La COP29 cumplió con las expectativas de los pesimistas. Primaron los desacuerdos e intereses; lo acordado navega en vaguedades
El calentamiento global mantuvo los ánimos caldeados en la COP29. Estuvo a punto de estallar, pero en el último minuto se logró un acuerdo, que por supuesto a nadie dejó satisfecho. Una salomónica salida del tipo “agarrar, aunque sea fallo”. Mientras se vuelve a correr la arruga con el peliagudo tema del abandono de los combustibles fósiles.
Los economistas de la ONU estimaron las necesidades de financiamiento para afrontar la transición climática en un 1,3 billones dólares anuales. Se lograron, a regañadientes 300.000 millones. Apenas el 23% de lo requerido y envuelto en un mar de ambigüedades. El nuevo monto sustituye el objetivo anterior de 100.000 millones anuales para 2020. (Que se alcanzó en 2022, con dos años de retraso).
En el COP28 unos delegados de los países insulares lloraron frustrados al leer como en el el documento aprobado, se habían ignorado sus peticiones y propuestas. En el COP29 tuvieron que retirarse de la plenaria y amenazar con el colapso y fracaso de la cumbre, para lograr algo.
La COP29 concluyó sin que nadie pueda cantar victoria. Los optimistas consideran que pese a todo fue un avance. Aunque precario el acuerdo demostró que el multilateralismo sigue vivo en un escenario marcado por la inflación, el auge del populismo, el segundo mandato del presidente electo Donald Trump y las guerras en Ucrania y Oriente. Factores que, sin duda, influyeron en las chequeras de los países.
También puso de manifiesto las limitaciones financieras internas de los países desarrollados y la resistencia de algunos productores de combustibles fósiles a abandonar esas fuentes de energía. Pero el resultado de la COP29 plantea serias dudas sobre el futuro de las negociaciones climáticas.
Las profundas divisiones existentes entre los países desarrollados y en desarrollo podrían dificultar el logro de acuerdos más ambiciosos en futuras conferencias. Además, la creciente influencia de los intereses económicos y geopolíticos en las negociaciones climáticas representa un desafío significativo para la acción climática global.
Parodia de justicia
Al acuerdo alcanzado en Bakú lo calificaron como como una «parodia de la justicia». Los países menos desarrollados y los pequeños Estados insulares en desarrollo no ocultaron la profunda decepción que les produjo el resultado de la COP29. Para la delegada india, Chandni Raina. «Este documento no es más que una ilusión óptica», afirmó.
Aunque establece un nuevo piso para la financiación climática, el objetivo resulta insuficiente a la luz de la magnitud de la crisis climática y las crecientes necesidades de los países en desarrollo. Además, el proceso de negociación estuvo marcado por las tensiones y un clima de desconfianza entre las partes.
«Este acuerdo ha ahondado las profundas divisiones entre países desarrollados y en vías de desarrollo en el seno de la CMNUCC», afirmó Debbie Hillier, de Mercy Corps, utilizando las siglas del foro de la ONU sobre el clima.
Los países menos desarrollados y los pequeños Estados insulares pese a la presión que ejercieron por una mayor financiación climática vieron como, de nuevo, sus demandas fueron desatendidas. «Hemos luchado mucho y hemos conseguido algo para nuestras comunidades. Nos vamos con una pequeña parte de la financiación que los países vulnerables al clima necesitamos urgentemente», declaró en un comunicado, Tina Stege, enviada climática de las Islas Marshall.
Un paso adelante, dos atrás
La COP29 en Azerbaiyán estuvo marcada por una serie de impases. Las negociaciones, como ya ha ocurrido en las cumbres previas, se prolongaron hasta el tiempo extra en la COP29 en Azerbaiyán. Amargas recriminaciones llevaron a una sesión a puerta cerrada el sábado, lo que parecía un punto muerto fatal.
La salida de un grupo de países vulnerables, liderados por pequeños estados insulares, fue un claro indicio de la frustración que reinaba entre quienes se encuentran en la primera línea de la crisis climática. Amenazó con hacer naufragar la cumbre un hecho sin precedentes en las tres décadas de negociaciones climáticas de la ONU.
