El streaming significa la búsqueda interminable y angustiosa entre miles de programas
La televisión, gracias a los servicios streaming, presenta un universo de opciones en el cual es muy fácil perderse. Una oferta en la que lo único que no se encuentran son certezas. Netflix es el mejor ejemplo .
En el pasado quedó la imagen de una familia en torno a un televisor. Un país esperando el desenlace de un capítulo de Sitcom (el parto en el Show de Lucy lo vió el 71% de los estadounidenses), o el mundo viendo las borrosas imágenes de Neil Armstrong, estampando la primera pisada del hombre en la luna (600 millones de personas lo vieron vía satélite).
Ahora mayor audiencia en el mundo la tiene la trasmisión de la final del Mundial de Fútbol de la FIFA, que se puede ver desde el televisor, la Tablet o el celular. Seguido del SuperBowl o la inauguración de las olimpiadas. Todos son eventos deportivos. Para lo demás la audiencia se ha fragmentado.
Una escena que se repite en miles de hogares. A la hora del descanso, cuando se decide ver algún programa de televisión. De acuerdo a los estudios recientes se consolida la tendencia a disfrutar del mix de televisión por señal abierta y por suscripción (bien sea por cable, satélite o streaming). Por lo que ahora no se elige entre la programación de 3 o 4 canales, ahora dispone de cientos.
Si además cuenta con más de una plataforma de streaming, la oferta de programas puede superar los miles. No resulta, sorprendente que un porcentaje de potenciales telespectadores, no pasen de ver las páginas principales y decida no ver nada, abrumados ante la cantidad y variedad de la programación. Seleccionar que ver puede resultar agotador.
Más de un siglo de cambios constantes
La historia de la televisión se extiende más de un siglo. Está marcada por innovaciones tecnológicas y cambios culturales significativos. Desde sus inicios mecánicos hasta el surgimiento de la TV por streaming, la televisión ha evolucionado para convertirse en un medio integral que combina entretenimiento, información y tecnología avanzada.
Su desarrollo comenzó en 1884 con el disco de Nipkow, un dispositivo mecánico que permitía la transmisión de imágenes. En 1925, John Logie Baird realizó la primera transmisión exitosa de una imagen en movimiento, y en 1926, se estableció el primer sistema de televisión comercial.
La era dorada de la televisión se extendió desde la década de 1930 hasta la de 1940. Con el inicio de las trasmisiones regulares de la BBC en 1936. NBC comenzó sus pruebas en 1939. La II Guerra Mundial frenó su expansión. Fue en la posguerra que se convertiría en un medio masivo. En 1950, la televisión a color revolucionó la experiencia visual.
Los avances tecnológicos continuaron en la década de 1960 con el lanzamiento del satélite Telstar 1. Permitió la transmisión de señales televisivas a larga distancia. Incluída la llegada del hombre a la luna. En la década de 1980, se inició el desarrollo de la televisión digital y los televisores de pantalla plana.
La digitalización y el streaming transformaron el panorama en la década de 2000. Con la transición a la televisión digital y la introducción de los televisores inteligentes (Smart TVs) que permiten el acceso a contenido en línea. El auge de plataformas como Netflix y Hulu marcó el surgimiento de la TV por streaming. Con ellas cambiaron radicalmente los hábitos de consumo audiovisual.
En ascenso
La creciente popularidad del streaming ha tenido un impacto significativo en la televisión tradicional. La audiencia de la televisión abierta y por suscripción ha disminuido considerablemente. Especialmente entre los jóvenes. Los consumidores prefieren la flexibilidad y personalización que ofrecen las plataformas. Sin embargo, la televisión tradicional sigue siendo relevante para eventos en vivo y noticias.
La televisión abierta sigue dominando el consumo audiovisual en algunos mercados. Pero el streaming ha ganado una cuota de mercado significativa. Los Estados Unidos, por ejemplo, representa más del 36% del uso total de la televisión.
