El rechazo al turismo masivo se sigue expandiendo. Florencia y Japón se unen a los destinos que le imponen restricciones
El hartazgo de los principales destinos con el turismo masivo sigue creciendo. Japón y Florencia se unen a la oleada de imposición de medidas restrictivas que buscan proteger sus emblemáticos lugares e intentar recuperar la calidad de vida de los residentes. Lograr el equilibrio es todo un reto, porque tampoco se pueden dar el lujo de renunciar a la importante fuente de ingresos.
Luego de la pandemia el apetito por viajar sigue creciendo. El sector turístico global experimenta una recuperación asombrosa en 2024. Supera las expectativas más optimistas tras la crisis sanitaria. Según los últimos datos de la Organización Mundial del Turismo, los viajes internacionales alcanzaron niveles casi prepandemia. Impulsados por una creciente demanda de experiencias y la flexibilización de las restricciones sanitarias.
En los primeros siete meses del año, se estima que 790 millones de turistas exploraron destinos internacionales. Representa un incremento del 11% en comparación con el mismo periodo de 2023. Tendencia al alza que se prevé continúe, con estimaciones que apuntan a que el número total de turistas internacionales podría alcanzar los 1.500 millones para finales de año. Un aumento del 17,23% respecto al año anterior.
Desafíos latentes
El resurgimiento del turismo ha tenido un impacto positivo en las economías a nivel mundial. Los ingresos por exportaciones del turismo internacional se han recuperado casi por completo. En 2023 alcanzaron los 1,8 billones de dólares, una cifra prácticamente idéntica a la registrada antes de la pandemia. El PIB directo del turismo también volvió a los niveles prepandemia, contribuye con un 3% al PIB mundial.
Sin embargo, el crecimiento exponencial del turismo, especialmente en destinos populares, plantea interrogantes sobre su sostenibilidad a largo plazo. El turismo masivo, caracterizado por grandes afluencias de visitantes en un mismo lugar, genera una serie de problemas: saturación de infraestructuras, deterioro del medio ambiente y pérdida de la autenticidad cultural.
El turismo masivo es una espada de doble filo. Por un lado, impulsa el desarrollo económico y genera empleo. Pero por otro, tiene consecuencias negativas si no se gestiona de manera adecuada. Explica la relación amor-odio cada día más extendida en los principales destinos.
Origen y críticas
El turismo masivo tiene sus raíces en la segunda mitad del siglo XX. Cuando el aumento del tiempo libre, mejora de los transportes y crecimiento económico transformaron el acceso a los viajes en una actividad al alcance de un mayor número de personas. En el siglo XIX, pioneros como Thomas Cook, con sus viajes grupales asequibles sentaron las bases de la industria.
Las críticas al turismo masivo no se han hecho esperar. Los destinos turísticos a menudo se ven abrumados por la cantidad de visitantes. Generando congestión, contaminación y pérdida de identidad. Numerosos estudios evidencian su impacto negativo. En especial por la pérdida de calidad de vida para los pobladores locales.
Por lo que es necesario replantearse el modelo turístico actual. Desarrollar un turismo sostenible, que minimice los impactos negativos y maximice los beneficios. Implica una gestión responsable de los recursos, participación de las comunidades locales y preservación del patrimonio cultural y natural. El turismo mundial ha demostrado una gran resiliencia y capacidad de recuperación. Pero solventar a los desafíos que plantea el turismo masivo resulta esencial.
Florencia clama por un turismo más sostenible
En 2023, Italia recibió 134 millones de turistas. Supuso un récord histórico. En 2024, se prevé que aumente 108% y el número de visitantes supere los 226 millones.
En cuanto a los ingresos, Italia se posicionó en el cuarto lugar a nivel mundial, con 55,9 mil millones de dólares en 2023. Florencia junto a Roma, Milán Venecia y Nápoles, concentran el 25% del mercado turístico del país.
Florencia, la capital de la Toscana, la ciudad del Renacimiento, se ha visto abrumada por la avalancha de visitantes en los últimos años. Es un imán para millones de turistas que la visitan al año. La afluencia masiva está poniendo a prueba su capacidad de carga y la calidad de vida de sus habitantes.
