Las redes sociales son la principal vía de socialización de los adolescentes, pero pueden tener efectos negativos en la salud mental
Desde que las redes sociales irrumpieron en nuestras vidas han despertado temor. Quien crea que solo son para el divertimento y el acercamiento entre las personas se equivoca. Cada vez son más los que piensan que su uso excesivo puede afectar negativamente la salud mental de los adolescentes. Pero no todo es blanco o negro; existen los matices.
Instagram, TikTok y Snapchat, que son particularmente populares entre los jóvenes, han sido objeto de numerosos estudios. Estos sugieren que el contenido que se consume y el tipo de interacción que se tiene en estas plataformas pueden influir significativamente en el bienestar emocional de los usuarios. Sin embargo, establecer una relación de causa y efecto clara sigue siendo un desafío para los investigadores.
Hay quienes aseguran que los jóvenes se benefician de las herramientas digitales y de establecer conexiones vitales fuera de su código postal. Dicen que está demostrado que estos vínculos son especialmente útiles para los jóvenes LGBTQ, muchos de los cuales carecen de apoyo o de compañeros cerca de casa. Meta, YouTube, TikTok, X y Snap indican que sus productos tienen funciones para apoyarlos. Afirman que habían implementado funciones que agregan restricciones a las cuentas de los adolescente y aumentan el acceso de los padres.
Responsabilidad compartida
A muchos padres les preocupa cómo la exposición a la tecnología podría afectar a a sus hijos desde el punto de vista del desarrollo. Piden aumentar los controles legales de estas plataformas y mayor rigurosidad. Sin embargo, cabe preguntarse si las redes sociales son las únicas responsables de esta situación o si más que la causa son la consecuencia de la ajetreada vida moderna, en la que el tiempo para compartir con amigos y familiares cada vez es más reducido.
Los adolescentes de antes contaban con más espacios para la socialización directa con otras personas de su edad. Podían experimentar, probar habilidades, tener éxito y fracasar en cientos de pequeñas interacciones en tiempo real. Algo que los jóvenes de hoy se pierden. Y lo más inquietante es que están aprendiendo a comunicarse mientras miran una pantalla y no a otra persona.
En la socialización en línea los adolescentes pierden de vista el lenguaje corporal y las expresiones faciales. Comunicarse de manera virtual coloca a todos en un contexto de discapacidad no verbal, en el que el lenguaje corporal, la expresión facial e incluso los tipos más pequeños de reacciones verbales se vuelven invisibles. Esto puede conducir a más malentendidos y sentimientos heridos. También puede hacer que hablar en persona sea más intimidante. En la vida real no hay tiempo para elaborar la respuesta perfecta. No podemos asegurarnos de que nuestro aspecto sea exactamente el que queremos proyectar. Si tenemos un desacuerdo, tenemos que saber cómo responder en tiempo real.
Igual hay estrés y ansiedad
La adolescencia es un momento del crecimiento humano de rápido desarrollo en la que la socialización cobra más relevancia, así como nuestro deseo de pertenecer y encontrar nuestro lugar. Guardando las diferencias, los chicos de antes también estaban expuestos al estrés, a la ansiedad y a la depresión propias de esta etapa de descubrimiento personal y de comparaciones, pero se resolvían en el día a día, de tú a tú.
Ahora la dinámica social es distinta y está marcada por la virtualidad. Todo nuestro mundo gira alrededor de internet y muchas veces no prestamos atención a su influencia. De hecho, a expertos les preocupa que las redes sociales y los mensajes de texto se estén volviendo tan esenciales que hacen crecer la ansiedad entre los adolescentes en detrimento de la autoestima. Esto termina generando depresión, estrés y trastornos del sueño que a menudo no encuentran como canalizarlos.
Algo característico de casi todas las redes sociales y que aumenta la presión es ver a todo el mundo luciendo un aspecto perfecto. Esto en ocasiones hace que se sientan mal consigo mismos. A menudo intentan compensar esto al compartir fotos que los hacen parecer perfectos a ellos también. Entonces, cuando su identidad en las redes sociales no coincide con cómo se sienten en realidad, pueden acabar peor.
