«No podemos ser indiferentes por más que el rigor científico nos exige objetividad»
En los científicos del clima conviven la curiosidad, el apego al rigor de la observación sistemática, la formulación de conjeturas y respuestas y la vida misma que les rodea. En sus investigaciones miden el impacto de los fenómenos climáticos in situ y anticipan el día después, los meses y años que correrán con comprometidos augurios si el hombre, el generador de este caos, no pone de su parte para resarcirlo. Ahora esos científicos han ventilado sus temores, desesperanzas y agobios por el cambio climático y han sido criticados por expresar sus emociones.
Los científicos son objetivos y ceñidos a metodologías, pero son personas que sienten y se preocupan cuando algún resultado es adverso para un paciente o, en este caso, para una localidad o país. Se preocupan más cuando sus recomendaciones no son consideradas, malinterpretadas o retrasadas, en franca oposición a los destinos de viabilidad y sostenibilidad del planeta.
En mayo, The Guardian, realizó una encuesta con destacados científicos del clima sobre sus hallazgos y qué despiertan en ellos. Las reacciones, muchas de ellas abrumadoras y angustiantes, están asociadas al calentamiento global, al deshielo de los glaciares, a lo que eso significa para la humanidad. También a otros descalabros climáticos que los vemos día a día con los huracanes, inundaciones, sequías. Fenómenos extremos que se profundizan y ocasionan daños.
Después de compartir sus miedos y reservas sobre el cambio climático, estos científicos fueron criticados. Pero, a la vuelta de unos meses, dijeron al diario británico que reconocer sus sentimientos es fundamental para su trabajo y que no se deben reprimirse en un intento de alcanzar una supuesta objetividad.
Emociones de científicos frente al cambio climático
Considerar irrelevantes los temores y las opiniones de los científicos sobre el cambio climático sugiere que la ciencia está separada de la sociedad y, en última instancia, la debilita, dijeron los expertos.
Comentaron que habían sido objeto de burlas por parte de algunos científicos después de participar en la encuesta. Durante la cual ellos y muchos otros expresaron sus sentimientos de miedo extremo sobre los futuros aumentos de temperatura y el fracaso del mundo a la hora de tomar medidas suficientes. Contaron que les habían dicho que no estaban cualificados para participar en el debate sobre el clima y estar difundiendo un mensaje catastrófico y que no eran imparciales.
Sin embargo, los investigadores señalaron que aceptar sus emociones era necesario para hacer buena ciencia. Incluso, era un estímulo para trabajar en mejores formas de abordar la crisis climática y el daño cada vez mayor que se está haciendo al mundo. Manifestaron que quienes desestimaban sus temores como catastróficos y alarmistas hablaban desde una posición privilegiada en los países occidentales, con poca experiencia directa de los efectos de la crisis climática.
Tres de los expertos publicaron un artículo de opinión en la revista Nature Climate Change titulado ‘Los científicos también tienen respuestas emocionales al cambio climático’. Afirmaron que, en un momento en el que la crisis climática ya ha llegado y las preguntas clave son cómo limitarla y sobrevivir a ella. Su objetivo al hablar era iniciar un debate sobre cómo los expertos en clima de todas las disciplinas pueden comunicar mejor la urgencia necesaria al público.
Objetividad inalcanzable y poco deseable
“Pretender ser un ‘robot’ es una mala ciencia”, dijo la doctora Shobha Maharaj, de la Universidad de Fiji. “La definición básica de la ciencia es tener en cuenta todos los parámetros. Si pretendes que tus emociones no existen, entonces no estás viendo el panorama general”.
Consideró que “los científicos han sido, en general, muy cautelosos con su forma de comunicarse. Eso nos ha llevado a dónde estamos ahora. No digo que debamos ponernos furiosos y decir: ‘Dios mío, este es el fin’. Pero nunca debemos ocultar la verdad siendo honestos y sinceros”.
La profesora Lisa Schipper, de la Universidad de Bonn, señaló que “como científicos sociales, somos muy conscientes de que no existe una ciencia neutral o imparcial. Sólo hay que tomar medidas para asegurarse de que los prejuicios no se apoderen de nosotros”.
