Acoso, cientos de amenazas, violencia e incluso intentos de asesinato son algunas de las consecuencias que al parecer tienen que sufrir los científicos que han hablado abiertamente sobre la pandemia de la COVID-19. La revista Nature publica las conclusiones y detalles de una encuesta realizada entre más de 300 profesionales de la ciencia, quienes aseguran haber sido víctima de acoso y violencia física luego de haber concedido entrevistas a los medios o han participado en conversaciones en redes sociales referentes al virus SARS-CoV-2.
Más de dos tercios de los encuestados tuvieron experiencias negativas luego de hablar en los medios sobre el coronavirus o ser mencionados en las redes sociales. El 22% afirma haber recibido amenazas de violencia física o sexual. Un 15% dijo haber recibido amenazas de muerte.
Otros aseguran no haber recibido ningún tipo de acoso directo, pero sí quejas cuando hablan abiertamente de la pandemia. También que divulguen la dirección de su casa en Internet sin motivo alguno. De los 321 científicos, 6 dijeron que fueron atacados físicamente luego de aparecer ante las cámaras.
Seguimiento a las víctimas de acoso
Los científicos involucrados llevan meses alertando sobre el acoso en línea y las campañas de odio en su contra. Algunos compartieron sus experiencias con la policía y querían que se discutiera más abiertamente, pero el problema nunca trascendió. Un investigador dijo a Nature que considera que los gobiernos nacionales, las agencias de financiación y las sociedades científicas «no han hecho lo suficiente para defender a los científicos».
Es común ver el acoso a personas influyentes en redes sociales. Especialmente cuando hablan sobre temas polémicos como las vacunas o el cambio climático. Pero nunca había sido tan grave como ahora con la enfermedad de la COVID-19. Los científicos aseguran que «es un fenómeno nuevo e indeseable».
El acoso llega a través de llamadas telefónicas a sus viviendas o móviles, correos electrónicos o directamente en sus cuentas de Twitter o Facebook. Los investigadores dicen que esto sucede desde hace tantos meses que ya lo ven como algo normal en sus vidas. Incluso han aprendido a aceptarlo como un «efecto secundario desagradable». Obviamente, esperan que pronto se tomen medidas efectivas.
Un 85% de los encuestados dijo a la revista que su visita a los medios de comunicación siempre, o en su mayoría, fue una «experiencia positiva». Incluso si los habían acosado posteriormente. Sin embargo, algunos creen necesitar capacitación sobre cómo interactuar con los medios. También sobre qué esperar de los trolls de las redes, pues es parte de la comunicación digital.
Los científicos son un blanco de los acosadores
La médica de enfermedades infecciosas Krutika Kuppalli es una de las afectadas por este tipo de acoso. En septiembre de 2020 recibió la primera llamada de alguien que amenazaba con matarla. A pesar de haber estado lidiando con este tipo de abusos durante meses, nunca habían llegado tan lejos. Sucedió luego de varias entrevistas sobre la COVID-19 y de haber testificado ante un comité del Congreso de Estados Unidos sobre cómo celebrar elecciones seguras durante la pandemia.
Kuppalli, que ahora trabaja en la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, dijo que la amenaza de muerte la puso «muy ansiosa, nerviosa y molesta”. Inmediatamente llamó a la policía, pero no tomaron ninguna medida. Solo uno le recomendó conseguir un arma.
Otras muchas figuras han sido víctima de acoso por expresar sus opiniones sobre la pandemia. Un ejemplo es Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, a quien le tuvieron que asignar guardias de seguridad personal. Recibió sería amenazas de muerte que incluían a su familia. Algo similar sucedió con el asesor médico jefe del Reino Unido, Chris Whitty, que lo agarraron y empujaron en la calle.
Otras víctimas de acoso hansido el virólogo alemán Christian Drosten, que recibió un paquete con un frasco de líquido etiquetado como «positivo» y una nota que le decía que lo bebiera. El virólogo belga Marc van Ranst, que tuvo que estar un tiempo con su familia en una casa segura rodeada de guardias de seguridad porque un francotirador militar le dejó una nota en la que le informaba de sus intenciones de atacarlo.
El acoso en línea viene acompañado de racismo
Un detalle es que este acoso a los científicos se relaciona con cuán prominente o qué estatus tengan las figuras públicas. Al parecer, “cuanto más conocido seas, más abuso recibirás”, según la historiadora Heidi Tworek, de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver.
El género también tiene algo que ver. “Si eres mujer o una persona de color de un grupo marginado, ese abuso probablemente incluirá las características personales”, dice Tworek. Un ejemplo es que la directora de salud pública de Canadá, Theresa Tam, de origen asiático-canadiense ha dicho que los abusos en su contra poco tienen que ver con lo que dice o con la ciencia en sí. Muchos de los comentarios negativos incluyeron una gruesa capa de racismo. Kuppalli, que es indio-americana, también experimentó algo similar. Sus abusadores le dijeron que “necesita regresar de donde vino”.
Sucede en todo el mundo y desde hace tiempo
La encuesta de Nature no es un caso aislado. Únicamente representa las experiencias de 321 científicos, principalmente del Reino Unido, Alemania y EE UU, que optaron por responder. La realidad es que son miles los investigadores que enfrentan abusos relacionados con la pandemia de la COVID-19.
Más de una cuarta parte de los profesionales que respondieron a la encuesta dijeron que «siempre» o «generalmente» recibieron comentarios negativos de usuarios o los atacaron personalmente después de hablar en los medios sobre el coronavirus. Lo más preocupante es que más del 40% informó de ataques angustia emocional o psicológica después de hacer comentarios en las redes sociales o comparecer ante los medios.
Algunos científicos no hablan sobre la pandemia por miedo
Aunque algunas de las víctimas intentan ignorar el acoso y las amenazas que reciben, es posible que esta terrible situación ya haya tenido un «efecto paralizador» en la comunidad científica. Muchos se han privado de hablar con los medios. Además, quienes reciben las amenazas más graves aseguran que ahora ven más difícil conceder entrevistas o volver hablar sobre el tema. Tal parálisis es grave y muy preocupante en medio de una crisis sanitaria en la que abunda la desinformación y las fake news.
Los acontecimientos recientes sobre la enfermedad de la COVID-19, las nuevas variantes y la administración mundial de vacunas dejan muchas dudas en los ciudadanos. Y esto tiende a dar pie a la manipulación de medias verdades o el intercambio, voluntario o involuntario, de información errónea. Si los científicos se limitan porque detrás están recibiendo un bombardeo de amenazas no solo pierden los medios de comunicación. Los oyentes, los usuarios de redes sociales, la ciudadanía en general, no recibe un mensaje que podría salvarles la vida.