Sin embargo, también se ha reducido las tasas de vacunación. Cuestionan la seguridad y eficacia de la vacuna aunque ha sido ampliamente estudiada y probada
Las muertes por cáncer de cuello uterino disminuyeron drásticamente entre mujeres menores de 25 años en Estados Unidos y todo apunta a que fue gracias a la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH), un avance que marca un hito en la salud pública.
Ashish Deshmukh, co-director del programa de investigación sobre prevención y control del cáncer en el Centro Oncológico Hollings, destaca que «la vacunación es la única explicación de esta sorprendente y sustancial disminución». Este hallazgo es un gran paso, porque el cáncer de cuello uterino es una enfermedad prevenible.
Un equipo de investigadores a cargo de Deshmukh analizó datos sobre muertes por cáncer cervical desde 1992 hasta 2021. Encontró que durante ese tiempo las tasas de mortalidad habían disminuido notablemente. Entre 2013 y 2021, la mortalidad cayó hasta un 15,2% anual, lo que contrasta con una disminución más lenta del 3,7% en años anteriores. Un cambio radical demuestra el impacto positivo de la vacunación en la salud de las mujeres jóvenes.
Retroceso en cobertura amenaza los logros
A pesar de estos avances, hay un aspecto preocupante: las tasas de vacunación contra el VPH están disminuyendo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la cobertura cayó del 79,3% en 2022 al 75,9% en 2023 entre adolescentes elegibles. Esta tendencia es alarmante y puede poner en riesgo los logros que se han alcanzado hasta ahora.
El aumento del escepticismo hacia las vacunas lo fomenta la desinformación que circula en redes sociales. Deshmukh enfatiza que «hay más desinformación sobre el VPH que información positiva». Esto crea un ambiente en el que muchas personas cuestionan la seguridad y eficacia de la vacuna, a pesar de que ha sido ampliamente estudiada y la consideran segura.
La situación exige una respuesta proactiva. Es fundamental educar a la población sobre los beneficios de la vacunación y desmentir los mitos que rodean al VPH. Jay Berzofsky, jefe de la rama de vacunas del Instituto Nacional del Cáncer, subraya la necesidad de emprender esfuerzos adicionales para informar a los padres sobre cómo esta vacuna puede salvar vidas.
Qué lo causa
Casi todos los cánceres cervicales se deben al virus del papiloma humano. El VPH es común y se disemina a través del contacto piel con piel y también a través de las relaciones sexuales. Existen muchos tipos de VPH.
La conducta sexual de la mujer puede aumentar su riesgo de padecerlo. Por ejemplo, tener relaciones sexuales a una edad temprana, múltiples parejas sexuales o una pareja o múltiples parejas que participen en actividades sexuales de alto riesgo la hacen más propensa al contagio. Otros factores de riesgo son no recibir la vacuna contra el VPH, estar en condiciones económicas desfavorables o sistema inmunitario debilitado.
La mayor parte del tiempo el cáncer cervical es asintomático, pero entre las dolencias más comunes que se presentan al inicio de la enfermedad están el sangrado vaginal anormal entre periodos, después de la relación sexual o después de la menopausia. También el flujo vaginal que no cesa, que puede ser pálido, acuoso, rosado, marrón, con sangre o de olor fétido. Los periodos menstruales que se vuelven más abundantes y que duran más de lo normal pueden ser una señal del desarrollo de la enfermedad.
El cáncer cervical puede diseminarse a la vagina, los nódulos linfáticos, la vejiga, los intestinos, los pulmones, los huesos y al hígado. Cuando el cáncer está avanzado y se ha propagado empiezan a ser más evidentes los síntomas, entre los que se distinguen dolor abdominal y de espalda,fracturas o dolor en los huesos, fatiga, fuga o filtración de orina o heces por la vagina, dolor en las piernas, pérdida del apetito, dolor pélvico, hinchazón en una sola pierna y pérdida de peso.
El espectro del VPH es mayor
Algunas cepas llevan a desarrollar no solo cáncer cervical, sino también orofaríngeo, anal y vulvar. Otras pueden causar solo verrugas genitales, mientras que existen unas que no generan problema alguno. La infección persistente con cepas de alto riesgo del VPH es un factor clave en el desarrollo de estos cánceres. Por tanto, la vacunación tiene un impacto más amplio en la salud pública.
La vacuna contra el VPH se introdujo en 2006 y la recomienda para personas entre 9 y 45 años de edad. La versión más reciente protege contra nueve tipos diferentes del virus, incluidos los más peligrosos. Su implementación adecuada puede ser decisiva en una reducción aún mayor de casos y muertes por cáncer asociado al VPH.
Además, es importante recordar que el cáncer cervical se diagnostica con mayor frecuencia entre mujeres de 35 a 44 años. Aunque es raro antes de los 25 años, también puede presentarse. Por ello, seguir promoviendo tanto la vacunación como las pruebas de detección temprana es esencial para proteger a las mujeres jóvenes.
Expectativas futuras
Se espera que las muertes por cáncer cervical sigan disminuyendo a medida que las cohortes vacunadas envejezcan. Las mujeres que tenían 25 años en 2021 son parte del primer grupo que recibió esta vacuna desde su introducción. Esto significa que se pueden observar efectos positivos a largo plazo en su salud.
El estudio demuestra claramente que las mujeres morían de cáncer cervical incluso con pruebas y tratamientos previos a las vacunas. Esto refuerza la idea de que la vacunación es esencial para reducir aún más las muertes por esta enfermedad. A medida que este grupo vacunado envejezca, se anticipa una reducción aún mayor en los casos y muertes por cáncer cervical.
