Fue la primera de las tres grandes batallas que los encerró en una superficie de 4,90 por no más de 6,90 metros y a 0,91 m mínimo o un máximo de 1,22 m de separación del suelo. El miércoles 8 de marzo de 2023, se cumplieron 52 años de la épica pelea que más que una pelea fue una guerra de proyecciones sociopolíticas en el Madison Square Garden de NY, la añeja meca del boxeo que protagonizaron dos auténticos monstruos los guantes: el originalmente de nombre Cassius Clay, luego Muhammad Ali, alias “el Más Grande”, con su archienemigo Joe “Smokin” Frazier o “Humeante” Joe.
Sin duda, dos de los más grandes exponentes del peso completo en los anales del rudo deporte que comenzó hace 7.000 años, posiblemente en Abisinia, imperio africano que se extendía entre lo que hoy son Etiopía y Eritrea.
Aquellos que la vieron en el sitio, y los millones que la han visto en videos, son contestes en asegurar que nunca hubo ni habrá una pelea más grande, memorable y de mayor interés en la historia (acaso solo semejante a la Ali vs George Foreman el 30 de octubre de 1974, ganada por KOT8 por el musulmán), como la bautizada la Real Pelea del Siglo XX entre el singular Muhammad Ali, el “Bocazas”, que se movía sin parar con los brazos extendidos a un lado del cuerpo, y el ponchador “Smokin” Joe, señor del gancho zurdo, ambos invictos, ambos los dos mejores pesos completos de la época, ambos enemigos irreconciliables dentro y fuera del encordado, ambos campeones olímpicos en el aficionado, el primero en Roma-60, el otro en Tokio-64.
Una guerra más que una pelea
El combate fue una guerra de corte político-social. De un lado se colocaron los partidarios de Joe Frazier, el “negro bueno”, el hombre dócil, respetuoso del establishment, fan de la patria, respaldado por una porción de sus hermanos de raza y por los blancos conservadores hoy llamados supremacistas y sarcásticamente tratado por rival que lo había llamado Tío Tom y gorila (se presentaba a las ruedas de prensa con un gorila de juguete), entre otras burlas.
De parte del desafiante estaba la mayoría de sus iguales en piel y los jóvenes blancos antibelicistas, solidarios con él por su férrea negativa a combatir en Vietnam y que era visto, y lo era, como contestatario del orden establecido a partir de su conversión al islam en abril de 1967, lo que le dejó sin coronas y en peligro de ir a presidio, de lo que escapó merced a la habilidad de sus abogados.
Su lucha en pro de los derechos civiles y de raza los resumió en una breve frase la profesora Amira Rose Davis, de la Universidad Estatal de Pensilvania: “Ali fue denigrado por ser franco, por su oposición a la guerra y por sus conexiones con la Nación del Islam”, adujo Davis. Sobre Frazier agregó que simbolizaba “una especie de América más complaciente y conservadora”.
Por su lado el historiador de boxeo Mike Silver dijo que “la pelea no era solo una batalla por los premios, sino que también tenía otras dimensiones: la raza, la política, la guerra de Vietnam”.
Ese clima tenso, de país dividido, más de corte racial y político que deportivo, era el reinante cuando los dos hombres subieron al ring del MSG y el ambiente que privó durante los 15 tramos del combate, con ambos bandos en permanentes y acaloradas discusiones y hurras de uno y otro lado.
Naturalmente, también debe anotarse que esa luminosa noche del lunes 8 de marzo encandiló todavía más con la presencia de decenas de celebridades del mundo del espectáculo (cine, radio, teatro, televisión), de las finanzas, de la política. Todo aquel con un mínimo de notoriedad quería y debía estar allí.
Así, junto a las casi 20.00 personas que coparon el MSG, las personalidades del momento se ubicaron en asientos de ringside. Barbra Streissand, Bob Dylan, Diana Ross, Hugh Hefner, Woody Allen, Diane Keaton, Dusty Hoffman; el famoso actor Burt Lancaster quien fungió de comentarista imposible de acallar, para un canal de TV al lado de Howard Cosell; el escritor Norman Mailer, que escribió una crónica de la pelea; un muy joven Bob Arum, abogado de los Kennedy, luego afamado promotor que años más tarde organizaría unas 12-16 peleas de Ali al igual que, imposible no mencionarlo, una especialísima figura que atrajo las miradas colectivas, el actor y cantante Frank Sinatra, “la Voz”, contratado por la revista Life en calidad de fotógrafo, un rol cumplido discretamente en cuanto a la calidad de sus gráficas.