Como ningún anfitrión quiere quedar en la historia como el de la primero cuya cumbre que fracasa, renovaron los esfuerzos, y las presiones, para asegurar un acuerdo final, aunque fuera decepcionante.
Un grupo más pequeño de negociadores se reunió en una sala apartada y, después de dos horas y media, logró un marco para un acuerdo. Los países pobres obtuvieron la promesa de al menos 300.000 millones de dólares en apoyo anual para combatir el cambio climático. La cifra está lejos de lo que realmente se necesita.
Peor aún, la nueva financiación climática no está ajustada por inflación y gran parte de ella se va a proporciona en forma de préstamos, no subvenciones. La hace poco atractiva o directamente inutilizable para las naciones endeudadas. Aun así, el acuerdo representa el mayor compromiso de financiación logrado en las negociaciones climáticas de la ONU.
«Creo que es un paso importante hacia adelante para todos nosotros… Fue una oportunidad para mostrar unidad en tiempos geopolíticos verdaderamente muy complicados», comentó el jefe climático de la UE, Wopke Hoekstra. Sin embargo, los expertos advierten que este progreso es frágil. Y que se necesitan esfuerzos mucho más ambiciosos para evitar los peores impactos del cambio climático.
Suma cero Norte-Sur
El ministro de Medio Ambiente de Azerbaiyán, Mukhtar Babayev, señaló directamente a los países ricos como los principales responsables de la dificultad para alcanzar un acuerdo en la COP29. Según dijo fue la reticencia de los países desarrollados a aumentar sus contribuciones financieras lo que estuvo a punto de hacer fracasar las negociaciones. En contraposición Babayev alabó la posición de China por trabajar estrechamente con el grupo G77 de las naciones más pobres del mundo durante las dos semanas de conversaciones.
China habría propuesto como objetivo el aporte de 500.000 millones de dólares. Aunque serían insuficiente para limitar el calentamiento global a 1,5 °C, Babayev lo consideró una cifra más aceptable. También Kenia y varias naciones africanas coincidieron con el ministro azerbaiyano.
China, que siempre argumenta que es una potencia mundial, está clasificada como país en desarrollo, (paradojas de la ONU) y rechaza la idea de asumir mayores obligaciones financieras. Posición criticada por parte de los países ricos, que le exigen una mayor contribución a la financiación climática. China Argumenta que ya proporciona una gran cantidad de ayuda a los países en desarrollo a través de la cooperación sur-sur (omite que es por vía de préstamos).
Babayev dijo que el «gran avance de Bakú» se produjo 35 horas después de la fecha límite oficial. El acuerdo prevé que los países en desarrollo reciban al menos 1.300 millones de dólares al año de aquí a 2035 (aunque la promesa está envuelta en un mar de ambigüedades). Atribuyó que se hayan alcanzado los 300.000 millones a la presión de Azerbaiyán sobre la Unión Europea.
Es muy probables que la mayor parte proceda de inversiones del sector privado. Una cantidad no especificada podría ser el aporte de posibles nuevos impuestos, como gravámenes sobre los combustibles fósiles, los pasajeros frecuentes y el transporte marítimo.
Los anfitriones no escaparon a la crítica. Varios delegados de diferentes países declararon a The Guardian que la presidencia de la COP29 no parecía controlar el proceso. Pedía ayuda que luego ignoraba y no estaba disponible en momentos clave.
Desafíos y Limitaciones
- Definición de la financiación climática: Aún no existe una definición clara y consensuada de lo que constituye la financiación climática. Dificulta la transparencia y la rendición de cuentas.
- Préstamos vs. subvenciones: La mayor parte de la financiación se otorga en forma de préstamos. Aumentando la carga de deuda de los países en desarrollo.
- Ajuste por inflación: La meta de 300.000 millones de dólares no está ajustada por inflación. Significa que su valor real disminuirá con el tiempo.
- Dudas sobre el cumplimiento: Existe un escepticismo generalizado sobre la capacidad de los países desarrollados para cumplir con sus compromisos financieros.
Controvertido comercio de carbono
La COP29 en Bakú concluyó con lo que si presidente calificó como “acuerdo histórico” sobre las reglas que rigen el comercio global de créditos de carbono. Pero el sistema no está exento de defectos graves que pueden socavar sus objetivos.
