La manipulación de la información sobre eventos climáticos devastadores se ha convertido en la estrategia de algunos sectores para avanzar en agendas políticas predeterminadas
La desinformación sobre catástrofes naturales se ha convertido en una herramienta política. Un hecho que no solo distorsiona la percepción pública de los eventos climáticos, sino que también influye en las decisiones y en la respuesta gubernamental ante los desastres. La manipulación es una estrategia utilizada por algunos sectores ideológicos y empresariales para avanzar en sus agendas.
Al minimizar o exagerar la gravedad de los eventos climáticos pretenden influir en la opinión pública y desviar la atención de otros problemas. Una táctica que crea confusión y desconfianza entre los ciudadanos. Al final se dificulta la adopción de medidas efectivas para enfrentar las crisis climáticas.
La situación es tan complicada que el Foro Económico Mundial ubicó la información falsa generada por inteligencia artificial en el top 5 de riesgos globales de este año ylos eventos meteorológicos extremos. Completan la lista, la polarización social y política, la crisis del aumento de coste de la vida y los ciberataques. Las fuerzas estructurales que definirían el nivel de materialización y gestión de estos riesgos son la crisis climática y demográfica, la aceleración tecnológica y los cambios geoestratégicos.
En relación con los bulos basados en IA, se precisa que además de alimentar las divisiones sociales y políticas, su uso socava la legitimidad de los gobiernos elegidos en los procesos electorales y podría implicar un amplio abanico de situaciones para canalizar el malestar social, desde protestas violentas a enfrentamientos civiles o terrorismo.
Bulos con fuerza de huracán
Durante temporadas de huracanes en Estados Unidos se suele difundir información incorrecta sobre la trayectoria y la intensidad de las tormentas para subestimar su impacto. No solo se pone en riesgo a las comunidades afectadas, sino que también socava la seriedad de las fuentes oficiales y deja en entredicho si la información es fidedigna.
La propagación de noticias a través de redes sociales y otros medios de comunicación complica el problema. Aunque han revolucionado la forma en que se masifica la información, también han facilitado la propagación de desinformación durante y después de catástrofes naturales. Las plataformas digitales permiten la rápida difusión de información no verificada que puede ser difícil de corregir una vez propagada y crea un entorno en que narrativas falsas dominan el discurso público e influencian las percepciones y decisiones de las personas.
La manipulación de lo que se dice o se sabe de un desastre natural afecta la percepción del público y tiene implicaciones para la formulación de políticas y la planificación de la respuesta ante emergencias.
Las consecuencias a largo plazo se aprecian en la conciencia y educación climáticas. Se perpetúan mitos y falsedades sobre el calentamiento global y los desastres naturales en detrimento de una comprensión sólida, basada en evidencias. Se obstaculizan los esfuerzos para promover la acción y la resiliencia ante desastres.
Desinformación multifacética
La desinformación posterior a catástrofes naturales se clasifica en tres categorías:
Causal: es especulativa y a menudo se centra en eventos y acciones que condujeron al suceso. A veces tiene un propósito y otras no.
Manipuladora: es intencional, se planta intencionalmente para influir en las decisiones de recuperación o utilizar el evento para influir fuera de los escenarios.
Incidental: a menudo tiene las mejores intenciones, pero no siempre está alineada con las necesidades reales o la cadena de suministro de recuperación.
Respuesta condicionada
Los bulos contienen a menudo elementos que apelan a la emotividad o que suscitan el deseo de transmitirlos a otras personas. Se propagan rápidamente como el miedo o la ira, pero también pueden servirse de los sentimientos altruistas de quienes desean ayudar al prójimo. Se ha demostrado que muchas veces estos mensajes se difunden debido a la ansiedad, o a la idea de que su difusión podría ser de alguna ayuda para personas concretas o para la sociedad afectada.
La percepción pública sobre los desastres naturales y la desinformación definen muchas veces cómo será la respuesta de las comunidades ante eventos naturales. Pueden generar pánico, confusión y una respuesta inadecuada. O fomentar la preparación y la resiliencia, permitiendo a la población enfrentar mejor los desafíos que se presentan. Es fundamental que las autoridades y los medios de comunicación trabajen juntos para proporcionar información precisa y oportuna a la población.
Es importante que las plataformas de redes sociales implementen medidas efectivas para detectar y eliminar contenido falso, y que los usuarios sean críticos y verifiquen la información antes de compartirla.
