En los últimos años han salido a la luz pública innumerables evidencias que señalan a grandes empresas de ser las principales generadoras de la contaminación del plástico en el mundo. Y con el agravante de que lo hicieron teniendo conocimiento del daño que estaban ocasionando en la salud de las personas y al medio ambiente, como lo demuestran extensas investigaciones y testimonios de los mismos protagonistas.
Las empresas han pasado décadas obstruyendo los esfuerzos para enfrentar la crisis de los plásticos. Se han valido de su poder económico para comprar favores o presionar con el fin de que su acciones queden impunes. Durante ese tiempo habrían violado una gran cantidad de leyes estadounidenses.
Como suele ocurrirle a los delincuentes han dejado muchas pruebas visibles que les incriminan en el desastre. El Centro para el Derecho Ambiental Internacional se dio a la tarea de precisar algunas de esas evidencias de delitos para hacer pagar a los responsables. Todas publicadas en el informe «Hacer pagar a los contaminadores de plástico: cómo las ciudades y los estados pueden recuperar los costos en elevación de la contaminación plástica». El texto expone cómo la crisis del plástico impone cargas cada vez mayores para los recursos, presupuestos y economías de las ciudades y estados de Estados Unidos por igual. Pero equipa a los gobiernos estadales y locales con herramientas legales para responsabilizar a los productores de plástico por sus daños.
Llevar a cuestas una cruz ajena
Los estados, condados y municipios son los que tienen que lidiar con los impactos profundos, generalizados y costosos de la contaminación plástica. La implacable producción, uso y eliminación de plásticos no solo daña los sistemas de gestión y reciclaje de desechos. También obstruye los sistemas de drenaje y aguas pluviales e interrumpe las instalaciones de tratamiento de agua. Asimismo, requiere mayores inversiones en infraestructura, costos de mantenimiento y operaciones. Los gobiernos estatales y locales tienen que encargarse de pagar la limpieza extensiva de tierras públicas y vías fluviales. Al tiempo que enfrentan otras repercusiones en industrias que dependen de entornos limpios.
“Estados y ciudades están en la primera línea de la crisis del plástico y los crecientes costos que impone a los gobiernos y las economías. Desde el aumento de la gestión de residuos y los costos de infraestructura, hasta la pérdida de ingresos para el turismo y la pesca. También por el rápido aumento de gastos en salud por la contaminación plástica, estados y comunidades están sacrificando presupuestos y recursos», explica Carroll Muffett, presidente de CIEL y coautor del informe.
Los estudios revelan cada vez más que los plásticos y los productos químicos que transportan están en el suelo, agua, aire, alimento y cuerpos. Sin cambios en el status quo, se espera que la producción de plástico se triplique en los próximos 40 años. Y los daños de la crisis de los plásticos solo se acelerarán. Se deben precisar responsabilidades y hacer pagar por las consecuencias en el medioambiente.
Mentirosos habituales
Los autores reiteran que los productores sabían de los riesgos implícitos en al producción desmedida de plásticos y aun así los producían y comercializaban. Analizaron documentos internos recientemente revelados e investigaciones anteriores. Aseguran que productores petroquímicos como ExxonMobil Chemical y Shell Polymers, y productores de plásticos desechables al igual que Coca-Cola, PepsiCo y Unilever, deberían ser considerados responsables.
Muffett indicó que la producción mundial de plásticos explotó poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando “una industria que había estado produciendo plásticos principalmente para fines militares necesitaba nuevos mercados”. Entre 1950 y 2000, la producción mundial de plástico se disparó de 2 millones de toneladas a 234 millones de toneladas anuales. En los siguientes años creció hasta llegar a 460 millones de toneladas en 2019, explican los autores, citando datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Afirman que a medida que crecía la preocupación por la crisis del plástico, la industria respondió con “sofisticadas campañas de marketing”. El objetivo era atribuirle la culpa de los productores a los consumidores. En la década de 1980, la industria engañó al público. Presionó a los estados para adoptar un sistema de numeración de envases de plástico. Se parecía al símbolo de reciclaje y hacía ver el producto como reciclable.
Tretas y tratos
Massachusetts consideró prohibir en 1989 los envases de un solo uso. Había toda una iniciativa de votación, propuesta por el Grupo de Investigación de Interés Público del estado, blindada para ser aprobada y garantizar su cumplimiento. Incluía multas, tiempo en la cárcel y la posibilidad de acciones de aplicación civil. Se esperaba que la prohibición apareciera en la boleta electoral de 1990 para ser votada. Sin embargo, la industria ideó una campaña “altamente coordinada y sofisticada para matarla».
