El 11 de enero de 2020 falleció un hombre de 61 años en la ciudad de Wuhan por un «misterioso virus» llamado coronavirus, el cual produce la enfermedad de la COVID-19 que afecta las vías respiratorias y otros órganos. Un año después, China sigue postergando la visita de una comisión de la OMS que investigará el origen del patógeno, considerado el enigma científico más urgente del mundo.
Wuhan fue señalado en un primer momento como el lugar del surgimiento del patógeno, supuestamente en una especie de murciélago. Pero esta teoría no es muy confiable para algunos investigadores. Uno de ellos estima que pudo surgir muchos meses antes, quizá un año antes o incluso más.
Casi dos millones de muertes después, la pandemia está fuera de control en el mundo y ha causado decenas de millones de enfermos, el deterioro de la economía mundial y dado lugar a multitud de disputas y reproches entre países.
Visita de la OMS a Pekín
La esperada misión de la Organización Mundial de la Salud para investigar el origen de la COVID-19 llegará finalmente a China el jueves 14, tras una serie de retrasos, meses de preparativos e incertidumbre hasta el último momento.
La visita ha sido objeto de una intensa negociación entre el organismo internacional y un país que intenta desvincularse a toda costa de cualquier responsabilidad por una pandemia que pronto cumplirá un año de haberse decretado.
Una decena de expertos internacionales llegará a China una semana más tarde de lo que se había calculado en un principio. La Comisión Nacional de Salud en Pekín confirmó este lunes que el grupo llevará a cabo labores de investigación conjuntas con expertos chinos sobre el rastreo de la COVID-19.
Comenzarán visitando Wuhan
Aún no se ha precisado la duración de la visita. Sin embargo, se calcula que entre cinco o seis semanas. Los expertos, además, tendrán que guardar cuarentena al menos las dos primeras. Una vez superado el aislamiento, Wuhan será destino principal de la comisión.
La OMS tiene previsto durante su estancia en Wuhan examinar las muestras tomadas en su día en el mercado de marisco de Huanan, del que en un primer momento se sospechó que sería el origen de la pandemia y que permanece cerrado desde entonces.
También quieren entrevistar a los comerciantes del mercado para tratar de establecer la procedencia de los animales que se vendían en esas instalaciones. Además, examinarán muestras tomadas a pacientes de COVID-19 y otros enfermos en los primeros días de la pandemia, y en las semanas anteriores. Los datos obtenidos en esa ciudad de 11 millones de habitantes determinarán los siguientes pasos.
El veterinario alemán Fabian Leendertz, uno de los integrantes de la misión, declaró que el objetivo de la misión no es encontrar culpable a un país o a una autoridad. Sino entender lo que pasó para reducir el riesgo en el futuro, dado que los virus saltan de los animales al ser humano en todo el mundo y con frecuencia. Este experto asegura que, a pesar del tiempo transcurrido, aún es posible lograr resultados.
Lo que podrían encontrar es una incógnita
La visita ha sido muy criticada debido a que llega demasiado tarde como para lograr hallazgos significativos. Los expertos afirman que las autoridades podrían haber destruido o limpiado pruebas cruciales, en una respuesta inicial movida por el pánico.
Las razones que llevaron a China a actuar con tanto misterio no están claras, pero el Partido Comunista, que detenta el poder, tiene un largo historial de eliminar información que le pueda ser políticamente dañina. Los denunciantes y periodistas ciudadanos que compartieron detalles por Internet de lo que sucedió en las primeras semanas de la COVID-19 han sido amordazados o encarcelados.
Todo esto deja mucho que desear, y según Daniel Lucey, epidemiólogo de la Universidad de Georgetown, puede que Pekín quiera esconder olvidos o fallos en la regulación o la investigación para evitar bochornos a nivel interno o que salgan a la luz «retrasos» globales.
Ha pasado tanto tiempo que lo más probable es que el rastro se haya perdido. Las pistas que han ido apareciendo solo han servido para crear más confusión, como las que apuntan que la COVID-19 podría haber existido en Europa y en Brasil antes del brote de Wuhan, que nunca fueron confirmadas y que China ha aprovechado.
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