Años después de la pandemia, las secuelas psicológicas del COVID-19 siguen afectando a la población mundial. Los resultados de una investigación desarrollada por la Universidad de Bangor, en Inglaterra, arrojaron estas curiosas conclusiones. Aseguran que las personas que respetaron rigurosamente las normas para evitar la propagación del virus durante la pandemia, son las que actualmente sufren mayores problemas de salud mental.
Los ciudadanos más solidarios, sensibles, responsables e informados sobre el COVID-19, que cumplieron todos los protocolos durante el confinamiento, los que aceptaron las restricciones sin cuestionarlas, actualmente tienen una mayor probabilidad de sufrir enfermedades como ansiedad, estrés y depresión. Así lo afirmaron los especialistas.
Tres años después, aún continúan los padecimientos mentales asociados a la pandemia. Los miedos, la tristeza por la pérdida de seres queridos, los pensamientos negativos recurrentes y otros síntomas siguen presentes en la sociedad inglesa. Y se observan más en las personas que respetaron las normas para evitar contagios. Son las secuelas psicológicas del Covid-19 que no se tiene claro cuánto tiempo más estarán presentes.
Las personas más independientes sufrirían menos ansiedad
Por otro lado, aquellas personas más independientes, con personalidad más competitiva y quienes aseguraban “tener control sobre sus vidas”, se recuperaron más rápido. Estos últimos sufrieron menos estrés y eran menos propensos a la depresión, agregó el estudio.
“Las personas que siguieron los consejos de salud durante el confinamiento, experimentaron menos bienestar después del confinamiento”, concluyó el psicólogo Marley Willegers.
Descubrieron que el miedo a contraer COVID-19 resultó ser tanto positivo como negativo. “Si bien aumentar la preocupación de las personas por la infección puede impulsar efectivamente el cumplimiento de las restricciones, también tiene consecuencias negativas para su bienestar y su recuperación”, afirmó
Estos datos son la conclusión de una investigación hecha “sobre la rigurosidad del cumplimiento de las reglas” por parte de 1.729 personas en Gales durante el primer periodo de confinamiento en toda Inglaterra. Es decir, desde marzo hasta septiembre de 2020. Síntomas como el estrés, la ansiedad y la depresión les fueron diagnosticados a esas mismas personas, entre febrero y mayo de 2023.
El trauma de la pandemia tiene un impacto duradero en la salud mental de las personas tres años después, sentenció esta investigación.
Las secuelas psicológicas del COVID-19
Willegers, académico del instituto de psicología del desempeño de élite de la Universidad de Bangor, en Gales, dijo que a algunas personas les resultó difícil hacer la transición de recibir instrucciones regulares sobre normas de salud pública durante la pandemia a no recibir ninguna orientación una vez culminado el confinamiento.
“A lo largo de la pandemia, se diseñaron campañas para garantizar que las personas siguieran las reglas. Pero no hubo ninguna campaña cuando salimos de la pandemia para ayudar a todos a hacer una transición segura a la nueva normalidad”, dijo. Por esta razón, cierto tipo de personalidades conservaron un comportamiento de prevención de infecciones y una ansiedad que minó su bienestar emocional”, añadió.
Los expertos aseguran que el daño generalizado que el COVID-19 causó a la salud mental en Inglaterra es la principal razón por la que la demanda de servicios psicológicos y psiquiátricos del Servicio Nacional inglés se haya disparado en los últimos años.
Los españoles son los más angustiados por la economía
En un estudio hecho en 11 países, España lidera como el más afectado en su salud mental después de la pandemia. Se hace énfasis a como quedo la economía tras el paso del COVID-19 y los temores que despertó en su población.
En este estudio, participaron más de 11.000 personas de 11 países distintos. España obtuvo los resultados más alarmantes en materia de niveles de ansiedad y pesimismo ante los problemas económicos y el empleo.
La investigación señala que España es uno de los países con mayor impacto en el deterioro de la salud mental de sus habitantes. Lidera en 5 de las 6 categorías del empeoramiento. Y se destaca por las dificultades financieras en un 53%, un 50% por problemas con la familia y en un 47% por las condiciones laborales en cuanto a inestabilidad e infelicidad este 2023, según datos de Dynata, una empresa de encuestas y estudios de tendencias del consumidor.