“A pesar de ser local en su alcance, la prohibición de Massachusetts representó una seria amenaza para los productores de plásticos y una serie de otros intereses de la industria”, dice el informe. Como parte de la estrategia, abogados del sector tabaco, criticado por producir colillas de cigarrillos de plástico, presionaron al fiscal general del estado para que no le diera curso a la medida. Mientras, productores de bienes de consumo como Procter & Gamble, grupos de comercio petroquímico como la Asociación de Fabricantes de Productos Químicos (que más tarde se convirtió en el Consejo Americano de Química) y el grupo de presión del tabaco, el Instituto del Tabaco, crearon un grupo de trabajo para dirigir la oposición.
El Council for Solid Waste Solutions (CSWS), financiado por los principales productores petroquímicos como Exxon, Dow, DuPont y Chevron, contrató consultores para desarrollar un plan para oponerse a las prohibiciones legislativas. El grupo presionó a los legisladores estatales para que diluyeran la medida, promoviendo el reciclaje en lugar de las prohibiciones de empaque.
Profesionales de las artimañas
Otra estrategia que emprendió la industria fue neutralizar a los ambientalistas y el trabajo organizado que hacían entre sí. Se reclutó a miembros de la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales de de Massachusetts para oponerse a la medida en las audiencias. Poco después, la organización laboral aprobó una resolución que se oponía a la prohibición.
También demandó para invalidar la medida usando un tecnicismo. Argumentó que debido a que las firmas y el texto de las peticionarias no aparecieron en la misma página, los firmantes pueden no haber revisado la propuesta. Esto finalmente tuvo éxito en la apelación; en cuestión de meses, la iniciativa de votación era historia.
La industria defendió con éxito una iniciativa de votación similar en Oregón, pero que tenía otro objetivo, según el informe. Políticos en Oregon, California y Wisconsin presentaron un proyecto de ley redactado. El documento fue elaborado expertos de derecha del American Legislative Exchange Council, que promueve el reciclaje sobre las prohibiciones de empaque.
MANTIENEN LA PRESIÓN
En la actualidad los intereses detrás de la producción de plástico parecen que están valiéndose de tácticas similares. Utilizando la base de datos de publicidad de Facebook, los investigadores encontraron que el grupo de comercio petroquímico del Consejo Americano de Química había invertido 10 millones de dólares en anuncios aparentemente locales en todo Estados Unidos en los últimos años.
Buscaba alentar a las personas a ponerse en contacto con los funcionarios locales y se oposieran a las medidas contra el plástico de un solo uso. En cambio, que abogaran el llamado reciclaje avanzado, que descompone los polímeros plásticos, pero consume mucha energía y crea contaminación.
Ross Eisenberg, presidente de Americaisens Plastic Makers, calificó la investigación de distracción de los recursos que la industria está poniendo para prevenir la contaminación. Dijo que se ignoraron “los beneficios ambientales de plástico”.
Defenderse legalmente
El informe describe diferentes formas legales que podrían ayudar a los gobiernos a buscar la responsabilidad por estos daños por la contaminación de plástico. Las relacionadas con ordenanzas por molestias serviría para demandar por los daños en sí mismos, las de responsabilidad de los productos se utilizaría para enganchar a las empresas por los perjuicios causados por el mal diseño, y la ley de protección al consumidor podría usarse para combatir las prácticas de comercialización engañosas.
Demandas vigentes han hecho uso de estas teorías legales. Se expone que Baltimore demandó a seis compañías de plástico y presentó una demanda similar contra los fabricantes de cigarrillos por filtros de plástico con basura. Nueva York también presentó en 2023 un caso contra PepsiCo. Pero los daños están más extendidos de lo que indican estas demandas, dicen los autores.
Hay otros intentos en marcha para que las empresas rindan cuentas. En California, el fiscal general, Rob Bonta, adelantó una investigación de dos años sobre la industria del plástico y su comunicación sobre el reciclaje. La averiguación podría resultar en un caso contra intereses del sector petrolero. Un informe del Centro para la Integridad Climática encontró que las empresas supieron por décadas que el reciclaje no era factible, pero lo promovieron de todos modos.
Ambos informes se suman a un “creciente cuerpo de evidencia” que muestra que la crisis de los plásticos fue “creada y perpetuada por una campaña de décadas de engaño”, asevera Alyssa Johl, vicepresidenta de CCI. Los autores escriben que estos casos “son solo el comienzo. Vendrán más a medida que más estados y municipios lidien con los desafíos de acumular desechos plásticos y contaminación de microplásticos”.