Hanif Sufizada, Coordinador del programa de educación y divulgación, Universidad de Nebraska Omaha
El académico afgano Hanif Sufizada trabaja en el Centro de Estudios de Afganistán de la Universidad de Nebraska Omaha. Quedó atrapado en Kabul durante el caos de la retirada militar estadounidense, cuando miles de afganos huyeron al aeropuerto para escapar. La editora Catesby Holmes envió a Sufizada un correo electrónico el 17 de agosto de 2021, diciéndole que esperaba se encontraba bien. En un correo electrónico nos dijo que no lo estaba.
Los despachos de Sufizada son un relato desde el terreno sobre su esfuerzo para salir de Afganistán y superar los obstáculos imposibles e irracionales para poder huir, a pesar de ser un residente estadounidense con los papeles en regla y una familia en Omaha. Especialista en economía y exfuncionario del gobierno afgano, Sufizada nos escribió desde Qatar el miércoles 18 de agosto por la mañana, cuando finalmente consiguió subir a bordo de un avión en una base militar estadounidense en Qatar de regreso a Estados Unidos. Su anterior colaboración en The Conversation fue «Los talibanes son megarricos; aquí obtienen el dinero para la guerra en Afganistán«.
Nota del editor
Martes 17 de agosto, de Kabul a Qatar
Estaba en Kabul cuando estalló el caos. El domingo, cuando los talibanes se apoderaron de Kabul, fui al aeropuerto para escapar, pero me perdí y no pude localizar a las fuerzas estadounidenses que podrían evacuarme como residente estadounidense.
Antes de ir al aeropuerto estuve en la Embajada de Estados Unidos, pero no había nadie. Ya habían trasladado a todo el personal al Aeropuerto Internacional Hamid Karzai. Cansado y temeroso de la captura de Kabul por los talibanes, logré entrar en el aeropuerto.
Como había llenado la solicitud de evacuación por Internet, quería reunirme con el equipo de evacuación para explicarle mi caso. Cuando llegué era un auténtico caos. Solo había un avión civil. Nos dijeron que estaba reservado para la evacuación de funcionarios afganos. Incluso los boletos de algunas personas fueron cancelados, supusimos que sus puestos fueron ocupados por funcionarios de alto rango.
Las personas como yo simplemente estábamos conmocionadas y temerosas de la situación. Por más de dos horas busqué donde estaban los estadounidenses. Gracias a un empleado del aeropuerto supe dónde estaban. Esperé varias varias horas más. Conocí a un soldado estadounidense y le rogué que me evacuara. Me ayudó y ya estaba a punto de tener un cupo cuando llegó una multitud de personas amenazadas por los talibanes. Los soldados se olvidaron de mí.
Pero mientras esperaba en la cola, llegó una multitud de personas amenazadas por los talibanes. Los soldados se dedicaron a controlar la turba y me dejaron por fuera. Regresé al punto que tardé nueve horas en llegar. Pasé toda la noche despierto y pidiéndole a los soldados que me permitieran evacuar, que era un residente legal en Estados Unidos. No me escucharon. Tuve que quedarme despierto hasta que amaneció.
Después de recibir la autorización, esperó 9 horas para subir al avión y decirle adiós a Afganistán y su caótico aeropuerto
Hambriento, sediento, cansado y asustado, luché junto con un afgano-alemán y un afgano-británico para que nos evacuaran. Me acerqué a muchas personas en busca de ayuda, pero la situación era tan caótica que nadie nos atendió. Varias veces escuché ráfagas de disparos. Los marines estadounidenses nos salvaron, pero inicialmente pensaron que éramos de la multitud que intentó subir al avión a la fuerza. Nosotros no estábamos allí.
Cuando tuve la oportunidad de hablar con uno de los infantes de marina, le expliqué que teníamos documentos válidos de Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, y éramos elegibles para la evacuación. Otros buscaron ayuda en sus embajadas, pero no recibieron ninguna ayuda.
Convencí a uno de los marines de que tengo green card y que también trabajo para una universidad estadounidense. Me dio permiso casi a las 4:00 pm del lunes. Después de revisar nuestros documentos, nos dio una señal verde para que nos fuéramos a la puerta norte. Me separaron de los otros dos. Saldrían en aerolíneas británicas.
Me identifiqué en la puerta norte de la base estadounidense en el aeropuerto internacional Hamid Karzai y me preparé para viajar en un avión militar. Esperé otras nueve horas para subir al avión, todavía sin dormir.
Llegamos a Qatar a las 5:30 am. Pasé otras 13 horas sin dormir, y cuando escribo estoy en Qatar esperando un vuelo a Kuwait, desde donde iré a Washington, DC, y luego a Omaha. Ha sido un gran tormento, pero estamos a salvo de los talibanes. No sé cómo me siento, pero estoy feliz de volver a casa después de todo este drama. Estoy extremadamente cansado. Mis hijos me esperan en Omaha.
No viajé a Kuwait. Ahora estoy en la base aérea de Al Udeid, en Qatar, donde he estado esperando y esperando la autorización para volar a Estados Unidos. Ya pasó la hora de almuerzo y sigo esperando la autorización. Estoy cansado y débil. Me siento impotente.
Miércoles 18 de agosto, Qatar
Después de casi 35 horas, tuve la oportunidad de volar a Washington DC en un vuelo comercial fletado por el Ejército estadounidense. Mi supervisor actual de la Universidad de Nebraska Omaha, mi ex supervisor de Tetra Tech, mis compañeros estadounidenses de la Universidad de Cornell y mis amigos me ayudaron. Buscaron la ayuda de sus representantes y senadores para mi evacuación.
El autor Hanif Sufizada
Soy un profesional de desarrollo internacional con más de 15 años de experiencia en el sector público y privado participando en una amplia gama de proyectos de desarrollo internacional en mercados emergentes y los Estados Unidos. Como economista y analista de políticas sociales, he trabajado con las Naciones Unidas y el Banco Mundial en Afganistán, Liberia, Nepal y Pakistán. Mi experiencia principal incluye análisis de políticas económicas, asociaciones público-privadas, diseño y gestión de proyectos, desarrollo del sector privado, análisis de datos y desarrollo empresarial.
He vivido, estudiado, trabajado y me ofrecí como voluntario en todo el mundo, y me apasiona encontrar soluciones a problemas globales a través de políticas efectivas y comprensión intercultural. Estoy abierto a conversaciones y discusiones.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation -Creative Commons license- Lea el original (inglés).