Michel Desmurget se ha convertido en esa conciencia colectiva de padres y educadores, un tanto desafiante, mordaz y altisonante, pero muy científica, al alertar sobre los peligros del abuso de los dispositivos digitales. El experto en neurociencia y escritor francés advierte las graves complicaciones físicas, emocionales e intelectuales de pasar tantas horas pegados a smartphones, ordenadores o tabletas. Afirma que el uso de esas tecnologías por parte de las nuevas generaciones es absolutamente desproporcionado. Estas pantallas, dice, están creando «cretinos digitales» y “totalmente adictos”.
Entendido más bien con el sustantivo de necio o estúpido, y no como la enfermedad de cretinismo, Desmurget se refiere a las secuelas que deja la sobreexposición a esas tecnologías. Su obra ‘La fábrica de cretinos digitales’ ganó el premio de ensayo Femina de las letras francesas, y ahora regresa con ‘Más libros y menos pantallas: cómo acabar con los cretinos digitales’. No tira la toalla frente al uso y abuso de esos dispositivos.
¡Que lean! Es importante que los niños y las niñas lean libros en papel. Que se sumerjan en ellos y que dibujen, subrayen y doblen sus páginas. Que atesoren libros, que acudan a las bibliotecas y que asistan a clase sin artefactos tecnológicos frente a ellos, sostiene el especialista.
En sus libros existe un hilo conductor: abrir los ojos sobre los efectos nocivos del uso de las pantallas en el rendimiento y el aprendizaje de los niños. Contrario de lo que la industria ha difundido hasta ahora, precisa, el uso de la tecnología, lejos de ayudar al desarrollo de los niños y estudiantes, produce graves complicaciones. En el cuerpo, precisa, con la obesidad e inmovilidad. Sobre las emociones se observan agresividad, depresión y comportamientos de riesgo. Y sobre el desarrollo intelectual, se percibe un elevado empobrecimiento del lenguaje, concentración y memoria.
Uso y abuso de las pantallas digitales
Desmurget es doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia. Es autor de una vasta obra científica y de divulgación y ha colaborado en centros de investigación como el MIT o la Universidad de California.
“En los países occidentales los niños menores de dos años pasan diariamente casi tres horas delante de una pantalla; entre los ocho y los 12 años están casi cinco horas; de los 13 a los 18 años su consumo roza las siete horas diarias”, asegura. “Si sumamos el tiempo que un joven pasa entre los dos y los 18 años delante de una pantalla equivale a 30 años escolares, a más de 15 años de empleo a jornada laboral completa. Y eso sólo si medimos el uso de pantallas por motivos recreativos y dejamos fuera el tiempo que las utilizan en el colegio o para hacer deberes”.
Estima que las pantallas van a ser el próximo gran problema de salud pública. Pero duda que se tome en serio porque “hay mucho dinero por medio”. Muchos de los expertos que suelen intervenir en los medios de comunicación, lejos de alarmarse ante esta situación, parecen estar encantados, dice. Mantienen un discurso benévolo y tranquilizan a los padres y al público y sostienen que estamos en una nueva era, que el mundo pertenece ya a los que califican de “nativos digitales”.
Por desgracia, comenta, este entusiasmo choca con la realidad que retratan los estudios científicos. Las investigaciones sobre el uso lúdico de las pantallas digitales ponen de manifiesto la larga lista de sus efectos nocivos. Es más, parece que las actividades digitales con fines didácticos tampoco son especialmente beneficiosas. En este sentido, las famosas evaluaciones internacionales PISA arrojan resultados que son preocupantes.
Un cerebro multitarea
Argumenta Michel Desmurget, en base a la opini’on de otros cient;ificos, que “por obra y gracia de un verdadero ‘tsunami digital’, el ritmo de la evolución se ha acelerado endiabladamente. Como nos explican los especialistas en esta materia, nunca antes, desde que el primer ser humano descubrió cómo utilizar una herramienta, el cerebro de nuestra especie se había modificado con tanta rapidez y de un modo tan amplio”.