El comercio de carbono permite a países y empresas comprar créditos para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero en otras partes del mundo. Aunque el sistema podría dirigir miles de millones de dólares a proyectos ambientales (se estima en 250,000 millones anuales) y proporcionar certeza a los países y empresas, también corre el riesgo de dar permiso para seguir contaminando a países y empresas.
El acuerdo, conocido como Mecanismo de Comercio del Acuerdo de París, se debatió por casi una década. El Artículo 6 del acuerdo climático global de París de 2015 establece las reglas para un mercado global de carbono supervisado por las Naciones Unidas, abierto tanto a empresas como a países. Pero las normas para el comercio de carbono son notoriamente complejas y difíciles de negociar.
La Climate Land Ambition and Rights Alliance expresó su preocupación por el riesgo de «doble contabilización» y el daño a las comunidades. Especialmente a los pueblos indígenas, que pueden verse afectados por los proyectos de almacenamiento de carbono o de plantación de árboles en sus territorios.
También cuestionan que se utilice el almacenamiento temporal de carbono en suelos y bosques para compensar las emisiones de combustibles fósiles que permanecen en la atmósfera durante milenios.
Pese a lo cual las negociaciones continúan y se espera que las Naciones Unidas establezcan un registro para el comercio centralizado de créditos de carbono el próximo año. Según los ambientalistas la capacidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del comercio de carbono es una incógnita.
A pesar de la promesa histórica de abandonar los combustibles fósiles hecha en la COP28, los países productores de petróleo, liderados por Arabia Saudita, lograron debilitar significativamente el lenguaje del acuerdo.
Retroceso
Además del espaldazo de Babayev, China obtuvo una victoria, al conseguir que los países en desarrollo se opusieron a su inclusión (y de las naciones del Golfo) en la base oficial de donantes. Por lo que no está obligada a aportar al financiamiento anual. El texto final «alienta» a los países en desarrollo a contribuir de manera voluntaria.
A juicio de los expertos un revés para los países pobres fue que los subobjetivos para canalizar más dinero a las actividades de adaptación y reparación de pérdidas y daños causados por el clima también quedaron fuera del texto acordado.
En paralelo, la COP29 también fue testigo del retroceso en la ambición de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de la promesa histórica de abandonar los combustibles fósiles hecha en la COP28, los países productores de petróleo, liderados por Arabia Saudita, lograron debilitar significativamente el lenguaje del acuerdo.
La coalición contra los subsidios a los combustibles fósiles se expandió, pero no alcanzó sus objetivos iniciales. Arabia Saudita, en cambio, logró lo que no pudo en la COP28: bloquear cualquier lenguaje sobre combustibles fósiles en la COP29. La presidencia también eliminó del texto propuestas para ampliar la capacidad de almacenamiento de energía y las redes eléctricas.
Correr la arruga otra vez: combustibles fósiles, tabú en Bakú
Los combustibles fósiles son los responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero implicadas en el cambio climático. Reducir hasta eliminar su consumo es esencial. En la COP 28 de Dubái logró por primera vez citarlo de forma explícita. Sin embargo, las presiones del lobby petrolero en Bakú, encabezadas por Arabia Saudí, consiguieron dejar fuera del acuerdo cualquier referencia a la reducción del consumo y producción del petróleo y gas.
Varios grupos de países expresaron su decepción con el texto y dijeron que no podían aceptarlo. El presidente de la COP29 optó por aplazarlo. Los países volverán a revisar el proceso en las conversaciones de mediados de año en Bonn.
El tamaño de la decepción con la COP29 es de tal magnitud que el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, reconoció que “había esperado un resultado más ambicioso, tanto en materia financiera como de mitigación”.
El acuerdo alcanzado en la COP29 aumenta la presión sobre Brasil, anfitrión de la COP30 el año que viene. Todos los temas candentes, como el clima, quedaron en suspenso hasta la próxima cita en Belém. Una taima de un año para que los países decidan si se comprometen a reducir las emisiones de forma más estricta y proporcionen una mayor financiación para el clima, o si lo vuelven a postergar como vienen haciendo año tras año en las COP. Mientras, el cambio climático, sigue agravándose.