La encuesta revela una tremenda negatividad entre los consumidores españoles con respecto a cómo les ha afectado la economía global actual. El 88% dice que personalmente se ha visto afectado al menos levemente. Ningún otro país del estudio está más preocupado que España. La segunda variable que más inquieta al español promedio es el paro, con un 58%.
Cuando se les pregunta sobre su salud mental y qué es importante para sentirse mejor, 7 de cada 10 afirmó que descansar más (71%), comer sano (70%), pasar más tiempo con los seres queridos (69%), lograr una vida equilibrada (68%) y más tiempo en ocio personal (67%).
El estudio destacó que el deterioro está marcado por las dificultades financieras en un 53% de los casos. Un 50% por problemas con la familia y en un 47% por las condiciones laborales en cuanto a inestabilidad e infelicidad.
Los más vulnerables después del COVID-19
Los jóvenes, mujeres y personas con discapacidad, y en especial con discapacidad psicosocial, son algunos de los grupos de población que han visto más afectada su salud mental, un año después de la pandemia. No solo en España sino a nivel mundial, según la Confederación Salud España.
Las personas de 18 a 34 años son las que han asistido más a los servicios de salud mental. También manifestaron sufrir de ataques de ansiedad, sentirse tristes y tener pensamientos negativos. Igualmente han afirmado que su vida cambió en comparación a como era antes, pero para peor debido a su nueva situación.
Más del doble de las personas que han acudido a los servicios de salud mental en España, son mujeres.
Las desigualdades y discriminaciones en el ámbito profesional, la carga de responsabilidades familiares y de cuidado o la violencia de género, han sido algunos de los principales motivos que provocaron o agravaron los problemas de salud mental en la población femenina española.
De hecho, un estudio realizado en varios centros hospitalarios indica que, en los meses de la pandemia, la prevalencia de la ansiedad en las mujeres ha sido del 33%. Y la de la depresión, del 28%. Destacó que uno de los principales factores de riesgo de sufrir ansiedad y depresión es ser mujer.
En cuanto a las personas con discapacidad, un estudio de Fundación ONCE, reveló que un 50% de ellas, dijo que su estado de ánimo empeoró desde que empezó el estado de alarma.
Con la pandemia la economía se hundió
En la mayoría de los países latinoamericanos la pandemia del Covid-19 también dejó importantes secuelas en la salud mental de la población. En este caso, no hay estudios que hablen de cómo se cumplieron las restricciones y el confinamiento. Pero, para las personas comunes además de enfrentar la pérdida de sus seres queridos por el COVID-19, se sumó tener que enfrentar una dura crisis económica.
La incertidumbre generalizada por la pérdida del empleo, el cierre de negocios, la perdida de medios de sustento, fueron motivos para que la salud mental de la población se tambaleara.
No saber de qué vas a vivir, cómo vas a salir adelante en países donde, casi siempre, no hay reglas claras, ni sistemas de salud planificados y bien financiados es duro. La mayoría de la población, en materia de salud mental, carece de asistencia y apoyo de forma continua e integral.
Además del miedo a contagiarse pasó mucho más. Se cerraron los centros de estudios y de trabajo. Los niños dejaron de asistir a clases e interrumpieron su proceso de socialización e integración.
Hubo aislamiento o demasiadas horas de encierro en hogares que terminaron sufriendo violencia intrafamiliar. Los miedos e incertidumbres ante el futuro aumentaron la ansiedad, la depresión y el insomnio, también aumentó el consumo de alcohol, tabaco y drogas.
Depresión y ansiedad
Estudios muestran que alrededor del 20% al 70% de la población sigue sufriendo depresión y ansiedad, dos años después de la pandemia, según datos de la Organización Panamericana de la Salud.
Las mujeres, los jóvenes, las personas de bajos ingresos, las personas con problemas de salud mental preexistentes y los trabajadores de la salud, se encuentran entre los grupos más afectados por estos trastornos emocionales.
En una encuesta realizada en el 2021, en 30 países en todo el mundo, más de la mitad de los participantes de Chile, Brasil, Perú y Canadá expusieron que su salud mental había empeorado desde el comienzo de la pandemia. Superando el promedio global del estudio de 45%, según el Foro Económico Mundial.
En América Latina, la pandemia ha generado una mayor necesidad de servicios de salud mental en un contexto donde previamente ya había una brecha en el acceso a servicios médicos generales. No parecen haber avances para atender estas necesidades y los ciudadanos comunes tendrán que usar la resiliencia como mecanismo de sanación individual.