La teoría detrás de la alcalinización oceánica es sólida, pero no se han determinado los efectos a largo plazo en los ecosistemas. Podrían ser catastróficos
Una empresa ha emprendido en los bosques de Nueva Escocia, un proyecto que promete revolucionar la lucha contra el calentamiento global. La iniciativa consiste en transformar los ríos en gigantescas esponjas capaces de absorber dióxido de carbono del aire, una propuesta que ha generado tanto entusiasmo como escepticismo. La clave de esta innovadora tecnología radica en liberar piedra caliza molida en el río West River Pictou.
Al entrar en contacto con el agua, crea una columna calcárea que se disuelve en cuestión de minutos. Con esto se aumenta la capacidad del agua para absorber CO2. El proceso, conocido como “alcalinización oceánica”, podría tener un impacto significativo en la reducción de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. Los defensores del proyecto argumentan que la tecnología es una herramienta factible en la lucha contra el cambio climático. Al aumentar la capacidad de los océanos para absorber CO2, se podría mitigar uno de los principales factores que contribuyen al calentamiento global.
Sin embargo, no todos están convencidos de los beneficios de esta tecnología. Algunos expertos advierten sobre los posibles efectos secundarios de alterar la química de ríos y océanos. La introducción de grandes cantidades de piedra caliza podría afectar la vida marina y los ecosistemas acuáticos de maneras que aún no comprendemos completamente.
Además, existe la preocupación de que pueda desviar la atención de la necesidad urgente de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en su origen. A pesar de las preocupaciones CarbonRun, la empresa detrás del proyecto, sigue adelante con sus planes. Confía en que los beneficios superarán los riesgos.
Absorber CO2
Hace unos años, dos científicos de Nueva Escocia, Shannon Sterling y Eddie Halfyard, se dieron cuenta de que añadir piedra caliza también ayudaba a los ríos a retener más carbono. Decidieron unirse a Luke Connell, un empresario de Toronto, para formar Carbon Run. La alcalinización oceánica es un proceso que busca aumentar la capacidad de los océanos para absorber dióxido de carbono de la atmósfera.
Se introduce un material alcalino, como la piedra caliza molida, en el agua del océano o de los ríos. Este material se disuelve rápidamente, aumentando la alcalinidad del agua. La disolución de la piedra caliza en el agua produce iones de bicarbonato y carbonato. Estos iones reaccionan con el CO2 disuelto en el agua, formando bicarbonato, que es una forma más estable y menos ácida de carbono.
Al aumentar la concentración de bicarbonato en el agua, se incrementa la capacidad del océano para absorber más CO2 de la atmósfera. Este proceso ayuda a reducir la cantidad de dióxido de carbono en el aire y con esto a mitigar el cambio climático.
La adición de material alcalino también puede aumentar el pH del agua, para hacerla menos ácida. Esto puede tener efectos beneficiosos para algunos ecosistemas marinos, aunque también es un aspecto que requiere monitoreo cuidadoso con el fin de evitar desequilibrios ecológicos.
La parte más difícil es extraer y trasladar la piedra caliza de forma económica. Se necesitan aproximadamente dos toneladas de roca por cada tonelada de carbono que se extrae. Si la empresa puede resolver eso, hay cientos de ríos acidificados desde Maine hasta Indonesia cerca de depósitos de piedra caliza, lo que potencialmente permitiría capturar cientos de millones de toneladas de dióxido de carbono cada año.
A qué precio
La alcalinización oceánica es una tecnología prometedora para absorber CO2, pero aún está en fases experimentales y requiere más investigación. Hay que comprender completamente sus efectos a largo plazo y su viabilidad como solución a gran escala. Aunque prometedora, puede tener varios efectos secundarios afectar negativamente a organismos que dependen de un equilibrio químico específico en el agua.
Por ejemplo, algunos estudios sugieren que podría interferir con la calcificación de organismos como corales, moluscos y crustáceos al debilitar sus estructuras. Estos organismos dependen del carbonato de calcio para construir sus estructuras, y cambios en la disponibilidad de carbonato pueden afectar su capacidad para crecer y reproducirse.
Además, existe la preocupación de que estos cambios químicos puedan tener efectos en cadena en las redes alimentarias marinas. Alteraciones en la disponibilidad de nutrientes y en la química del agua podrían impactar a especies clave, lo que a su vez afectaría a los depredadores que dependen de ellas. Otro posible efecto secundario es la modificación del pH del agua. Aunque la alcalinización busca contrarrestar la acidificación oceánica, un aumento excesivo en la alcalinidad podría crear un ambiente demasiado básico para algunas especies, lo que podría ser igualmente perjudicial.
La implementación de esta tecnología a nivel global requeriría una cantidad significativa de recursos y una infraestructura adecuada para monitorear y gestionar sus efectos. Sin una comprensión completa de las consecuencias ecológicas, existe el riesgo de causar daños imprevistos a los ecosistemas marinos.
Los cambios en la química del agua pueden tener efectos en cadena en las redes alimentarias marinas. Por ejemplo, la alteración de la disponibilidad de nutrientes podría impactar a las especies de fitoplancton, que son la base de la cadena alimentaria oceánica. Esto, a su vez, afectaría a organismos que dependen de este y a sus depredadores.
