Por Juan Emilio Ballesteros
La alianza electoral entre Podemos e IU marcará la campaña electoral del 26J y aventura un escenario político en el que se tratará de evitar que se repita la situación de bloqueo que consagró el 20D, cuando ninguno de los partidos consiguió apoyos suficientes para gobernar y tampoco fue capaz de dialogar y pactar para alcanzar un acuerdo. En esta nueva cita con las urnas –contemplada como una segunda vuelta–, los socialistas, que habrían resistido el primer embate contra el bipartidismo, podrían ser los más perjudicados por el sorpasso de la izquierda, según las conclusiones de un grupo de expertos y especialistas convocados por la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE para analizar la situación política y el fracaso de una legislatura calificada de fallida.
Politólogos, asesores en comunicación política, economistas y experimentados constitucionalistas constatan la incertidumbre y la desconfianza de la sociedad ante el resultado de las urnas y el deterioro institucional como consecuencia de la imposibilidad de alcanzar alianzas y acometer las reformas que los ciudadanos demandan.
La vida política española se ha visto paralizada por la incapacidad de un gobierno en funciones para impulsar una mínima acción política y la pasividad del Parlamento, que ha desembocado en la provisionalidad de unas Cortes impotentes para legislar. En poco más de tres meses sólo se ha logrado aprobar el decreto de prolongación de la ayuda de 426 euros mensuales para los parados de larga duración que no perciban ninguna otra prestación y la autorización para que los diputados con actividades privadas o públicas añadidas a la del parlamentario puedan seguir con ellas.
Pese a este fracaso político y al desprestigio de la vida pública, que se incrementa con cada nuevo caso de corrupción que aflora, las encuestas sobre intención de voto pronostican que el índice de participación se mantendrá similar al de la pasada convocatoria y que la abstención no ganará terreno en un electorado desencantado ante la ineptitud de los partidos políticos para entenderse y formar gobierno. Es más, el voto por correo puede crecer e influir en el resultado final, siendo determinante para despejar la incógnita de si el PSOE cederá finalmente terreno ante la coalición de izquierda Unidos Podemos.
Para el politólogo Carlos Rico, especialista en política española y derecho constitucional y profesor de Comillas, va a resultar muy complicado que no se resuelva la actual situación de bloqueo por parte de una élite política frustrada y condicionada por la necesidad de consenso. Al contrario que en nuestro entorno europeo, España nunca ha tenido una coalición de Gobierno y no existe, por tanto, tradición en la negociación y el acuerdo. No obstante, esta paradoja consiguió superarse en la Transición democrática, donde fue posible el consenso pese a que las fuerzas en liza eran más antagónicas y alejadas ideológicamente. La polarización actual se sostiene en un interés político excesivamente cortoplacista y en la irrupción de nuevos partidos que antes de sentarse a dialogar esgrimen vetos previos a cualquier acercamiento.
En la campaña del 20D, Podemos logró canalizar el discurso político en la dicotomía de lo nuevo y lo viejo, un mensaje en el que entraron todos los contendientes. Ahora ha vuelto a dictar el guion de la campaña con el eje izquierda-derecha, un planteamiento que ha hecho suyo el PP –la fuerza que consiguió más votos en 2015–, asumiendo incluso su candidato, Mariano Rajoy, el eslogan del miedo: “que vienen los extremistas”.
“Esto lleva –según Rico– a un proceso de centrifugación en el que lo van a pasar muy mal los partidos que se disputan el centro político, como ocurre con el PSOE y Ciudadanos, víctimas de un discurso ambivalente y confuso. Ciudadanos se ha dado cuenta de esta dicotomía y ha buscado posicionarse argumentado que es el freno al populismo de Podemos. Por eso Rivera se ha ido a Venezuela”.
“En unas elecciones, entre el original y la copia, la gente tiende a quedarse con el original, y en ese mensaje contra Podemos el original es el PP”, afirma Roberto Rodríguez, profesor de Relaciones Internacionales de Comillas. Este experto en comunicación política cree que la campaña electoral va a ser decisiva para movilizar el voto. “Al final no es lo que tú dices sino lo que la gente entiende. Podemos ha vuelto a establecer las reglas del juego: genera una idea, un estado de ánimo y un estado de opinión. En el nuevo frentismo representa la izquierda de la misma forma que el PP encarna la derecha. El objetivo prioritario es acabar con el PSOE, que va por detrás en el discurso de Podemos y en comunicación política si vas por detrás, has perdido”.
Todos los sondeos coinciden en señalar que se va a registrar un cierto baile de escaños. A la vista de los resultados habrá ganadores y perdedores. Quien lo tiene peor en este sentido es el PSOE, que deberá plantearse cambios si retrocede y abrir de una vez la crisis interna, larvada hasta ahora, pese a la beligerancia de los líderes que aspiran a hacerse con el control del partido.