Nada personal
La aceptación de los compañeros es extremadamente importante. Llevar el recuento de cuántos “me gusta” consiguen en las redes sociales. Pueden acabar tomándose cientos de fotos, en búsqueda de la que más les guste a los demás. Y si los “me gusta” no llegan, puede que lo vean como algo personal.
También es más fácil mantener la guardia alta cuando estás enviando mensajes de texto, por lo que hay menos en juego. No estás escuchando o viendo el efecto que tus palabras causan en la otra persona. Debido a que la conversación no está sucediendo en tiempo real, cada una de las partes se puede tomar más tiempo para considerar una respuesta.
Si los niños no practican lo suficiente cómo relacionarse con otras personas y cómo satisfacer sus necesidades en persona y en tiempo real, muchos de ellos se convertirán en adultos con ansiedad acerca del principal medio de comunicación de nuestra especie: hablar.
Y por supuesto, las negociaciones sociales solo se vuelven más riesgosas a medida que las personas crecen y comienzan a experimentar las relaciones románticas y laborales.
Hiperconectividad adictiva
La mayoría de las personas acceden a las redes sociales a través de sus teléfonos inteligentes o tabletas. Aunque esto hace que sea muy fácil mantenerse en contacto, también significa que las redes sociales siempre están accesibles. Esta hiperconectividad permanente puede desencadenar problemas de control de impulsos, las alertas y notificaciones constantes afectan la concentración y enfoque, perturban su sueño y lo convierten en un esclavo del teléfono.
Las plataformas de redes sociales están diseñadas para captar la atención del adolescente, mantenerlo en línea y hacer que revise su pantalla repetidamente en busca de actualizaciones. Así es como las empresas ganan dinero. Pero, al igual que la compulsión por el juego o la adicción a la nicotina, el alcohol o las drogas, el uso de las redes sociales puede crear deseos psicológicos intensos. Cuando se recibe un me gusta, un compartir o una reacción favorable a una publicación, puede desencadenarse la liberación de dopamina en el cerebro.
Es la misma sustancia química de “recompensa” que sigue al ganar en una máquina tragamonedas, comer un pedazo de chocolate o encender un cigarrillo. Cuanto más sea recompensado, más tiempo querrá estar en las redes sociales, incluso si se vuelve perjudicial para otros aspectos de su vida.
Estar al día
El miedo a perderse de algo puede hacer que el adolescente regrese reiteradamente a las redes sociales. Aunque son pocas las cosas que necesitan una respuesta inmediata, sentirá lo contrario. Y puede estar relacionado con cualquier tema intrascendente, como perderse una invitación o que otros la estén pasando mejor. O creer que sus relaciones se verán afectadas si no comenta o da un me gusta inmediato a publicaciones de compañeros. O por miedo a perderse el último chisme y quedarse fuera de la conversación en el colegio.
También se suele usar las redes sociales como una “herramienta de seguridad”. Cada vez que se encuentre en una situación social complicada o incómoda, recurrirá al teléfono para refugiarse en las redes sociales. Por supuesto, interactuar virtualmente solo le niega la posibilidad de hacerlo en persona y aliviar así la ansiedad.
El uso intensivo de las redes sociales podría estar ocultando otros problemas, como el estrés, la depresión o el aburrimiento. Si un chico pasa más tiempo en las redes sociales cuando se siente deprimido, solo o aburrido, puede estar usándolas como una forma de distraerse de los sentimientos desagradables o para calmar su estado de ánimo. Aunque puede resultar difícil al principio, permitirse sentir puede abrirle las puertas a formas más sanas de controlar su estado de ánimo.
Un círculo vicioso
El uso excesivo de las redes sociales puede crear un ciclo negativo que se perpetúa. Cuando se siente solo, deprimido, ansioso o estresado, el adolescente puede que use las redes sociales con más frecuencia, como una forma de aliviar el aburrimiento o sentirse conectado con los demás. Sin embargo, al hacerlo aumenta la sensación de que se puede perder algo si se desconecta, así como los sentimientos de insuficiencia, insatisfacción y aislamiento.
A su vez, estos sentimientos afectan negativamente su estado de ánimo y empeoran los síntomas de depresión, ansiedad y estrés. Y todo lo impulsa a que utilice aún más las redes sociales y así continúa el círculo vicioso.