Desafío para la convivencia
Según el Ayuntamiento, la localidad recibió más de 7,8 millones de visitantes entre enero y septiembre de 2024 (se calcula que superará los 15 millones). Se enfrenta a una densidad turística que supera en más de 20 veces a su población que apenas alcanza las 366.500 personas.
La sobrecarga se refleja en un aumento exponencial de los alquileres turísticos que han desplazado a los residentes del centro histórico y encarecido considerablemente el costo de vida.
El número de apartamentos disponibles en Airbnb pasó de menos de 6.000 en 2016 a 14.400 en 2024. Aumento que coincide con un incremento del 42% en el coste promedio de los alquileres residenciales y un encarecimiento del 6,3% en el arrendamiento en comparación con 2023.
Según el Consistorio el centro histórico de la ciudad, que mide solo cinco kilómetros cuadrados, ya no puede soportar la presencia masiva de actividades y vehículos turísticos. El 95% del turismo que llega a Florencia se concentra en su almendra central, lo que genera una densidad muy alta. «El centro histórico ya no puede soportar esta presión», alerta el Ayuntamiento de Florencia.
Por lo que decidieron tomar medidas drásticas. La prohibición de los alquileres turísticos de corta duración en el centro histórico es un claro ejemplo. «Si las viviendas del centro histórico son para los turistas, luego es difícil para los vecinos, estudiantes o trabajadores acceder a ellas», afirma el Ayuntamiento.
Decálogo para un turismo sustentable
La alcaldesa de Florencia, Sara Funaro, presentó un plan de choque de 10 puntos para hacer frente al turismo masivo en la ciudad. «El mensaje es claro: queremos una Florencia habitable para sus residentes», afirma.
Entre las medidas más destacadas se encuentran la prohibición de los altavoces para guías turísticos y de las cajas de llaves en los alquileres vacacionales. Con el decálogo, la ciudad busca conciliar el atractivo turístico con la preservación de su patrimonio y la calidad de vida de sus habitantes.
Eliminar las cajas metálicas para llaves tiene como objetivo mejorar el aspecto estético de la ciudad y reducir su proliferación en las fachadas de los edificios. Además, obligará a los caseros a presentarse en el momento del check-in. Para limitar el papel de las empresas que gestionan decenas de pisos en Florencia en nombre de sus propietarios.
La prohibición de los altavoces para guías turísticos busca reducir el ruido y las molestias para los residentes. El plan también incluye la limitación del uso de «vehículos atípicos», como los carros de golf, utilizados por los visitantes para desplazarse por la ciudad.
El decálogo también incluye la imposición de límites a los alquileres vacacionales, campañas de sensibilización, colaboración con las plataformas y un mayor control del flujo turístico. La ciudad busca así construir un modelo turístico más sostenible, donde los beneficios se repartan de manera más equitativa entre los diferentes actores involucrados.
Oleada llega a Japón
Florencia se suma a una creciente lista de ciudades, entre las que destacan Venecia y Roma, que están tomando medidas para hacer frente al turismo masivo. Pero no son las únicas. Ámsterdam pidió a los visitantes que buscan experiencias relacionadas con el sexo y las drogas que se abstengan de visitar la ciudad. En España se registraron manifestaciones vecinales en respuesta a la saturación del sector turístico en ciudades como Barcelona, Mallorca y Tenerife.
Pero el descontento cruza los océanos. Nueva Zelanda ha recurrido a la imposición de tasas para compensar los costos y el impacto del turismo. Seúl dictó medidas para proteger su barrio histórico. Bali impuso una moratoria a la construcción de nuevos hoteles.
Con proyecciones que apuntan a un crecimiento récord en el turismo en Asia, Japón también toma medidas contra la masificación turística. Los últimos datos de la Organización Nacional de Turismo de Japón revelan que, en julio, superó de nuevo los tres millones de turistas por quinto mes consecutivo. Con la llegada de cerca de 3,3 millones de visitantes extranjeros, casi un 42% más que en el mismo mes de 2023.