En España, la televisión de señal abierta representa alrededor del 84.2% del total del consumo audiovisual en el televisor. Las principales cadenas dominan el mercado. La televisión por suscripción constituye alrededor del 5.8% del consumo total. Mientras que las plataformas de streaming registran un notable crecimiento.
Alcanza el 15.8% del consumo total. Amazon Prime Video lidera el mercado con una cuota cercana al 70%. Seguido de cerca por Netflix con una cuota de aproximadamente 64%. HBO Max ha crecido significativamente gracias a su asociación con Movistar, alcanzando una cuota del 31.4%.
La deriva de Netflix
El periodista Willy Staley afirma en un artículo publicado en The New York Times Magazine que el streaming ha distorsionado los hábitos de visualización y ha desorientado el sentido de la cultura. Staley se dedica a escribir sobre la cultura Pop y la tecnología para varios medios estadounidenses.
En su artículo desglosa la compleja evolución de Netflix y las tensiones inherentes a su modelo de negocio. Parte mostrando como ejemplo paradigmático la serie «Richie Rich». Un experimento en la producción masiva de contenido original, que le sirve como un microcosmos para entender las ambiciones y los desafíos de la plataforma más grande de streaming del mundo.
En la versión de Netflix, Richie es un chico que descubrió una nueva fuente de energía, transformándose en el primer billonario del mundo. En uno se los episodios, Richie lucha por escribir un informe sobre «El mago de Oz». El proceso lo lleva a reimaginar la película. Es cuando se pregunta qué sucede con el entretenimiento cuando una empresa con un presupuesto casi ilimitado comienza a producirlo. Es precisamente lo que marca la deriva de Netflix.
Demanda creciente y personalización
Netflix, que comenzó como un modesto servicio de alquiler de DVD por correo, ha experimentado una transformación radical en las últimas décadas. Su transición hacia el streaming y la producción de contenido original- puntualiza Staley- ha sido meteórica. Impulsada por la creciente demanda de los consumidores y la capacidad de la plataforma para personalizar las recomendaciones.
En 2014, Netflix emitió 400 millones de dólares en deuda para expandir su programación original. Pasó de ser un distribuidor de DVD por correo a la plataforma de contenido más importante del mundo.
La empresa continuó recaudando miles de millones de dólares en deuda en los años siguientes. Con el objetivo de aumentar su oferta de contenido y competir en el mercado del streaming. La inversión masiva en series y películas originales ha sido fundamental para consolidar su posición de liderazgo en el mercado.
La serie «Richie Rich», aunque no tuvo mucho éxito, representó un momento clave en la historia de Netflix. Producida en el contexto de una estrategia de adquisición agresiva de contenido, fue concebida como un experimento para expandir el catálogo de la plataforma y atraer a un público más joven.
Gigante construido sobre deuda
Willy Staley cuenta que, a partir de 2014, Netflix comenzó a emitir miles de millones de dólares en deuda para financiar su producción de contenido original. Los 400 millones de dólares en deuda emitidos, se sumaron a los 500 millones del año anterior. Le permitió transformarse en la plataforma de contenido líder en el mundo. En 2019 la deuda total alcanzaba los 15 mil millones de dólares.
Netflix gastó grandes cantidades de dinero en efectivo para adquirir clientes y cambiar sus hábitos, superando a los competidores y transformando la industria. Su biblioteca de contenido, construida con deuda, alcanzó los más de 16.000 títulos. Entre ellos miles de originales.
Si una persona intentara ver toda la biblioteca de Netflix sin parar, necesitaría tres años y medio, cinco años y medio si duerme ochos horas, o veintinueve años si lo hiciera tres horas cada día. Representa más contenido del que una persona puede ver en su vida. Y el servicio sigue produciendo nuevas temporadas de programas como «Emily en París».
Debflix
Decisión que generó controversia y le valió el apodo de «Debtflix», puntualiza Staley. La lógica detrás de la estrategia es simple. Al producir una gran cantidad de contenido original y exclusivo, Netflix podía atraer a más suscriptores. Que a su vez generaría mayores ingresos y permitiría a la compañía emitir más deuda. Para financiar aún más contenido.
