Por Manuel Jiménez Ucero
17/01/2017
La preocupación cada vez más extendida por los problemas originados por la nutrición incorrecta hace necesaria una actitud de corrección de hábitos que resultan nocivos. Ante la pasividad de las administraciones públicas (que casi se limitan a exigir cada vez más engorrosas normas de etiquetaje de los alimentos y de contenidos calóricos sin ninguna pauta educativa estructurada), tiene que ser cada persona la que asuma con carácter individual esa lucha, con varios objetivos:
- La corrección del sobrepeso y de sus consecuencias.
- La adopción de hábitos saludables para mejorar la calidad de vida.
- La lucha por la longevidad en ausencia de problemas graves.
Esos tres objetivos son la razón de ser de La dieta slow (Cúpula), que no pretende ser una dieta más, ni milagrosa ni extravagante. Lo que ofrece es una ayuda a quienes deseen plantearse un proyecto de vida saludable y recibir los beneficios que a medio y largo plazo les va a aportar la adopción de esas medidas.
Como su nombre indica, el programa va a exigir poner freno en mayor o menor medida a la vorágine existencial que nos invade y robar un poco de tiempo para elaborar, de forma sencilla, los nutrientes útiles para lograr los objetivos planteados y aportar los nutrientes saludables que suelen faltar.
Como piedra angular de los nuevos hábitos, van a entrar en escena los batidos o smoothies verdes elaborados con frutas y verduras a poder ser de procedencia ecológica. Enriquecidos con superfoods o alimentos funcionales con valores saludables y efectos détox ; adicionados con proteína vegetal en ajustada medida si se desea potenciar su valor nutritivo .
Como apoyo tecnológico de alto valor, entran en escena los modernos slow juicers, máquinas extractoras de zumos y pulpas por presión en frío y a muy pocas revoluciones (40 r.p.m. en lugar de las 1.500 de las batidoras clásicas). En Estados Unidos, estos aparatos ya son un equipo habitual en la cocina de casi todos los hogares. Estas máquinas obtienen muchos más nutrientes, más duraderos y permiten extraer frutos enteros, semillas y aditivos superfoods y detoxicantes. Además, permiten el aprovechamiento de la pulpa residual como galletas saciantes, hamburguesas vegetales, pan vegetal… y hasta los últimos residuos son utilizables como compost para las plantas o jardín.
La dieta slow propone un programa de tres etapas para la reducción del sobrepeso. De forma pautada y con recursos exclusivamente naturales se logra corregir las desviaciones. Pero, al mismo tiempo, se va adquiriendo la costumbre de utilizar toda una serie de recursos naturales y saludables que llegan a hacerse habituales e imprescindibles por el grado de eficacia y sensación de vitalidad que aportan. La fiel continuidad en esas costumbres va a ser una auténtica vacuna para prevenir problemas graves de salud, envejecimiento prematuro y degeneración senil.
En los departamentos de nutrición de las más avanzadas universidades como Harvard, se están usando muchos de los llamados superfoods en los programas nutricionales para aminorar el progreso de tumores y reducir la acción tóxica de los tratamientos.
En La dieta slow añadimos 200 recetas, unas funcionales para conseguir objetivos saludables, otras divertidas para hacer atractiva la costumbre de tomar alimentos sanos y saludables. Es un reto que plantea un reencuentro con nutrientes ancestrales que tenemos olvidados en nuestra supuesta modernidad de entorno tóxico y que sorprenderán por sus resultados tan evidentes como la sencillez de su elaboración.