Una tendencia que podría llevar al país a batir su récord anual y superar los 31,88 millones de visitantes extranjeros de 2019. Es un auge sin precedentes, impulsado en gran medida por la debilidad histórica del yen. Que cayó a los 161 dólares (152 esuros) en julio de 2024, aunque desde entonces ha recuperado algo de fortaleza y subió a 155 dólares.
«La debilidad del yen es el resultado de una confluencia de factores globales», explica Miyoko Nakashima, vicepresidenta y estratega de mercado de Mizuho Securities. «La disparidad entre las tasas de crecimiento de Japón y Estados Unidos exacerbado la tendencia. Convierte al yen en una moneda especialmente atractiva para los turistas».
Nuevas tarifas y restricciones
En 2023, Japón recibió 25 millones de turistas. Los cuales le aportaron a su economía unos 5,3 billones de yenes (alrededor de 31,400 millones de euros). Ha experimentado en 2024 un aumento significativo. Según datos de la ONU Turismo se registraron casi 27 millones de visitantes de enero a septiembre. Con proyecciones que indican que el país podría recibir hasta 33 millones de visitantes.
Por lo que las autoridades japonesas decidieron tomar medidas drásticas, para controlar el turismo masivo. Como la aplicación de una nueva tarifa de entrada al país para los turistas, que asciende hasta los 1.000 yenes.
Además, se establecieron gravámenes específicos en algunos sitios Patrimonio de la Humanidad, como la isla de Miyajima (100 yenes) y el Castillo de Himeji (1.000 yenes para residentes y 4.000 para turistas).
Otra medida destacada es la restricción del número de visitantes al monte Fuji. Ahora tiene un tope en 4.000 personas al día, con una tarifa de 2.000 yenes para ascender por el sendero más popular. Ciudades como Kioto y Hokkaido, implementaron tasas turísticas por persona y noche, que van desde los 200 hasta los 2.000 yenes.
En 2025 Osaka acogerá la Exposición Universal. La Exposición Universal contará con 165 pabellones oficiales de países participantes. Se espera atraiga a 28 millones de turistas. Las autoridades japonesas planean nuevos gravámenes para financiar el mantenimiento y la conservación de las atracciones turísticas.
Anunciaron la implementación de un impuesto especial para los turistas que se alojen en la prefectura antes del evento. Además del impuesto ya existente, de entre 100 y 300 yenes por noche, para habitaciones que superen los 7.000 yenes.
Desarrollar otros destinos
El turismo es un importante motor de la actividad económica. Pero, por regla general, el turismo masivo se concentra en lugares muy específicos. En el caso de Japón, por ejemplo, el libro blanco sobre turismo destaca que los turistas internacionales tienden a permanecer y gastar su dinero principalmente en las tres principales áreas metropolitanas del país, como Tokio, Osaka y Nagoya.
Las autoridades niponas se plantean la posibilidad de descentralizar el turismo y distribuir las visitas de manera más uniforme en todo el país. Con el objetivo de aliviar la congestión en las zonas más concurridas y atraer a los turistas hacia áreas rurales y menos concurridas.
Una situación similar se registra en países como Italia, Francia y España. Los expertos han desarrollado una batería de recomendaciones para desarrollar el anhelado turismo sustentable. Como la gestión de flujos turísticos, la desestacionalización, el uso de herramientas tecnológicas y la promoción del turismo alternativo (aparte de la imposición de impuestos y restricciones de acceso).
Hay ejemplos de destinos que han logrado implementar prácticas de turismo sostenible después de haber experimentado saturación por el turismo masivo. Como Copenhague, Pontevedra, Gijón, Burdeos y Curitiba. Destinos que lograron transformar su modelo turístico en uno más sostenible.
Pero su receta no necesariamente funcione en ciudades como París, Florencia, Barcelona o Tokio. El turismo sostenible es un desafío complejo. La clave está en encontrar un equilibrio entre los beneficios económicos del turismo y el bienestar de los residentes locales. Pero no es una tarea fácil.