La presión por producir contenido nuevo y original de manera constante puede llevar a una disminución en la calidad y a una homogeneización de los productos. Además, la competencia cada vez más feroz en el mercado del streaming obliga a Netflix a invertir sumas cada vez mayores en producción. Lo que puede poner en riesgo su salud financiera.
En 2015, Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, impartió un seminario en Stanford llamado «Technology-Enabled Blitzscaling». En el que habló sobre cómo las empresas más dominantes del siglo XXI alcanzarían escala rápidamente mediante una estrategia de crecimiento acelerado. Implica invertir grandes cantidades de capital en un corto período de tiempo para dominar un mercado.
La de Netflix se alinea con el concepto de «Blitzscaling». En ese momento, Netflix era ya un sobreviviente de la burbuja tecnológica de los años 2000. Hastings, fundador y director ejecutivo de Netflix, advirtió sobre la inminente burbuja de capital de riesgo. Estaba empezando a sentir que se avecinaba otra. “En 2000, aparecían cincuenta millones de dólares en la lata. Era increíble. Nunca había visto nada igual”.
Impulsados por el capital de riesgo
Staley explica que la década de 2010 experimentó un aumento significativo en los acuerdos de capital de riesgo. Alcanzaron los 130.000 millones de dólares en 2015 y los 621.000 millones en 2021. La afluencia de capital se atribuye en parte a la política de tipos de interés cero (ZIRP). Implementada por la Reserva Federal después de la crisis financiera mundial.
La ZIRP estimula el endeudamiento y empuja a los inversores a asumir mayores riesgos. Favorece que el capital fluya hacia inversiones que ofrezcan rendimientos significativos, como el capital de riesgo.
Tipo de inversión que busca empresas con el potencial de generar un gran valor. Incluso si implica aceptar un alto porcentaje de fracasos. De acuerdo con una estimación conservadora, el 75% de las empresas emergentes fracasan.
Peter Thiel, en su libro «Zero to One», describe la «ley de potencia» del capital de riesgo. Según la cual la mejor inversión de un fondo exitoso es igual o mejor que todas las demás inversiones combinadas.
Thiel busca empresas «monopólicas creativas» que construyan y dominen un mercado, enriqueciéndose a sí mismas y a sus fundadores. Quienes luego pueden invertir en más innovación.
La unión entre el capital de riesgo y tecnología impulsa el crecimiento a toda costa. Enfocándose en la rentabilidad en etapas posteriores. Empresas como Uber y WeWork se convirtieron en ejemplos emblemáticos del modelo de negocio.
Consecuencias de la abundancia de capital
Uber, por ejemplo, perdió miles de millones de dólares durante años antes de salir a bolsa. Mientras que WeWork se declaró en quiebra tras una valoración que en su momento superó los 47.000 millones de dólares. Ambas se expandieron, alteraron los mercados y el comportamiento de los consumidores, aun cuando registraron pérdidas millonarias.
Ese gasto desenfrenado resulta en lo que Kevin Roose, columnista de tecnología del Times, llama el «subsidio al estilo de vida de los millennials». Servicios como transporte a pedido, entrega de comida y alquiler de viviendas se venden con pérdidas, utilizando capital de riesgo.
Ha llevado a los millennials a vivir con un estilo de vida «aparentemente de indigentes, pero de alguna manera con acceso a sirvientes». La televisión de la década de 2010 también puede verse como un subproducto de la batalla corporativa por el nuevo terreno abierto por la tecnología informática. Una versión cultural del mismo fenómeno.
Ecosistema televisivo único
El periodista Willy Staley cita a Amanda D. Lotz quien en su libro «Netflix and Streaming Video» de 2022, afirma que se distingue entre las empresas de streaming, como una «cebra entre caballos». Porque Netflix representa la forma más pura del modelo de streaming.