El ideal de objetividad en la ciencia ha sido criticado durante mucho tiempo por los filósofos de la ciencia. Argumentan que es imposible de alcanzar y no necesariamente deseable en ningún caso.
“Si no reconocemos nuestras emociones, ¿de dónde vamos a sacar ese impulso para hacer mejor las cosas como científicos?”, preguntó Maharaj. “No deberíamos seguir trivializando el hecho de que somos científicos del clima y que también tenemos emociones”.
Schipper añadió que “si sentimos con fuerza y nos preocupamos, esa emoción también nos permite seguir estudiando lugares, personas y fenómenos que, lamentablemente, forman parte de la triste destrucción del planeta. No creo que ahora tengamos la opción de no mostrarnos indiferentes ante la investigación sobre el cambio climático”.
Opiniones varían del norte y el sur global
Maharaj también planteó la cuestión del privilegio. “Como soy una mujer de color del sur global y una científica, estoy acostumbrada a que me cuestionen todo lo que digo. Así que al principio no me sorprendió en absoluto el acoso, pero sí me preocupó. Dijeron que no podemos ser sinceros sobre lo que pensamos y cómo nos sentimos porque eso solo paralizará a la gente y la hará inactiva por el miedo”.
En su opinión esta resistencia proviene de personas que ocupan puestos privilegiados y que probablemente no han tenido experiencia de primera línea en el cambio climático. Los científicos del sur global, que están en primera línea ante eventos de cambio climático, no van a decir que por expresar nuestras emociones deberíamos dejar de intentar encontrar soluciones. De hecho, todo lo contrario. Dicen que esto debería ser el impulso para hacer más y trabajar más duro.
Schipper dijo que expresar sus temores también evita que se normalicen los impactos de la crisis climática. Desde las muertes por olas de calor hasta las personas que se quedaron sin hogar por las inundaciones y la disminución de las poblaciones de osos polares. “Cuando gritamos y decimos que estamos realmente preocupados, que estamos molestos, eso debería recordarle a la gente que estas cosas no están bien”.
La profesora Gretta Pecl, de la Universidad de Tasmania indicó que el seguimiento de la destrucción de la Gran Barrera de Coral durante 30 años le había producido llanto. Pero que los sentimientos de miedo la impulsaron a trabajar más duro.
“Los científicos manifestamos emociones cuando nos enfrentamos a los impactos del cambio climático porque nos preocupamos. Porque amamos el mundo natural y porque queremos hacer lo que podamos para minimizar el dolor y el sufrimiento de nuestros semejantes”, sostuvo.
Mayores emociones y compromiso con el ambiente
Los científicos escribieron en Nature que su objetivo al hablar era estimular el debate. “No se trata de crear discusiones entre los científicos, sino de empezar a hablar de estos temas que nadie quiere dejar de lado. Las emociones y los privilegios en torno al cambio climático”, apuntó Maharaj. “Necesitamos unimos y entendemos. El público espera información de nosotros y no se merece menos”.
Al margen de los trabajos de The Guardian y Nature hay otro estudio que enriquece el debate. ScienceDirect evaluó las respuestas emocionales y las estrategias de regulación emocional ante la crisis climática. Y su relación con el comportamiento proambiental de forma transversal mediante encuestas en línea.
Se reclutaron 1307 participantes mediante un muestreo por conveniencia de seis países europeos. Junto con una muestra distinta de 1040 participantes en Estados Unidos.
Los hallazgos del estudio replicaron la asociación bien conocida de que las emociones negativas más fuertes ante la crisis climática se vinculan con un comportamiento más proambiental. Los resultados también revelaron que los miembros del grupo emocional tenían más probabilidades de tomar medidas climáticas. Y a la vez de participar más en la regulación de las emociones que el grupo no emocional.
Sostiene ScienceDirect que “los resultados destacan el papel crucial de las emociones y las estrategias de regulación de estas emociones para mitigar la crisis climática mediante la adopción de medidas proambientales”.