Los chicos de ahora “han nacido con un mouse en una mano y un smartphone en la otra. Son multitarea, saben hacer de todo y pasan con genialidad de una cosa a otra. Sus circuitos neuronales están especialmente cableados para las ciberbúsquedas de fuego rápido”.
Aquellos que defienden el uso o abuso de las pantallas digitales indican que “gracias al efecto beneficioso de todo tipo de pantallas, el cerebro de niños y adolescentes “se desarrolla de un modo diferente. Ya no (tiene) la misma arquitectura”. Y en estos momentos está siendo “mejorado, aumentado, perfeccionado (y liberado) gracias a la tecnología”.
Por supuesto, comenta el experto, “las polvorientas herramientas educativas del pasado no pueden ni de lejos competir con la potencia del demiurgo digital”. Sin embargo, muchas voces -entre ellas de premios Nobel de literatura, periodistas, psiquiatra, investigadores de neurociencia, “nos explican que la juventud actual es la generación más estúpida”.
En Estados Unidos, los colegios que estuvieron a la vanguardia en el reparto de ordenadores entre sus alumnos decidieron dar un giro, en vista de la ausencia de los resultados. El presidente del consejo de centros de un distrito educativo de Nueva York que se había lanzado muy pronto a la aventura digital, cambió. Dijo que “no había ni una sola prueba de que se estuviese produciendo algún impacto en los resultados académicos. Es una distracción en el proceso educativo”.
Grandes tecnológicos y la doble cara
También en EE UU numerosos directivos de las grandes tecnológicas ponen mucho cuidado en mantener a sus hijos lejos de las diferentes herramientas digitales que ellos mismos venden y desarrollan. “Muchos de estos geeks matriculan a sus niños en caros colegios privados en los que no existen pantallas”, escribió Desmurget en ‘Más libros y menos pantallas’.
Como explica uno de esos visionarios de Silicon Valley,”mis hijos (de seis y diecisiete años) nos acusan, a mi mujer y a mí, de ser unos fascistas y de estar excesivamente preocupados con el uso de las pantallas digitales. Además, nos dicen que ninguno de sus amigos tiene que seguir las reglas que les imponemos a ellos. Pero nosotros conocemos de primera mano los peligros de la tecnología. No quiero que mis hijos pasen por eso”.
Detalla el escritor que “un cretino digital es un niño al que le han quitado parte de lo que le hace humano: su lenguaje, su conocimiento. Así como su capacidad de concentración, y buena parte de su inteligencia social y empatía”. Confió en entrevista a El Español que los resultados académicos no son iguales en todas partes del mundo.
“Hay una caída al final de la Primaria en todos los países de la OCDE que detecta PISA. Ocurre en Francia, en España, en Alemania, en EEUU. Pero los países asiáticos la superan de un modo infinitamente mejor. Si un alumno español o francés de primer año de instituto fuera a estudiar a Singapur o Japón, lo mandarían de vuelta a Primaria por su nivel de lectura. Es una brecha absolutamente colosal”.
Brecha gigantesca entre dos mundos
¿Esto supone un ‘sorpasso’ a nivel educativo de los países asiáticos sobre los occidentales? Creo que eso es lo que ha provocado un movimiento de reacción, responde Desmurget. “Sabíamos que las pantallas eran perjudiciales, pero prevalecía una idea odiosa. ‘No necesitamos mucha gente inteligente, con que haya un 5-10% de listos para hacer funcionar la economía bastará. Que el resto trabaje en McDonalds’».
Ahora nos damos cuenta de que el nivel de desarrollo de un país depende del nivel de educación general de su población. «Cuando Rusia lanzó el Sputnik, EE UU se asustó tanto que relanzó por completo su sistema educativo. Ahora, el descuelgue de España, de Francia, de Europa con respecto a Asia es tan enorme, estamos tan subdesarrollados intelectualmente, que se está convirtiendo en un problem. Hay que frenar el cretinismo digital», alertó.