Sin embargo, la adopción de la vacuna contra el virus del papiloma humano enfrenta varios obstáculos en diferentes regiones del mundo. A pesar de ser una herramienta eficaz para prevenir el cáncer de cuello uterino, su implementación ha sido desigual, especialmente en países de bajos ingresos.
Desigualdades económicas
Uno de los obstáculos más significativos es la inequidad socioeconómica. Según un informe, más del 85% de los países de ingresos altos han incorporado la vacuna en sus programas nacionales de inmunización, mientras que menos del 25% de los países de bajos ingresos lo han hecho. Esto se traduce en que el 90% de las muertes por cáncer cervical ocurren en naciones con ingresos bajos y medios. La pobreza limita el acceso a servicios de salud y, por ende, a la vacunación.
Además, los costos asociados con la producción y distribución de la vacuna son elevados. En muchos países en desarrollo, la falta de financiamiento adecuado dificulta la implementación de programas de vacunación eficaces. Esto genera un retraso en el acceso a tecnologías que salvan vidas, lo que afecta a las mujeres jóvenes, que son más vulnerables a esta enfermedad.
La desinformación sobre la vacuna contra el VPH es otro factor que contribuye a su baja aceptación. Miedos infundados sobre efectos secundarios, especialmente relacionados con la fertilidad, han llevado a muchas familias a rechazar la vacunación. En Japón, por ejemplo, la recomendación para vacunar se suspendió durante casi una década debido a preocupaciones sobre reacciones adversas reportadas en los medios.
Este fenómeno no es exclusivo de Japón. Otros países como Dinamarca y Colombia también han visto un aumento en la reticencia hacia las vacunas. La desconfianza hacia las autoridades sanitarias y las creencias culturales juegan un papel importante en esta resistencia. Las campañas educativas son esenciales para abordar estos temores y proporcionar información veraz sobre los beneficios y riesgos asociados con la vacuna.
Efectos de la pandemia
La pandemia exacerbó muchos de estos problemas al interrumpir los programas de vacunación existentes. Las tasas de cobertura contra el VPH cayeron debido a las restricciones impuestas por los confinamientos y al enfoque en la vacunación contra el COVID-19. Esto ha llevado a un retroceso en los logros alcanzados anteriormente en materia de salud pública.
La Organización Mundial de la Salud ha lanzado iniciativas para acelerar la eliminación del cáncer cervical, pero el éxito depende del restablecimiento y fortalecimiento de los programas de vacunación. Es necesario que se recupere el tiempo perdido para garantizar que las niñas tengan acceso a la vacuna antes de cumplir 15 años.
Para superar estos obstáculos, es fundamental implementar estrategias adaptadas a cada contexto local. La colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales como GAVI y Unicef, y comunidades locales ayudaría a aumentar la aceptación y cobertura.
Las iniciativas deben centrarse en comprender las actitudes locales hacia la vacunación y abordar las preocupaciones específicas que puedan existir. La educación comunitaria puede ayudar a desmitificar la vacuna y aumentar su aceptación entre padres e hijos.
Impacto en Europa y otras regiones
En Europa, la introducción de la vacuna contra el VPH marcó un cambio notable en la salud pública. Desde su aprobación en 2006 se ha observado una disminución considerable en las tasas de cáncer cervical. En el Reino Unido, un estudio reveló que las mujeres vacunadas a los 12 y 13 años presentaron un 87% menos de tumores cervicales en comparación con aquellas no vacunadas. De manera similar, Suecia reportó una reducción del 88% en las tasas de cáncer entre mujeres que recibieron la vacuna durante su adolescencia.
Además, se calcula que la vacunación podría prevenir hasta 27.000 casos de cáncer de cuello uterino y 12.000 muertes anualmente en el continente. Esto destaca no solo la efectividad de la vacuna, sino también su potencial para aliviar la carga económica asociada al tratamiento del cáncer cervical, que puede costar hasta 26.000 euros por paciente en países como Italia.
Australia es otro ejemplo destacado donde la vacunación ha demostrado ser efectiva. Desde el inicio del programa de vacunación en 2007 se ha registrado una casi desaparición de verrugas genitales y una notable reducción en las lesiones precoces asociadas al VPH.
En América Latina, aunque la adopción de la vacuna ha sido más lenta debido a desafíos económicos y logísticos, algunos países han comenzado a ver resultados positivos. Por ejemplo, Chile ha implementado programas de vacunación que han mostrado una reducción en las tasas de infecciones por VPH y lesiones precoces. Sin embargo, muchos países aún enfrentan obstáculos significativos para lograr tasas altas de vacunación. La falta de recursos y desinformación sobre la vacuna son barreras comunes que deben ser abordadas para mejorar la cobertura.
Posibilidad de erradicación
La eliminación del cáncer cervical es una meta alcanzable si se implementan ampliamente programas de vacunación y detección. La combinación efectiva de estas estrategias puede llevar a una reducción drástica en los casos futuros.
A nivel global, el cáncer cervical sigue siendo uno de los más comunes entre mujeres. En Estados Unidos se espera que este año cierre con aproximadamente 13.820 nuevos casos diagnosticados y unas 4.360 muertes relacionadas con esta enfermedad.
Karen Knudsen, exdirectora ejecutiva de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, afirma que «la oportunidad para acabar realmente con el cáncer cervical está a nuestro alcance». Los datos actuales brindan confianza no solo para prevenir el cáncer cervical sino también otros tipos provocados por el VPH.
Es esencial que tanto los profesionales médicos como los padres trabajen juntos para aumentar las tasas de vacunación contra el VPH. La educación y sensibilización son clave para asegurar que más jóvenes estén protegidos contra esta enfermedad potencialmente mortal.