“La cerámica es el material que mejor recoge los defectos y las imperfecciones”
La Fundació Catalunya La Pedrera presenta la retrospectiva más completa hecha en Barcelona de la cerámica de Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957), uno de los creadores más destacados del panorama artístico internacional. La exposición en La Pedrera está comisariada por el escritor y comisario independiente Enrique Juncosa y ha contado en todo momento con el entusiasmo y la complicidad del artista.
La obra de Barceló, de una gran intensidad visceral, pero a la vez profundamente reflexiva, incorpora y recrea temática y físicamente la materia, la vida orgánica y el tiempo. El mismo artista reconoce que no ve diferencias entre pintura y cerámica, y podemos considerar que sus cerámicas son un tipo de extensión de su pintura.
En palabras del artista: “Es el material que mejor recoge los defectos y las imperfecciones”. Barceló ha creado más de cuatro mil cerámicas, que reproducen muchos de sus temas y motivos característicos, como ahora las formas y las imágenes botánicas y zoológicas, tanto del mundo rural como del mundo marino.
Miquel Barceló empezó a exponer a final de la década de los años setenta y enseguida consiguió un gran reconocimiento internacional en el contexto de la eclosión de los nuevos expresionismos. Este reconocimiento ha ido creciendo con el tiempo y, desde entonces, se han organizado exposiciones sobre su obra en museos de Londres, París, Roma, Viena, Tokyo, Boston, Montreal, Ciudad de México o São Paulo.
Barceló es conocido, sobre todo, por sus pinturas, ricas en cuanto a texturas y de gran formato, con imágenes que surgen de la viscosidad misma de la materia. Su obra está llena de referencias culturales, desde las pinturas rupestres hasta el arte contemporáneo.
Terracota por el viento
A mediados de los años noventa, durante una estancia en Mali, donde residió muchos años, un viento intenso no le permitía pintar, puesto que llenaba de polvo sus obras, y decidió trabajar con barro. Entonces, creó un conjunto de terracotas que inauguraron el que se convertiría en uno de los aspectos centrales de su obra posterior.
Cuando volvió a casa, Barceló trabajó en una teulera y allá desarrolló un vocabulario propio a partir de la cerámica; así, decoró formas tradicionales de vasijas con imágenes de frutas, verduras o pescados, pero también creó esculturas con formas de animales o de cráneos. Desde 2009, Barceló tiene un taller de cerámica, que ahora está en proceso de ampliación.
Todos somos griegos, que coge el título de una frase del poeta romántico inglés Percy Bysshe Shelley, fascinado, como Barceló, por la cultura griega, muestra un centenar de obras organizadas de manera cronológica y que cubren un periodo de tres décadas. Estas obras son un tipo de extensión tridimensional de la pintura del artista y, a la vez, constituyen alegorías sobre el paso del tiempo.
La exposición se complementa con pinturas, obras sobre papel y cuadernos relacionados, por los temas y la iconografía que presentan, con las cerámicas, además de una escultura de bronce que ocupa uno de los patios de La Pedrera. A continuación se detallan las temáticas y diferentes espacios que conforman la muestra y que marcan el recorrido de la exposición.
MALI
Barceló y su amigo Javier Mariscal, que en 1984 habían pasado unos cuantos meses juntos pintando en Vila Nova de Milfontes (Portugal), quisieron repetir la experiencia de salir del estudio. Finalmente, en enero de 1988 se encontraron en Argelia con la idea de atravesar el Sáhara con un Land Rover lleno de material para pintar. Llegaron a Gao, en Mali, donde alquilaron una casa para una temporada. Este fue el inicio de una fascinación. Después, Barceló viajó a África unos cuantos inviernos, se estableció en el país de los dogones y allá dibujó al aire libre los paisajes áridos de la región.
En uno de estos primeros viajes, entre noviembre de 1994 y enero de 1995, durante unas tormentas que no permitían que Barceló pintara, el artista hizo sus primeras cerámicas a partir de la técnica tradicional de la zona, donde la arcilla se mezcla con excrementos de animales, como por ejemplo vacas o asnos. Son obras muy frágiles y, de hecho, pocas han sobrevivido, pero tienen una gran trascendencia en su trayectoria artística. A partir de entonces la cerámica es tan importante en su obra como lo son la pintura o el dibujo. Algunas de las piezas que encontraremos son Sahel vanitas III (1992), Pinocchio muerto (1994) o Masque (1995).
TALLERES
Cuando volvió a Mallorca, entre 1996 y 1998, Barceló, que hacía diez años, en 1987, había pintado paisajes de gran formato cargados de vasijas y que había mostrado cerámicas provenientes de las colecciones de los museos de Barcelona en su primera retrospectiva en la ciudad, empieza a frecuentar una tejería próxima a su estudio. En las tejerías se fabrican tejas, ladrillos, vasijas y jarras artesanales. Aquí Barceló continúa aprendiendo la técnica de la cerámica y desarrolla y amplía su vocabulario con este medio.
