El toma y dame entre artistas y la empresa OpenAI por el sistema de inteligencia artificial Sora se inserta en un contexto de preocupaciones sobre el avance de la IA y su impacto en diversas industrias, especialmente en el ámbito creativo
La reciente introducción de Sora, el generador de video de OpenAI, desató una ola de críticas entre artistas y cineastas. Con su capacidad para crear videos a partir de texto, Sora promete transformar la industria cinematográfica. Sin embargo, el lanzamiento ha sido marcado por la controversia.
OpenAI otorgó acceso anticipado a Sora a un grupo selecto de artistas, quienes esperaban colaborar en el desarrollo de este avance de la IA. Esta estrategia se presentó como una oportunidad para que los creativos influyeran en las características finales del producto. Sin embargo, muchos de estos artistas pronto se sintieron utilizados como «probadores de errores gratuitos».
En lugar de recibir apoyo y reconocimiento por su contribución, se vieron atrapados en un proceso que parecía más orientado a la promoción que a la colaboración genuina. La situación se intensificó cuando algunos artistas decidieron filtrar el acceso a Sora en plataformas como Hugging Face.
Un acto de desafío contra lo que percibían como prácticas comerciales explotadoras. En una carta abierta que manifestaron que la empresa pretendía utilizar en su sistema de inteligencia artificial sus obras y su tiempo sin una compensación justa, lo que generó un debate sobre la ética detrás del acceso anticipado a herramientas tan poderosas.
La protesta no solo refleja el descontento con OpenAI, sino también una tensión más amplia entre la tecnología y el arte, así como la creciente preocupación por cómo las grandes corporaciones manejan los derechos de los creadores en la innovación tecnológica.
Carta abierta vs OpenAI
Más de 630 artistas firmaron la carta expresando descontento con las prácticas comerciales de OpenAI. Además de un llamado a la acción es una declaración sobre el estado actual del arte y la tecnología. Argumentan que no son «marionetas de relaciones públicas» y que el uso del arte para «lavar de verde» los daños tecnológicos es absolutamente inaceptable. Rechazan que las corporaciones pretendan utilizar el arte para legitimar productos que tendrían «consecuencias negativas para los creadores».
La misiva también pone de relieve una preocupación que comparten muchos artistas: ser despojados de su agencia creativa. A medida que las herramientas impulsadas por IA se vuelven más sofisticadas, como Sora, existe un temor real de que a los artistas sean considerados obsoletos o reemplazables. La frase «tokens de validación» usada en la carta encapsula este miedo. Los artistas no quieren ser simples validadores de una tecnología sin recibir reconocimiento o compensación.
Las herramientas como Sora plantean dudas sobre el futuro del arte mismo. Si pueden generar un contenido visual impresionante sin intervención humana significativa, ¿qué significa eso para la autenticidad y el valor del arte? La carta abierta intenta defender el presunto derecho de crear que los protege y también iniciar un diálogo sobre la relación entre los creadores y las tecnologías emergentes.
La tecnología detrás de la innovación
Sora genera videos a partir de descripciones textuales utilizando un modelo de difusión. Un enfoque innovador que le permite al sistema comenzar con una imagen borrosa llena de estática y transformarla gradualmente en un video claro y pulido.
La capacidad técnica es impresionante. Puede producir escenas complejas con múltiples personajes y detalles precisos del entorno. Sin duda alguna, abre posibilidades creativas sin precedentes, pero también plantea preguntas sobre su impacto en la industria cinematográfica.
Sin embargo, si bien Sora puede producir resultados visualmente atractivos, no puede generar videos realistas, carece de comprensión profunda sobre causalidad y contexto espacial. Esto significa que puede crear situaciones visualmente impactantes, pero sin sentido lógico y un cautico uso del tiempo y del espacio que pueden ser problemáticos en contextoss donde la coherencia es clave para contar una historia efectiva.
Además, hay preocupaciones sobre cómo se entrenó Sora y qué datos se utilizaron para desarrollar su capacidad generativa. A OpenAI la han críticado por no ser transparente sobre el uso de obras protegidas por derechos de autor en el entrenamiento del modelo. Los artistas plantean dilemas éticos sobre la propiedad intelectual de los creadores cuyos trabajos pueden haber contribuido al desarrollo del sistema sin su consentimiento.
Implicaciones para la cinematografía
Sora podría cambiar radicalmente cómo se producen las películas. Con su capacidad para generar escenas complejas en minutos, muchos temen que reemplace a actores y equipos creativos. La preocupación es especialmente relevante en un momento cuando la industria cinematográfica se enfrenta a cambios en los hábitos del consumidor. Los cineastas pueden creer que herramientas como Sora pueden desvalorizar el trabajo humano en el cine. Otra vez se asume la duda de siempre: si una IA puede crear contenido visual atractivo sin necesidad de un equipo completo o presupuesto, se acabarían las oportunidades laborales. Las producciones independientes podrían beneficiarse al reducir costos a expensas de trabajos estables y bien remunerados.