A diferencia de Apple TV+ y Amazon Prime Video, que son complementos de empresas tecnológicas más grandes. O Paramount+, Peacock y Disney+, que son extensiones de estudios de entretenimiento tradicionales.
Sostiene que la amplia biblioteca de Netflix ha transformado la industria de la televisión. No solo al mejorar el producto, también por cambiar la naturaleza de la televisión. Al liberarse del objetivo central de la televisión lineal, vender una audiencia a los anunciantes, el modelo de streaming permite a los usuarios encontrar intereses refinados, morales e inteligentes en la pantalla.
Solo hasta hace poco fue que Netflix publicó datos completos de sus espectadores. La plataforma cuenta con 269,9 millones de suscriptores. Clasificó 18.214 piezas de contenido por horas vistas en los primeros seis meses de 2023 (sólo incluyó las que tenían más 100 mil horas vistas). La lista, encabezada por «The Night Agent» con más de 812 millones de horas vistas. Un ejemplo de cómo el azar juega un papel importante en los hábitos de consumo de los usuarios.
El gran tamaño de su catálogo plantea interrogantes sobre cómo se determina la visibilidad de cada título. Netflix compartió datos sobre las horas de visualización de cada contenido. Pero la complejidad del algoritmo de recomendación dificulta comprender por qué ciertos títulos son más populares que otros.
A pesar de la impresionante variedad de títulos, la vista del catálogo solo ofrece una perspectiva limitada. Cuando abrimos Netflix, nos encontramos con una gran cantidad de opciones.
Lo que lleva a tal sensación de abundancia que hace que cualquier programa en particular pierda importancia en comparación con la era de la televisión abierta. “En este contexto, incluso un éxito innegable puede terminar sintiéndose como una especie de fracaso”.
Crisis creativa en la era del streaming
En su artículo Staley destaca cómo la presión por generar éxitos masivos y la abundancia de recursos pueden llevar a una disminución de la creatividad y a la producción de contenido genérico.
De nuevo cita a Amanda D. Lotz, que en su libro utiliza «Triple Frontier» como ejemplo que ilustra el desafío al que se enfrenta Netflix. A pesar del éxito de la película en 2019, su alto presupuesto dificulta su justificación financiera. Resulta difícil justificar un presupuesto de 115 millones de dólares para una película en una plataforma que ofrece una sensación de existencia infinita de títulos a sus suscriptores
El periodista del NYT nos recuerda que Matt Stoller, en su blog, argumenta que Hollywood se ha vuelto demasiado grande para descubrir lo que realmente quiere el público. En contraste, Stoller cita el éxito de «Regreso al futuro». Se estrenó en 1985, en 1400 salas de cine y gradualmente ganó popularidad gracias a la interacción entre el arte y el público.
Staley compara el modelo de distribución tradicional de Hollywood con el actual modelo de las plataformas. En el streaming, la tasa de abandono es el factor crucial que afecta el resultado final. Argumenta que puede llevar a una desconexión entre la oferta y la demanda real de los espectadores.
Siempre es tentador decir que si
A diferencia de Netflix, Apple TV+ produce programas que se guardan en la aplicación sin importar su presupuesto o talento involucrado. En algunos casos, las empresas han descartado películas terminadas para deducir las pérdidas en sus impuestos.
“Estos son los incentivos del mercado del streaming llevados a sus extremos lógicos. Entretenimiento masivo completamente separado de la señal del mercado. Paradójicamente por entidades que saben más sobre nuestros hábitos de visualización que nunca”, apunta Staley.
No quiere decir que los servicios de streaming no tengan éxito. Son exitosos, como lo atestiguan los 183 mil millones de horas de visualización de Netflix en 2023. Pero se ha notado una cierta desidia en los programas. El surgimiento de lo que Staley denomina «Mid TV», un tipo de programación que parece de alta calidad, pero carece de profundidad y originalidad.
