«Doy gracias a Dios por tener la rendija de abogar y defender los derechos humanos de los venezolanos. Doy gracias a Dios por haber tenido el honor de representar a mi país en los momentos más difíciles de su historia»
A pesar de la tragedia de Venezuela, amén de los infortunios de los pueblos, la humanidad es resiliente y tiene la oportunidad cada año de elevar una plegaria, una acción de gracias por la vida, la familia, la salud y por aquellas cosas buenas que nos acompañan aún en medio de las dificultades.
Me gusta la justicia, lo que arroja y conduce. La justicia es el derecho de cada cual a realizarse conforme el esfuerzo propio, usando la inteligencia y alea a favor. Justicia no sólo es derecho, también es deberes y respeto por las mínimas condiciones de convivencia de una sociedad.
Justicia es educación, que es urbana, cultural y normativa. Pero justicia también es libertad, que es felicidad, que es amor. En días de acción de gracias elevo una oración por los justos que se han marchado, por los que han redimido la injusticia y por los que hemos tenido la honorable oportunidad de luchar porque se haga justicia.
Seguimos en este mundo
Doy gracias a Dios por tener la rendija de libertad para abogar y defender los derechos humanos de los venezolanos; por haber tenido el honor de representar a mi país en los momentos más difíciles de su historia y contar con el apoyo de naciones hermanas que nos han tendido su mano amiga.
Doy gracias a mis amigos y familiares por su fraternal y noble espaldarazo. Doy gracias a Dios por poner en mi camino a gente maravillosa, honesta y leal, mantener la frente en alto y levantarnos de la anomia.
Doy gracias al Señor por avivar nuestra voluntad ante cada caída y retomar el andar. Doy gracias a dios por nutrirnos de cordura frente la intemperancia, paciencia ante la banalidad, carácter ante el abuso y perdón frente la ignominia.
Doy gracias a Dios porque en un año minado de peste, hambre, dolor y muerte seguimos favorecidos con la dicha de la vida, acompañados de nuestros hijos, nuestra familia, nuestros amigos, elevando además una acción de gracias al señor por recibir en su remanso y gloria a todos los que han partido, entre ellos mi padre…
Por lo que viene
Doy gracias a mi madre por haber sembrado en mí el sentido prístino y monolítico del Espíritu Santo. Y a ambos por enseñarme que la libertad, el respeto, la familia y la amistad no se mendigan ni se privan a nadie. Gracias a esa crianza propia de la mayoría de los venezolanos, lo que viene es libertad pura y dura.
Venezuela no es ni será un país sirviente. Venezuela no es una nación corrompida de odios insuperables. Venezuela no es un país celestino ni de tierras inagotables. Nuestra mezcla no lo tolera porque somos amasijo de todos los talantes.
Desde la Colonia a nuestros días, hechos y personajes han intentado insuflarnos de rencores y maledicencia. Gracias a la Santísima Trinidad ha prevalecido el espíritu gallardo de nuestros próceres, la sabiduría de Andrés Bello, Vargas o Andueza Palacios, la gloria de José Gregorio Hernández, la erudición de Rómulo Gallegos, Andrés Eloy o el padre Luis María Olaso; la dignidad de Franklin Brito, Oscar Pérez o Rafael Acosta Arévalo o la fuerza y lucidez política de Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba o Carlos Andrés Pérez. Esa reserva moral, democrática y ciudadana está en nuestra sangre. Doy gracias a Dios por haber nacido con ese linaje…
Venezuela hoy escribe su propia historia sobre la misma tierra. Y lo que viene es felicidad porque habrá justicia. Al decir de Schopenhauer, la representación de nuestra voluntad es romper cadenas. Doy gracias a Dios por portar –Herrera Luque dixit– huella perenne de irreverencia indómita que no se deja de nadie, así sean urogallos cubanos, chinos, rusos o islámicos.
Doy gracias a Dios por lo que viene que es el reencuentro. Pero también recuento de los buenos y los malos. Volverán lo que tienes que estar y se irán los que jamás han debido llegar. Doy gracias a Dios por ser más quienes anteponemos la patria al interés individual… Doy gracias a Dios por pertenecer a un distinguido y ejemplar cuerpo diplomático, conformado por un grupo de embajadores venezolanos en un momento crucial de nuestra historia.
Pido a Dios que los soberbios y los arrogantes queden atrapados como cerdos en un pequeño corral. Pido a Dios que reine la comprensión y el perdón cuando venga la liberación. Pido a dios que aprendamos la lección devenida, nuestros rechazos e indiferencias. Y doy gracias porque toda la experiencia –aun siendo dura y dolorosa– repose en nuestra conciencia.
Doy gracias a Dios por abrazar las miradas de llanto y alegría, de tristeza y gratitud, de nuestros hermanos venezolanos que aún en medio del sufrimiento, nos han dado amor, aliento y consuelo. Doy gracias a Dios por la dicha de representarlos e iluminar mi camino, mi razón y mi corazón. Sin ellos nada pasa ni nada pasará.
Doy gracias a Dios por lo que viene que es la Venezuela que viví, que soñé. Doy gracias a Dios por ser cada día el niño que he sido porque es expresión de gratitud de la Venezuela que me cebó y me dio todo lo que soy. Doy gracias a Dios por haber tenido los padres, hermanos y amigos que nos bendicen con sus plegarias, admiración y su cariño. Nadie hubiese sido sin ser nativo de la tierra que he nacido, y que estoy seguro con la misma sangre, alegría, sudor y valentía que fue fundada, la volveremos a construir. Gracias a Dios por el orgullo, la grandeza y la belleza de ser venezolano y de seguir estando a vuestro lado…
Feliz día de acción de gracias y que Dios los bendiga…
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