Desafíos para hacerlo a gran escala
La implementación de la alcalinización oceánica para absorber CO2 enfrenta varios obstáculos significativos. Uno de los principales desafíos es la escala de la operación. Para que esta tecnología tenga un impacto significativo en la reducción de CO2 atmosférico, se necesitarían cantidades masivas de piedra caliza y una infraestructura logística considerable para distribuirla en los océanos y ríos. Además, el costo asociado con la extracción, transporte y dispersión de la piedra caliza puede ser prohibitivo, especialmente sin un marco de financiamiento adecuado.
Otro obstáculo importante es la incertidumbre científica. Aunque la teoría detrás de la alcalinización oceánica es sólida, los efectos a largo plazo en los ecosistemas marinos no se comprenden completamente. La introducción de grandes cantidades de material alcalino podría tener consecuencias imprevistas, como la alteración de la química del agua y los impactos negativos en la vida marina3. La falta de datos a largo plazo y estudios de campo extensivos dificulta la evaluación precisa de estos riesgos.
En cuanto a las experiencias anteriores, un ejemplo notable es el proyecto de fertilización con hierro en los océanos, que buscaba estimular el crecimiento de fitoplancton para aumentar la absorción de CO2. Sin embargo, este enfoque resultó ser perjudicial, ya que el aumento del fitoplancton alteró las redes alimentarias marinas y provocó la proliferación de algas nocivas.
Para evitar repetir estos errores, los proyectos actuales de alcalinización oceánica están adoptando un enfoque más cauteloso y basado en la ciencia. Se están realizando estudios piloto y experimentos controlados para evaluar los impactos ecológicos antes de una implementación a gran escala. Además, se están desarrollando modelos predictivos y sistemas de monitoreo para rastrear los cambios en la química del agua y la salud de los ecosistemas marinos en tiempo real.
Objetivos más ambiciosos
Mientras CarbonRun limita sus experimentos para absorber CO2 a ríos, algunas empresas han puesto la mira en un objetivo mayor. Sus estudios los están llevando a cabo directamente en océanos. Pero estos son más grandes, más turbulentos y las investigaciones mucho más difíciles de manejar. Si se le añade un poco de alcalinidad, el dióxido de carbono se dispersa rápidamente a grandes distancias o, peor aún, se arrastra inútilmente hacia las profundidades. Cualquier cambio resultante en el intercambio constante de dióxido de carbono entre el aire y el mar es difícil de detectar.
Una de estas empresas emergente de eliminación de carbono es Planetary Technologies. Ha estado liberando óxido de magnesio en el puerto de Halifax para aumentar la alcalinidad en la superficie del agua. Un grupo de científicos monitorean con un dron variables como salinidad, temperatura y dióxido de carbono disuelto en el agua.
El objetivo es enviar datos a un modelo informático complejo para calcular cuánto carbono adicional se está transfiriendo al océano. Todavía es demasiado pronto para conocer los resultados. Sin embargo, aunque se demuestre que la técnica funciona en un puerto protegido, otros investigadores tendrán que probarla en lugares con patrones de circulación diferentes, para determinar su eficacia. Esto incluye el océano abierto.
Con lejía no parece buena idea
Adam Subhas y su equipo del Instituto Oceanográfico Woods Hole vertieron el año pasado una espiral gigante de un químico en las aguas de Martha’s Vineyard. Ahora quieren hacerlo de nuevo, pero esta vez con 6.600 galones de solución alcalina mezclados. Después, quieren probarlo con 66.000 galones. Esperan ver qué tan bien pueden monitorear la mejora de la alcalinidad en alta mar, tanto sus beneficios como sus posibles efectos secundarios.
Pero la idea tiene muchos detractores que se centran en el químico alcalino que estarían vertiendo: hidróxido de sodio, también conocido como lejía. Es cáustico en altas concentraciones, pero es común en jabones y limpiadores. Los cruceros lo utilizan para eliminar contaminantes de los gases de escape de sus motores. Pero utilizarlo para alcalinizar los océanos presenta varios problemas.
Es altamente corrosivo y puede causar graves quemaduras químicas en la piel y los ojos, así como daños en el sistema respiratorio si se inhala. Su manipulación y transporte requieren medidas de seguridad estrictas para evitar accidentes y exposiciones peligrosas antes de verterlo en el agua.
Si se hace en grandes cantidades podría alterar drásticamente el pH del agua,y crear un ambiente demasiado básico para muchas especies marinas. Además, puede reaccionar con otros compuestos presentes en el agua de mar, formando subproductos que podrían ser perjudiciales para los ecosistemas marinos. Por ejemplo, la formación de carbonato de sodio podría alterar la disponibilidad de carbonato de calcio, esencial para la formación de conchas y esqueletos de muchos organismos marinos.
La producción, transporte y dispersión de grandes cantidades de hidróxido de sodio en los océanos implican costos significativos y desafíos logísticos. También la infraestructura necesaria para monitorear y gestionar los efectos de esta intervención a gran escala sería considerable.