Otros han visto implicaciones éticas en el uso de IA en narrativas cinematográficas y filosóficas. Especulan que si Sora puede facilitar la creación rápida de contenido visual, ¿qué sucede con las historias humanas detrás del arte? ¿Quién la asume? La narrativa cinematográfica tradicional depende del contexto cultural y emocional que solo los humanos pueden proporcionar, lo que implica que la excesiva dependencia en herramientas automatizadas generaría en historias menos auténticas o significativas, que tampoco lo son los bodrios de violencia que produce la industria del cine como chorizos.
La respuesta de OpenAI
OpenAI afirma que su intención es equilibrar creatividad y seguridad antes del lanzamiento público de Sora. Un portavoz dijo que cientos de artistas han contribuido al desarrollo inicial y han ayudado a priorizar características y salvaguardas. Sin embargo, muchos artistas sienten que no han sido escuchados ni valorados adecuadamente.
El retiro sorpresivo al acceso a Sora después de las filtraciones generó dudas sobre las intenciones reales del sistema de inteligencia artificial. Los críticos ven una falta de confianza de la empresa en su propio producto y el temor subyacente a las repercusiones negativas de un lanzamiento prematuro. Preguntan si OpenAI está comprometida con un desarrollo responsable o solo le interesa capitalizar rápidamente sus innovaciones tecnológicas.
Otra propuesta o condición, depende del solicitantes, es que la empresa debe demostrar que puede implementar medidas efectivas para evitar abusos relacionados con deepfakes y otros usos malintencionados de la tecnología. Señalan que dada la creciente preocupación a sobre los potenciales efectos nocivos del contenido generado por IA, consideran indispensables establecer protocolos claros y transparentes para garantizar un uso ético y responsable. Igual debería ocurrir con el fabricante cuchillos y las bombonas de gas, y de las armas permitidas, incluso las hiperrealistas pistolas de juguetes.
¿Qué es ser un creador?
Mientras algunos ven en Sora una herramienta revolucionaria que democratiza el cine, otros advierten sobre sus efectos perjudiciales. Por un lado, podría permitir a los creadores producir contenido visual sin necesidad de grandes presupuestos o equipos técnicos complejos, y abrir oportunidades para narrativas diversas e innovadoras marginadas por las grandes productoras. Una democratización que viene acompañada de algunos riesgos. Sí, el empleo.
A medida que las herramientas basadas en IA se vuelven más accesibles, crece el temor entre los profesionales establecidos de que sus carreras podrían ser socavadas. Si bien es cierto que algunas voces nuevas podrían surgir con estas herramientas, es posible que muchas otras serían desplazadas o ignoradas. Esta dicotomía plantea preguntas sobre lo que significa ser un creador. Si cualquier persona puede generar contenido visual utilizando IA, cómo se define y valora el talento artístico. El valor del trabajo humano podría verse disminuido si se prioriza la eficiencia tecnológica sobre la genuina expresión creativa.
Futuro del trabajo creativo: adaptarse
La preocupación por el futuro del trabajo creativo no solo está presente en el séptimo arte. Si bien Sora puede mejorar la eficiencia en la producción, también plantea interrogantes sobre la calidad del guion y la posibilidad de una herramienta que pueda mejorarlos. A medida que las herramientas impulsadas por IA son cada vez más comunes, habrá que encontrar formas efectivas de integrar las tecnologías potenciando el valor creativo humano.
A pesar de las presuntas amenazas que representan Sora y otras tecnologías similares, muchos creativos están decididos a adaptarse e innovar ante y con estos avances. La historia del cine está llena de innovaciones inicialmente vistas con escepticismo —desde el sonido hasta los efectos especiales digitales— y cada vez más artistas encuentran maneras únicas e inspiradoras para integrar estas herramientas en sus propios procesos creativos sin comprometer su visión personal.
Los cineastas están explorando formas novedosas para combinar habilidades tradicionales con capacidades avanzadas ofrecidas por sistemas como Sora. Esto incluye experimentar con narrativas interactivas o fusionar elementos generados automáticamente junto con actuaciones humanas auténticas. Una mezcla potencialmente poderosa capaz tanto emocionar al público como desafiar sus expectativas acerca del medio cinematográfico mismo. Además, y quizás lo más importante, los artistas están comenzando a organizarse colectivamente alrededor de cuestiones relacionadas con el uso responsable y ético de la tecnología dentro sus campos respectivos.