Todos somos diferentes. No existe una manera de precisar cuándo se está volviendo poco saludable el tiempo que se pasa en las redes sociales, la frecuencia con la que revisa las actualizaciones, o el número de publicaciones que se hacen. Más bien, tiene que ver con el impacto que el tiempo que pasa en las redes sociales tiene en su estado de ánimo y otros aspectos de su vida, junto con sus motivos para usarlas.
Por ejemplo, el uso de las redes sociales puede ser problemático si hace que descuide las relaciones en persona, lo distrae de la escuela, o le deja sintiéndose envidioso, enojado o deprimido. Del mismo modo, si está motivado para usar las redes sociales solo porque está aburrido o quiere publicar algo para poner celosos o molestar a otros.
Indicadores de una influencia negativa
- Cuando el adolescente pasa más tiempo en las redes sociales que con amigos del mundo real. Convertirlas en un sustituto de gran parte de la interacción social fuera de línea. Incluso si sale con amigos, todavía siente la necesidad de revisar constantemente las redes sociales, a menudo impulsado por la sensación de que otros pueden divertirse más que usted.
- Compararse desfavorablemente con otros en las redes sociales. Tiene baja autoestima o imagen corporal negativa. Incluso puede tener patrones de trastornos alimenticios.
- Experimentar acoso cibernético. O le preocupa no tener control sobre las cosas que la gente publica sobre él.
- Estar distraído en la escuela o el trabajo. Siente la presión de publicar contenido regular sobre él, obtener comentarios o me gusta en sus publicaciones, o responder rápidamente y con entusiasmo a las publicaciones de sus amigos.
- No tener tiempo para la autorreflexión. Cada momento libre lo llena con las redes sociales, lo que le deja poco o ningún tiempo para reflexionar sobre quién es, qué piensa o por qué actúa de la forma en que lo hace.
- Participar en comportamientos de riesgo para obtener me gusta, reacciones positivas o que se comparta en las redes sociales. Hace bromas peligrosas, publicar material vergonzoso, acosar cibernéticamente a otros o usar su teléfono mientras conduce o en otras situaciones inseguras.
- Sufrir de problemas para dormir. Consulta las redes sociales antes de dormirse en la noche, a primera hora de la mañana o incluso cuando se despierta por la noche. La luz de los teléfonos y otros dispositivos puede interrumpir el sueño.
- Empeoramiento de los síntomas de ansiedad o depresión. En lugar de ayudar a aliviar los sentimientos negativos y mejorar su estado de ánimo, se siente más ansioso, deprimido o solo después de usar las redes sociales.
Consejos para un buen uso
Si le preocupa el uso de las redes sociales de su hijo, puede ser tentador simplemente confiscar su teléfono u otro dispositivo. Pero eso puede crear más problemas, separarlo de sus amigos y de los aspectos positivos de las redes sociales. En cambio, hay otras formas de ayudarlo a manejar estas plataformas de una manera más responsable.
Vigile y limite el uso de las redes sociales de su hijo adolescente. Cuanto más sepa sobre cómo interactúa en las redes sociales, mejor podrá abordar cualquier problema. Las aplicaciones de control parental pueden ayudar a limitar el uso de datos o restringir el uso de su teléfono a ciertas horas del día. Hable sobre los problemas subyacentes que a menudo pueden enmascarar conflictos más profundos. ¿Su hijo tiene problemas para integrarse en la escuela? ¿Está sufriendo de timidez o ansiedad social?
Haga cumplir los descansos de las “redes sociales”. Por ejemplo, puede prohibirlas hasta que su hijo haya terminado su tarea por la noche, no permitir el uso de teléfonos cuando se sienten a la mesa o en su dormitorio. Enséñele que las redes sociales no son un reflejo exacto de la vida de las personas. No debería compararse a sí mismo ni su vida de manera negativa con los demás.
Además, fomente el ejercicio y los intereses fuera de línea. Aleje a su hijo de las redes sociales motivándolo a realizar actividades físicas y pasatiempos que involucren interacciones en el mundo real. El ejercicio es excelente para aliviar la ansiedad y el estrés, aumentar la autoestima y mejorar el estado de ánimo, y es algo que puede hacer en familia. Mientras más relacionado esté su hijo fuera de línea, menos dependerá su estado de ánimo y su autoestima del número de amigos, me gusta o compartir que tenga en las redes sociales.