Tendencia que sería el resultado de la abundancia de recursos y la falta de presión comercial en el modelo de streaming. Caracterizado por la falta de chistes en las comedias, ausencia de riesgo en los dramas, y preferencia por tramas retrospectivas que se centran en los traumas de los personajes.
Para Staley la primera generación de programas de prestigio fue creada por veteranos de la televisión lineal. Anhelaban la libertad creativa. Pero conocían los rudimentos del negocio. Las cosas que hacían seguir viendo los programas hasta las pausas comerciales: ritmo, estructura, diálogos creíbles. A medida que la correa se ha soltado en la producción de programas la calidad parece haber caído. “Cuando estás ahogado en efectivo, siempre es tentador decir que sí”, puntualiza.
Falta de coherencia
La falta de coherencia entre lo que la gente ve y lo que se cree que se está viendo es un problema persistente en la crítica televisiva. A pesar de la abundancia de datos de Netflix, la alta calidad no es el resultado necesario del modelo de streaming. Posiblemente un subproducto feliz de una industria en transición.
Un ejemplo de esto, según Staley es «I Think You Should Leave», un programa de sketches que se ha vuelto una fuente inagotable de memes y referencias en línea. Pero que no figuró entre los 3.000 títulos más vendidos de Netflix en la primera mitad de 2023.
A pesar de la cobertura mediática, la falta de conocimiento sobre los programas más populares de Netflix es un problema común. Netflix ha seguido publicando informes de audiencia. Los primeros puestos siguen siendo programas desconocidos para muchos espectadores. Plantea interrogantes sobre el discurso que rodea los programas de televisión de moda y su capacidad para dar sentido al espíritu de la época.
Para Staley la baja tasa de interés de política (ZIRP) ha permitido la existencia de «negocios zombis». Empresas que sobreviven gracias al capital barato y nunca fracasan. Concepto que se asemeja al impacto del mundo tecnológico en la cultura pop. En el cual las estrategias empresariales y el flujo de dinero crearon un discurso zombi que parecía vital y real. Pero que comenzó a disolverse en los últimos años.
Abismo entre discursos
Se originó en parte en los medios digitales, con empresas que se mantuvieron a flote gracias a la exuberancia de los inversores y al acceso a dinero barato. Cuando Vice se declaró en bancarrota el año pasado, el Financial Times lo calificó de «fenómeno ZIRP» y de «incinerador de efectivo». Ambas empresas, junto con muchas otras más pequeñas, apuntaron a generar ganancias a escala. Pero las ganancias nunca llegaron.
El discurso se convirtió en sustituto sintético de las viejas señales del mercado. Con una oferta en constante expansión de contenido televisivo y canales de redes sociales compuestos por muestras que en la generalidad de los casos no son representativas del público destino. Según Staley, la intrusión del mundo de la tecnología en la cultura pop creó un abismo entre el discurso de élite y el discurso popular.
Con la gravedad fiscal de por medio, Netflix anunció el fin de la era expansionista. Acompañado de despidos y la cancelación de proyectos de gran presupuesto. “Pese a lo cual, la televisión inteligente y creativa seguirá existiendo. Como lo demuestra el éxito de «Baby Reindeer» en Netflix”, apunta.
Staley toma el concepto de “uberificación de Hollywood” acuñado por el productor y guionista James Schamus. “Bajo el control de los servicios de streaming: Netflix y los demás han degradado al talento creativo, de compartir las ganancias a trabajar por encargo, como los conductores de Uber”.
Aunque es superior en muchos sentidos, también es sutilmente peor en otros, con una reducción en la diversidad y la originalidad. En la actualidad, hay más de 100.000 vehículos de transporte compartido en la ciudad de Nueva York. Que ha empeorado los tiempos de respuesta de las ambulancias. Del mismo modo, el panorama de entretenimiento se ha vuelto más accesible, pero también menos distinto y menos interesante. “La buena noticia es que, si te aburres, puedes simplemente mirar tu teléfono”, sentencia Staley.