El voto útil, o votar con la nariz tapada, que ha beneficiado tanto a los socialistas en pasadas convocatorias, no tendrá tanta fuerza el 20D. Ese voto útil ha castigado tradicionalmente a Izquierda Unida, pero ahora se invierte la tendencia. Los socialistas van a sucumbir ante sus propias contradicciones, una esquizofrenia política que les lleva a levantar la bandera del federalismo, con una actitud ambigua en Cataluña, al mismo tiempo que se apoya en una base electoral contraria a los nacionalismos independentistas y claramente unionista.
LA REFORMA CONSTITUCIONAL
La cuestión es ¿a quién voy a robar votos el 26J?… Para Rodríguez, cualquier mínima variación en el índice de participación va a ser determinante, una circunstancia que beneficia al PP si la abstención sube. “No me acabo de creer el hartazgo del electorado. Ahora hay una guerra de sondeos, que no sabemos si acierta o no, pero condicionan mucho, y la campaña va a resultar decisiva para los indecisos, igual que los debates. La segmentación del electorado por circunscripciones y el baile de escaños con un porcentaje muy pequeño de votos va a propiciar un recuento de infarto”. La imagen de los políticos se va a personalizar en la campaña, humanizándose frente a los programas e ideologías, potenciando la figura de los outsiders (sin partido), que ganan posiciones. “Algunos –argumenta Rodríguez– se refieren incluso a la privatización de la política, es decir, a vender la imagen más cercana de los candidatos, su vida privada porque a la gente le gusta ese enfoque personal”.
Las críticas al sistema electoral, motivadas por la supuesta desigualdad en el reparto de escaños, así como las irregularidades que se pueden detectar en la constitución de los grupos parlamentarios, sobre todo cuando las formaciones se ‘prestan’ diputados para alcanzar el mínimo necesario, son rechazadas por la catedrática de Derecho Constitucional de Comillas Isabel Álvarez, para quien el sistema es proporcional y, en comparación con otros modelos, justo, aunque la extrapolación de datos desde las circunscripciones provinciales al ámbito nacional pueda dar la impresión de desequilibrio y de que algunos partidos resultan beneficiados porque necesitan menos votos para lograr un escaño.
Tanto Álvarez como Federico Montalvo, también profesor de Derecho Constitucional en ICADE, creen que la reforma constitucional es ineludible y será una tarea prioritaria para el nuevo gobierno. En campaña, la reforma constitucional se ve como un arma arrojadiza, pero lo cierto es que no se puede esperar otras cuatro décadas para actualizar la Carta Magna porque se corre el riesgo de quiebra del sistema.
Hay cuestiones que no pueden esperar más, como la sucesión en la Jefatura del Estado, la reforma del Senado para que sea una auténtica Cámara de representación, el encaje de las comunidades autónomas en la nueva realidad territorial y la financiación de las administraciones públicas, por citar sólo los ejemplos más recurrentes. Otras exigencias, como el blindaje de los derechos sociales, simplemente se ven como mensajes de campaña, propaganda electoral, una auténtica barbaridad desde el punto de vista jurídico.
Los expertos entienden que la investidura es un proceso muy flexible, perfectamente reglado, y que las dudas que surgen ante su validez o irregularidad en casos en los que, como ahora sucede, es preciso repetir las elecciones ante la imposibilidad de formar gobierno, no resta legitimidad al procedimiento. Lo mismo sucede con el gobierno en funciones. Lo importante es la norma, no la temporalidad, y si existe alguna deslegitimación es la de los políticos incapaces de alcanzar un acuerdo.
Según la Constitución, el rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones y es quien encarga la formación de gobierno tras consultar a los portavoces de los grupos parlamentarios. Según Montalvo, la incertidumbre y el clima de desconfianza entraña un riesgo para la figura del monarca, máxime cuando, como ha ocurrido, se han hecho públicas las conversaciones que ha mantenido con los líderes políticos, una circunstancia que podría llegar a deteriorar las imagen del Jefe del Estado como árbitro institucional.
Para evitar este riesgo, en otras monarquías europeas, como es el caso de Bélgica y Holanda, se recurre a la mediación de un tercero, una personalidad con prestigio y lealtad institucional que modera en nombre del rey el debate y evita el desgaste del monarca.
Desde el ámbito académico, los expertos coinciden en señalar que el sistema de partidos funciona y que el bipartidismo ha evidenciado sus ventajas. Para Montalvo, “el sorpasso es destructivo y si se consuma que la coalición de Podemos e Izquierda Unida relega al PSOE se corre el riesgo de romper el sistema para virar hacia un panorama muy fragmentado como el que se visualiza en Cataluña”.