El surgimiento de bacterias cada vez más fuertes y resistentes a los antibióticos, coloca en una peligrosa encrucijada a los pacientes y a los expertos. Esta vulnerabilidad supone más de 700.000 muertes anuales por esa causa y, representa un desafío adicional para la ciencia. En esa búsqueda por ganar la batalla a estas bacterias, los científicos han explorado con una toxina de la caña de azúcar: la albicidina.
La OPS-OMS calcula que las infecciones bacterianas se han convertido en un serio problema de salud pública. Podrían ocasionar 10 millones de muertes en los próximos 25 años y dejar pérdidas económicas que superarían los 100 billones de dólares para 2050.
Científicos del centro de investigación John Innes (Inglaterra), de los laboratorios de la Universidad de Técnica de Berlín (Alemania) y de la Universidad Jagiellonian (Polonia) encontraron que el método único de la albicidina para eliminar bacterias podría usarse para crear una nueva y poderosa gama de antibióticos.
La perspectiva de desarrollar nuevos medicamentos antibacterianos de esta manera ha sido aplaudida por los médicos. Los especialistas han advertido que el aumento constante de patógenos resistentes a múltiples fármacos como la E. coli (diarreas y cólicos abdominales intensos) ahora presenta una amenaza para la atención médica.
El nuevo antibiótico, la albicidina, ataca a las bacterias de una manera diferente a los medicamentos existentes, según el grupo de científicos. Esto sugiere que se podría explotar una nueva ruta para abordar las enfermedades bacterianas, dicen en un informe publicado en la revista Nature Catalysis.
“No pudimos obtener ninguna resistencia a la albicidina en el laboratorio y estamos realmente emocionados. Creemos que será muy difícil que las bacterias desarrollen resistencia contra los antibióticos derivados de la albicidina”, dijo Dmitry Ghilarov.
Resistencia a los antibióticos, una opción vegetal
La albicidina es producida por un patógeno vegetal bacteriano llamado Xanthomonas albilineans que desencadena una enfermedad devastadora. Conocida como escaldadura de la hoja, en la caña de azúcar. El patógeno usa albicidina para atacar la planta, pero hace varias décadas se descubrió que era muy eficaz para matar bacterias.
“El problema era que, en ese momento, no sabíamos exactamente cómo la albicidina atacaba a las bacterias. Por lo que no podíamos usarla como base para nuevos antibióticos porque podrían haber desencadenado todo tipo de complicaciones en el cuerpo humano. Tuvimos que determinar con precisión cómo mataba las bacterias antes de poder hacer eso, y lo hemos logrado», refirió Ghilarov.
Añadió el experto que “ahora que tenemos una comprensión estructural, podemos crear modificaciones de la albicidina para mejorar su eficacia y sus propiedades farmacológicas. Creemos que este es uno de los nuevos antibióticos candidatos más emocionantes en muchos años. Tiene una eficacia extremadamente alta en pequeñas concentraciones y es muy potente contra las bacterias patógenas. Incluso aquellas resistentes a los antibióticos ampliamente utilizados, como las fluoroquinolonas”.
La OMS advirtió que la resistencia a los antibióticos se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo. El uso excesivo indiscriminado de antibióticos ha provocado que las bacterias desarrollen resistencia a ellos. Dando lugar a la evolución de algunas cepas de microbios que se han vuelto mucho más difíciles de eliminar, lo que a su vez ha provocado mayores costes médicos, estancias hospitalarias prolongadas y aumento de la mortalidad.
¿Una batalla a ganar?
Un estudio reciente sugirió que esta resistencia a los antibióticos está matando a unas 3.500 personas todos los días, reseñó The Guardian.
«Un problema es que simplemente no hay suficiente investigación y desarrollo de nuevos antibióticos por parte de las compañías farmacéuticas», indicó el profesor Tony Maxwell, que también trabaja en el Centro John Innes. “Los nuevos compuestos solían salir al mercado todo el tiempo, pero ese ya no es el caso. Cada vez son menos las grandes empresas farmacéuticas que trabajan en antibióticos. Por lo que las autoridades farmacéuticas occidentales aprueban cada vez menos. El problema es que ya no se gana dinero con los antibióticos.
Antònia Agustí, presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica (SEFC) comentó que «este es un primer paso que puede ser muy importante». Coincidió con los autores en que el potencial clínico de la albicidina puede ser relevante. Pero cree que todavía queda mucho trabajo por delante para llegar a ese término.
«Lo que se ha dilucidado es su mecanismo de acción, pero esto es sólo un inicio», señaló a El Español. Y sugirió que todavía deben realizarse estudios en animales, estudios toxicológicos y ensayos clínicos. «Por ejemplo”, agregó, “una de las cosas que habría que ver es que se pueda producir a un nivel suficiente como para que sea viable comercialmente».
Por ahora, el equipo observa que esta toxina ha demostrado eficacia contra algunas de las bacterias más peligrosas, como la Escherichia coli. También contra la Klebsiella pneumoniae, responsable de infecciones de pulmón, intestino, en las vías urinarias o en heridas. La Pseudomonas aeruginosa, asociada a infecciones pulmonares severas o septicemia. Y la Salmonella typhimurium, responsable de la fiebre tifoidea, una enfermedad potencialmente mortal.