuntamiento de Madrid, institución con la que trabaja codo con codo en diversos proyectos.
Su embajada ha hecho una apuesta clara por los creadores italianos y su papel en España. ¿Cuáles son los valores añadidos que pueden aportar estas personas tanto a la economía italiana como a la española?
En realidad es una apuesta clara por los jóvenes porque queríamos salir un poco de las grandes empresas. Hay una sociedad muy viva y activa. Son muchos los jóvenes italianos perfectamente integrados que mantienen su esencia pero que interactúan con la sociedad española. Y hemos empezado por un sector, el del diseño, que nos parece el más horizontal posible porque, al final, lo entendemos como un lenguaje que pasa por todos los ámbitos de la vida y de la actividad productiva. Hemos descubierto una cantidad de jóvenes que acababan de empezar su trayectoria y les hemos tratado de dar valor a través de Passione Italia –feria que se celebra en Madrid a principios de junio– y otras iniciativas. Estos creadores tienen en cuenta la forma en la que hacen sus productos, mirando el medioambiente y con un impacto social positivo.
¿Por qué eligen España para presentar estas iniciativas?
Mi trabajo es descubrir y poner en valor los aspectos más novedosos de mi país. Las grandes empresas lo tienen todo –estudios de abogados y capacidad financiera– pero estos creadores acaban de empezar. Las personas jóvenes necesitan un mayor respaldo institucional para desarrollar sus proyectos y nosotros podemos y debemos dárselo. No debemos quedarnos en nuestros despachos sino salir a la ciudad. Hay una relación muy importante entre los españoles y los italianos al nivel de la sociedad civil. Al margen del intercambio económico o las inversiones, lo que más me llama la atención es que, en el caso de las becas Erasmus que concede la Unión Europea, el primer destino para los estudiantes italianos es España y viceversa. Esto genera una gran fuerza porque aunque algunos regresan a sus países muchos otros se quedan y se integran perfectamente.
Al margen de la gastronomía y la moda, que son los sectores italianos más conocidos en España, ¿qué otros ámbitos nos quedan por descubrir?
Esos son los clásicos. Lo que nos gustaría es que, a través de esos sectores, se pudieran conocer también otras cosas. Por ejemplo, Italia es muy fuerte en el sector farmacéutico y en todo lo que es investigación sanitaria. Aquí intentamos crear conexiones y vínculos en distintos sectores y, afortunadamente, el tejido productivo y de servicios italiano es muy importante y variopinto. Lo más importante es crear puentes entre las dos sociedades (la española y la italiana). Ambas tienen mercados maduros que disponen de una fuerza enorme porque les caracteriza un poder adquisitivo muy grande. Y las dos sociedades se hablan de manera muy natural y eso supone una gran fuerza. Si todo ello se pone en el contexto europeo, dos sociedades que encajan bien pueden tener también un impacto en las políticas de la UE.
Por el momento, las iniciativas las han puesto en marcha en Madrid.
Estoy viajando por todo el país intentando visitar todas las ciudades y comunidades para poder poner a trabajar las realidades territoriales españolas con las italianas.
Usted habla de la sostenibilidad como valor añadido. Pero existe una corriente, encabezada por Donald Trump, que ve incompatibles el crecimiento económico y el respeto al medioambiente.
Cada uno tiene sus ideas. Yo personalmente pienso que nuestras sociedades son mucho más conscientes de los desafíos que tenemos y, normalmente, todo lo que tiene que ver con el compromiso social o medioambiental ayuda a vender más y mejor. Se pueden hacer batallas diciendo que se quiere volver al pasado o se puede aceptar el desafío del futuro. Por ejemplo, en el ámbito del márketing, cuando hay un elemento de responsabilidad se vende más porque la gente pone más atención en que no haya dumping social, que no se produzca un daño medioambiental, y se sepa cuánto se da a la sociedad. Mucha gente está dispuesta a pagar más o lo mismo por productos o servicios que se preocupan por todos esos elementos. Estoy muy contento de que en Europa se mantenga este enfoque.
En un contexto global, ¿en qué sectores podrían ir de la mano Italia y España?
En muchísimos. Existen similitudes y complementariedad. Hay un elemento muy fuerte que es el cultural en el sentido más amplio. Tenemos una misma forma de vivir y de mirar a la sociedad. En España no siento ninguna diferencia de mi vida en Italia. Al mismo tiempo, tenemos cosas que nos distinguen y eso es lo más interesante. Se pueden hacer muchas cosas. Es cierto que tenemos numerosos productos similares como el vino o el aceite.
Existe una fuerte competencia en esos sectores.
