Por Benito Guerrero
01/05/2017
A Ibiza la llaman la Isla Blanca por su arquitectura de casas bajas pintadas con cal para evitar el calor sofocante de los meses de verano. En la parte antigua de su capital, las calles son estrechas para procurar sombra la mayor parte del día. A pesar de esta aparente calma, la isla se ha convertido en las últimas décadas en un destino turístico para aquellos amantes de grandes fiestas que disfrutan con los DJs más reconocidos del panorama internacional. Pero algo está cambiando.
En los últimos años, el turismo ibicenco está viendo como muchos visitantes buscan desconectar, perderse por las calles de la vieja Eivissa y disfrutar de la gastronomía kilómetro cero alejado de aglomeraciones y música alta. Si eres de los que está buscando una experiencia como está, sigue leyendo por que vamos a descubrirte un plan que hará de tu viaje a Ibiza un oasis de tranquilidad.
Situado en pleno corazón de la ciudad y flanqueado por las históricas murallas de Dalt Vila, que están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, encontramos el Relais & Chateâux Mirador de Dalt Vila. Un espacio pensado para aquellos que buscan relajarse y disfrutar de la otra cara de Ibiza.
El hotel está ubicado en un palacete señorial de principios del siglo XIX en el que hasta hace poco residía la familia Fajarnés. Cada una de sus habitaciones tiene un carácter especiales pues sus actuales propietarios han querido mantener la historia del espacio con su decoración original que incluye lienzos de pintores ibicencos y mármoles semipreciosos. Consiguiendo un sutil equilibrio entre la tradición y la modernidad, han equipado al alojamiento con la última tecnología.
Abre la ventana de una de sus doce habitaciones -equipadas con todos los detalles y con amenities de Bvlgari- y disfruta de unas vistas inmejorables del mar Mediterráneo y de la ciudad de Eivissa. Si no te apetece bajar a la playa y mancharte de arena puedes disfrutar de un baño en su piscina justo entre el palacete y la muralla de Dalt Vila. Te sentirás como en casa.
El hotel organiza excursiones en yate privado a Formentera y a otros rincones especiales de las Islas Pitiusas, y también actividades culturales como las rutas teatralizadas por el casco antiguo coincidiendo con la transformación de la ciudad en un gran teatro al aire libre poblado de juglares, artesanos, orfebres y mercaderes de especias.
Las opciones son infinitas: probar el flaó, el postre típico de la isla; hacerse con una botella de hierbas ibicencas o de frígola, las dos bebidas de referencia; pasear entre galerías de pintores y pequeñas boutique; hacerse con unas joyas artesanas; ver una película en el cine al aire libre de los baluartes o visitar los museos más emblemáticos como el Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza.
La despensa mediterránea de Dalt Vila
Además de la Ibiza cultural, el Mirador de Dalt Vila nos descubre la gastronomía balear a través de sus tres espacios gastronómicos. Con una coqueta terraza con las mejores vistas del casco antiguo, el restaurante Es Mirador apuesta por una cocina mediterránea de vanguardia.
En la Enoteca, se pueden degustar los mejores vinos de la isla y también los del resto del país. Y para los que buscan un trago diferente, en el Cocktail Bar pueden encontrar una carta de cócteles de autor que se adapta los paladares más exigentes. Buen provecho y feliz viaje.