Ali retorna del ostracismo
En noviembre del año anterior, Ali había retornado al boxeo y a la recuperación de su tenuemente apagada fama como gladiador. Volvía de una ausencia forzosa desde 1967, el año que perdió las fajas de la revista The Ring, de la Asociación Mundial y del Consejo Mundial de Boxeo –ahora en las sienes de Frazier–, por haberse negado a formar filas e ir a combatir militarmente en Vietnam.
Alí había conquistado el cetro por primera vez el 25/2/64, con 22 años de edad por KOT en el 6° ante Sonny Liston, con 8 exitosas defensas y en pleno apogeo. Al volver luego de la dura batalla legal venció a Jerry Quarry en tres vueltas el 26 de octubre de 1970 y a los puntos al argentino Oscar “Ringo” Bonavena el 7 de diciembre de ese año.
Aquel 8 de marzo, Ali, de 1,91 de estatura, 10 centímetros más que su rival, subió con 212 libras (96,166 kilos), de trusa roja y marca de 31 victorias, 26 por KO, 29 años y 2 meses de edad, para chocar con Frazier, 205,5 libras (93,213 kilos), vestido de verde y dorado, de 27 años, 2 meses, y récord de 26-0-0, 23 nocauts, para exponer sus fajines AMB y CMB que habían sido de ALI y que obtuvo frente a Jimmy Ellis en febrero de 1970.
Cuando sonó la campana inicial del combate, se calcula que al menos 300 millones de personas estaban en salas de cine o frente al televisor y vieron a Ali dominar los 2 primeros tramos antes de ser sacudido y estar a un tris de caer, en el tercer asalto por uno de los devastadores ganchos izquierdos de Frazier.
Las vueltas siguientes fueron una sucesión de fuego graneado, con el campeón en ligera ventaja. Ali a ratos retrocedía para evadir los recios impactos del rival, quien no cesaba de atacar. En el último asalto, el 15°, Frazier atrapó al retador con su letal cruzado zurdo y Ali se desplomó como un saco relleno de aserrín. Aunque se levantó precariamente a los 8 segundos del conteo, ya todo se había decidido.
Bajo el sistema de puntuación por rounds el titular se llevó el fallo por unanimidad: el famoso árbitro Arthur Mercante dejó 8-6-1 asaltos por JF, y los jueces Artie Aidala y Bill Retch votaron 9-6 y 11-4, respectivamente.
Falta añadir que los dos púgiles se prodigaron a tal grado en procura del triunfo que ambos fueron a parar al hospital por un par de semanas, altamente compensado el percance con la bolsa, impensable para entonces, de 2,5 millones para cada uno, pagados por los promotores Jerry Perenchio y Jack Kent Coope, este entonces dueño del equipo de basquetbol profesional Los Ángeles Lakers.
Ambos lograron ganancias superiores a los 11 millones de dólares en venta de entradas y transmisión en cines y en circuito cerrado y abierto en 370 sitios de Estados Unidos, al igual que en África, Asia, Europa. La recaudación global se calculó en más de 45 millones de dólares.
Poco tiempo después, el veterano cronista de boxeo Jerry Izemberg contó que en un almuerzo con Frazier, un pequeñín se les acercó para decirle al campeón que su papá había dicho en casa que Ali “había peleado drogado”. Frazier abrazó al nené y le dijo que sí, que le dijera al padre que era cierto, que Ali había peleado drogado. “Lo drogaron tres ganchos de izquierda”, le recalcó.
Tres años después, Ali y Frazier se vieron las caras por segunda ocasión. El 28 de enero de 1974, Ali tomó desquite en pelea fuera de título por decisión unánime en el mismo Madison y en un tercer pleito de Ali terminó otra vez con el brazo en alto en el coliseo Araneta de Ciudad Quezón, Metro Manila, Filipinas. Frazier no pudo acudir al llamado de la campana para el 14º asalto, rendido por la dura refriega y los 40 grados centígrados de temperatura. Un par de segundos después, Ali se desmayó en su esquina. Luego contó que “nunca había estado tan cerca de la muerte”.
Ali, el único que ha ostentado tres veces el cetro de todos los pesos (1964-74-78) cesó la actividad. Aureolado por su colosal fama como púgil (jamás igualada, a pesar del tiempo pasado) además de ardoroso luchador en pro de su raza y de su religión, se retiró luego de 21 años sobre el ring (1960 a 1981). Se fue con 56-5-0, 37 nocauts a favor, uno en contra.
Falleció en Scottsdale, Arizona, a los 74 años de edad por complicaciones respiratorias agravadas por el Parkinson que le diagnosticaron en 1984. Frazier peleó entre 1965-81 y dejó registro de 32 (27)-4 (3 KO)-1. Nacido en una población de Carolina del Sur, murió de cáncer hepático el 7 de noviembre de 2011 a los 67 de edad en su ciudad de adopción, Filadelfia, Pensilvania. Jamás le perdonó a Alí sus humillantes ofensas.