Oferta y demanda
Cuando en las redes sociales hay una oleada de información errónea, así como de desinformación sobre catástrofes naturales, la intención es hacer daño. Después del huracán Helene hubo muchas afirmaciones sin fundamento sobre la respuesta del gobierno. Una fue que estaba reteniendo la ayuda a las comunidades republicanas y que la Agencia Federal de Gestión de Emergencias estaba limitando la asistencia a 750 dólares por familia. Hasta medios estatales rusos promovieron algunas de estas afirmaciones. Además, fueron amplificadas fuera en la radio y la televisión, y en los mítines de Donald Trump por el propio expresidente.
La agencia recopiló los rumores en su sitio web, una medida que también tomó con Florence. La agencia escogió qué piezas de desinformación debía responder con el fin de encontrar el equilibrio adecuado. La Casa Blanca también apoyó con conferencias de prensa y lanzó una cuenta de Reddit para verificar los hechos y actualizarlos.
«Es una cuestión de oferta y demanda», considera Jennie King, directora de investigación y políticas de desinformación climática en el Institute for Strategic Dialogue, una organización sin fines de lucro que aboga por políticas para combatir el extremismo. «Sí, hay gente que está inundando la zona con contenido deliberadamente falso y engañoso, pero también existe una fuerte demanda de lo que están ofreciendo, un deseo del público en general de consumir este tipo de contenido», argumenta.
Cuando la información falsa se propaga, las autoridades pueden subestimar la gravedad de la situación o tomar decisiones basadas en datos incorrectos. Esto puede resultar en una respuesta inadecuada que pondrá en peligro el bienestar de las personas afectadas. Además, la desinformación durante catástrofes naturales puede socavar la confianza en las instituciones y en los expertos científico.
Siguen patrones
Los bulos sobre desastres responden a cinco patrones.
- Falsedades sobre la escala del desastre y los daños ocasionados. Imágenes de eventos catastróficos de otros países u otra época son subidas a las redes pretendiendo que eran del desastre natural que está ocurriendo. Algunas de ellas consiguen millones de visualizaciones. Se ofrecen también informaciones sin base, que relacionaban las causas ya sea de un huracán, terremoto o incendios con instalaciones nucleares o experimentos científicos.
- Mentiras sobre actos delictivos. De fundamento tan dudoso como las anteriores son las noticias del estilo de robos, violencia o saqueos indiscriminados en la zona cero.
- Falsas peticiones de auxilio. Pululan por las redes también mensajes cuya veracidad es muy difícil de probar sobre personas que supuestamente no pueden salir de sus vehículos, o que afirman tener un amigo que ha quedado encerrado en su casa y necesita ayuda para salir. Se usan palabras clave como “SOS”, “¡Difúndanlo!”, o “¡Ayúdenme!”, con lo que estas supuestas peticiones de ayuda se difunden con rapidez. Usuarios de las redes de diverso perfil reciben y reenvían estos mensajes, que contaminan el flujo informativo sobre el desastre.
- Peticiones de donativos falsas o fraudulentas. Se han detectado peticiones del estilo de “sería de gran ayuda si pudieran donarnos fondos para hacer frente a nuestras necesidades futuras” y cuentas para la recepción de dinero electrónico.
- Teorías conspirativas. también se ponen a correr informaciones, carentes de toda base científica, que aseguran que el evento climático fue producido artificialmente.
La IA como factor de confusión social
El auge de la inteligencia artificial generativa está creando un entorno en el que los usuarios individuales de la red pueden fabricar con facilidad imágenes falsificadas y favorecería la masificación del deepfake. Esto significa un aumento de la información falsa o errónea y nos sitúa en el portal de entrada a una nueva era.
En el conflicto entre Israel y Hamás se han subido a las redes muy a menudo fotografías y videos falsos generados con inteligencia artificial, que han sido usados para manipular a la opinión pública internacional. La propagación de bulos por este método ha llegado ya al caudal informativo que se comparte al ocurrir un desastre.
Durante las inundaciones en varias partes del mundo, se compartieron en las redes imágenes tomadas con dron de las supuestas zonas anegadas que finalmente resultaron ser producto de la inteligencia artificial. En uno de los casos las difundió un ciudadano común y corriente que carecía complemente de conocimientos especializados y que se había servido de una herramienta llamada Stable Diffusion, de libre acceso. Para subirlas solo tuvo que accionar su smartphone tumbado en su cama.
Ahora es habitual ofrecer información falsa utilizando fotografías o videos preexistentes, pero con el desarrollo de la inteligencia artificial llegará el día en que con la mayor facilidad se generen imágenes de tal verosimilitud que resulte imposible desmontar el engaño. La evolución de esta tecnología va a traer un enorme incremento del número de bulos y, posiblemente, un empeoramiento del ambiente de confusión social.