Por Cambi016
12/6/2017
Funcas prevé que la economía española crezca este año un 3,2%, lo que supone cuatro décimas más que en la anterior previsión, debido a un comportamiento del sector exterior más dinámico de lo esperado. Su aportación al crecimiento alcanzaría los 0,7 puntos, dos décimas más de lo estimado anteriormente, por el avance de las exportaciones de bienes y de servicios no-turísticos. Además, se espera una buena temporada turística, tanto en flujo de entradas como en gasto por turista.
Respecto a la demanda nacional, la desaceleración será menos acusada de lo previsto y su aportación al crecimiento del PIB será de 2,5 puntos. El impacto de la creación de empleo sobre la renta disponible de los hogares y la reducción de la tasa de ahorro provocarán que el consumo privado aumente más de lo esperado.
La inflación se situará este año en el 2,1% como consecuencia del alza del precio del petróleo. En el mercado laboral, el empleo aumentará un 2,9%, medio punto más que en la anterior previsión, y la tasa de paro disminuirá hasta una media anual del 17%. Parte del repunte de la inflación se trasladará a los salarios, que subirán un 1,4%.
En 2018, las exportaciones de bienes y servicios seguirán al alza aunque a un ritmo más moderado que durante los primeros años de la recuperación por lo que el crecimiento del PIB se desacelerará hasta el 2,8%. Además, las importaciones deberían recuperar un crecimiento en consonancia con la evolución de la demanda. La creación de empleo se moderará hasta el 2,4% y la tasa de paro se situará por debajo del 15%.
El déficit público se reducirá en 2017 hasta el 3,2% del PIB, una décima por encima del objetivo, fruto de la congelación del gasto que conlleva la prórroga presupuestaria y de las medidas fiscales adoptadas a finales de 2016. En 2018 bajará al 2,2% del PIB, en línea con el objetivo.
Pese a la consolidación de la senda de crecimiento de la economía española, uno de los principales elementos de vulnerabilidad sigue siendo la deuda pública. Para 2018, Funcas prevé que aún se sitúe en el 96,1% del PIB, un nivel elevado en comparación con otros países europeos y cerca de tres veces más que antes de la crisis. Además, la caída de la tasa de ahorro y la reactivación de la inversión en vivienda frenarán el proceso de desendeudamiento de los hogares en los próximos años, sin olvidar que la normalización de la política monetaria encarecerá los costes financieros tanto para el Estado como para las familias y afectará al crecimiento del gasto y a la actividad económica.
Por todo ello, conviene no caer en la autocomplacencia. La situación exige más esfuerzos en la corrección de los desequilibrios en las cuentas públicas, una vigilancia estrecha de los procesos de sobreendeudamiento de los hogares, sobre todo aquellos que consiguen préstamos hipotecarios a tipos variables, y más audacia en la reducción del paro de larga duración.