Hay competencia y no está mal. Ayuda a mejorar las cosas y permite tener precios más asequibles. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, en el sector de los billetes de avión, que la competencia obliga a mirar al resto y a adaptarse al mercado. En todo caso, entre Italia y España hay complementariedades. Explotar todo lo relacionado con la dieta mediterránea podría permitirnos hacer muchas más cosas en mercados lejanos que no están acostumbrados a nuestros productos pero que acabarán comprándolos.
Me hablaba de intercambio de estudiantes. ¿Y respecto al turismo, ambos países pueden ir de la mano?
Mucho más. Porque cuando llegan turistas de Asia o de América y hacen muchas horas de avión para venir, llegan a Europa y les gusta ver más de un país. En los próximos meses nos gustaría potenciar el turismo en ambos países, trabajando con alcaldes, con presidentes de diputaciones, empresarios etc. También en ese sector intentaremos poner en valor el elemento social, tratando de reducir los excedentes alimentarios del ámbito turístico y potenciando su redistribución para comedores sociales.
¿Cuál debe ser el papel de los países del sur en la nueva configuración de la Unión Europea tras el Brexit?
No es algo que corresponda únicamente a los países del sur sino a todos los gobiernos. La UE nació como una respuesta a siglos de guerra entre Francia y Alemania. Cuando las economías han crecido las sociedades veían a la UE de forma positiva. Pero cuando se han iniciado las crisis –económica, de seguridad, o de refugiados– ha habido un doble problema: por un lado, los estados miembros han quitado poderes a las instituciones para intervenir directamente y, por otro, acusaban a la UE de no comprometerse lo suficiente. Esto ha hecho resurgir los nacionalismos y ha sido un gran error. La única manera de salir adelante es seguir estando juntos dando respuestas a los ciudadanos.
¿Es optimista respecto al futuro de la UE?
Sí. Porque creo que todo lo que ha pasado en estos años –como la crisis del Brexit o la de EEUU con la llegada de Donald Trump– está evidenciando que los países de la UE no pueden salir adelante solos y necesitan trabajar juntos. Es lo que ya se ha aceptado en Holanda o en Francia y lo que va a ocurrir en Alemania y espero que pase también Italia. Los países están hoy más asentados y enfocados en las políticas comunitarias. Estoy tranquilo respecto al marco pero tenemos que hacer políticas que den respuestas a las inquietudes de los ciudadanos tanto en el ámbito económico como en el medioambiental o social.
Su país, Italia, celebra elecciones el próximo año. ¿Cómo lo ve? ¿Vaticina un futuro estable?
Cada cambio de Gobierno representa un elemento de ruptura, pero también creo que en los últimos años hemos tenido una continuidad política bastante importante. Es verdad que en esta legislatura hemos tenido tres primeros ministros y es un problema que tiene que ver con la construcción del Estado, porque la preocupación de la Italia que salía del fascismo fue dar seguridad política para que no pudiera volver a ocurrir, y esto provoca problemas de gobernabilidad. Pero si se miran las políticas existe una continuidad que ha ayudado al país a dejar de lado sus problemas.
Lleva cerca de un año como embajador en España. ¿Qué es lo que más le ha gustado de su estancia y qué ha podido aprender en estos meses?
Lo que me ha llamado mucho la atención ha sido la vitalidad del país y particularmente de Madrid, que es una ciudad muy activa. En los ciudadanos españoles he visto una voluntad muy grande de modificar cosas. No tienen miedo al cambio, aunque siempre respetando los valores que les caracterizan.
Su marido es español. ¿Ser gay le ha producido algún problema discriminatorio en su carrera diplomática?
Es cierto que la lucha es permanente pero personalmente no he tenido grandes problemas. En todo esto depende mucho tu convicción y tu fortaleza. Lo importante es que los colectivos LGTB puedan decir: “si tú tienes un problema conmigo el problema lo tienes tú. Tú eres el que tiene una mentalidad distorsionada”. Si alguien tiene que ir al psiquiatra es quien piensa que por tener una orientación sexual determinada se tiene un problema. Los que hemos tenido la fortuna de tener una vida profesional de éxito tenemos la obligación de dar la cara y es muy importante para los jóvenes. Además, una cosa es ser gay en una gran ciudad y otra en un pueblo. Hay una iniciativa muy bonita en Madrid que pretende crear un hogar para jóvenes homosexuales y transexuales a los que a los 18 años sus familias les echan de casa. En este sentido sí que hay que dar muchos pasos. Ojalá en el futuro no me tuvieran que preguntar por este asunto. Que lo haga significa que la violencia y la discriminación persiste, algo que es especialmente grave en el caso de los transexuales.