A menudo usa formas tradicionales, que deforma o agujerea, decoradas con imágenes de frutas, verduras, panes, pescados, crustáceos o moluscos. Además, crea obras con formas de cráneos, con frecuencia amontonados los unos encima de los otros. En 1999 trabaja en un taller especializado en Las Rairies (Francia) y en 2000 se inaugura en el Musée des Artes Decoratifs Musée du Louvre, en París, una gran exposición con las cerámicas que había realizado hasta entonces. En 2001 empieza a trabajar en Vietri sul Mare, cerca de Nápoles (Italia). Algunas de las piezas que podremos ver son Sin título (1999), Poulpe à l‘ènvers (2001) o Sin título (2009-2011).
CATEDRAL DE MALLORCA
En Vietri sul Mare Barceló desarrolla el que será su proyecto público más ambicioso hasta aquel momento, el encargo de decorar la capilla del Santísimo de la catedral de Mallorca, situada a la derecha del altar mayor, sobre el cual cuelga un baldaquino de Antoni Gaudí. El tema escogido es la escena bíblica del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, y el de la conversión del agua en vino.
En la exposición veremos algunos estudios preparatorios para esta obra. Se tuvo que inventar un sistema para romper grandes planchas de cerámica en trozos de formas aleatorias, los cuales después se reconstruyeron dentro de la catedral como si se tratara de un mosaico enorme. Esta obra, de unos veinte metros de altura, requirió seis años de trabajo y se inauguró en 2007. Barceló también diseñó las cristaleras de la capilla. Algunas de las piezas que encontraremos serán Rape y pescados (2003) o Dos saltamontes (2003).
PASO DOBLE
En 2006, Barceló recibe el encargo del Festival de Aviñón de trabajar con el coreógrafo Josep Nadj en un espectáculo teatral titulado Paso doble, que se estrena el año siguiente. Barceló y Nadj son los actores de la obra, en la que, vestidos de negro, llevan a cabo una serie de acciones encima de una plataforma de arcilla blanda y ante una pared del mismo material. La performance, que requería un gran esfuerzo físico, acaba con los dos actores atravesando el muro de barro como si la materia misma los succionara.
CUADERNOS
Teniendo en cuenta que Barceló es un artista prolífico y también viajero, es, quizás tal como se supone que tiene que ser, autor de una elevada cantidad de cuadernos de notas que lo han acompañado en sus viajes. Las libretas recogen escenas de la vida cotidiana de los lugares que visita, incluyendo animales, alimentos, retratos, paisajes, además de cosas inventadas o estilizadas.
En otros encontramos, también, textos del artista, que suele escribir en francés. Uno de los cuadernos, que corresponde a un viaje al Himalaya, se ha publicado en edición facsímil. Aquí se exponen los cuadernos que incluyen referencias explícitas en su obra con la cerámica, realizados en Mallorca, en Grecia o en Japón.
Algunas de las obras que encontraremos serán Cuaderno, 1.ª cocida, diciembre 1996 (Can Murtó, Artà, Mallorca) o Cuaderno, julio-agosto 2021 (Grecia).
VILAFRANCA DE BONANY
En 2008, Barceló compra una tejería en Vilafranca de Bonany, en Mallorca. La cerámica, entonces, ya es una parte importantísima de su obra y experimenta con pigmentos y colores con un gran virtuosismo. En estos momentos está ampliando este taller, después de adquirir hace poco otra tejería que hay cerca. Ha creado unas cuatro mil cerámicas y se ha convertido en uno de los artistas más destacados de este medio, que también interesó a Picasso y a Miró.
Algunas de las piezas que podremos ver serán Rhododendron (2019), Peixos de brega (2019), Sin título (2022) y Sin título (2023).
TÓTEMS
Los últimos años, Barceló ha creado una serie de obras, que denomina “tótems”, a partir de unos grandes ladrillos de barro, convertidos en formas modulares, que le permiten edificar enormes construcciones como si fueran muros, pero también figuras verticales individuales. En ambos casos, las dos tipologías se pueden reconsiderar a partir de nuevas configuraciones, dependiendo del espacio donde se instalan.
El aspecto de estas construcciones recuerda a los yacimientos arqueológicos de otras civilizaciones. De hecho, a veces denotan referencias culturales concretas, como por ejemplo capiteles griegos o precolombinos, y también sugieren cabezas de dragones, saurios o monstruos fantásticos.
En esta sección podremos encontrar, entre otros, Tótem (2019) y Tótem dórico-azteca (2019).
FASCINACIÓN POR EL MUNDO NATURAL
Miquel Barceló se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Palma antes de ser admitido en la Escuela de Bellas artes de Sant Jordi de Barcelona, la cual abandonó poco después. Pese al vínculo profundo que tiene con Mallorca, ha encontrado inspiración en lugares diferentes y ha vivido y trabajado de manera intermitente en Barcelona, Portugal, Palermo, París, Ginebra, Nueva York, Himalaya y Mali.
Este espíritu nómada, junto con la fascinación por el mundo natural, lo ha inspirado para crear telas con texturas muy trabajadas que evocan la materialidad terrosa del arte informal, así como composiciones que exploran los efectos de la luz y los colores cambiantes del mar. Experimenta siempre con materiales no tradicionales, como por ejemplo cenizas volcánicas, frutas, algas, sedimentos y pigmentos caseros, de forma que sus obras llevan la impronta de la energía feroz que impulsa su proceso creativo.
Durante la década de los años ochenta, Barceló empezó a eliminar elementos narrativos de sus obras y creó un espacio cada vez más irreal, lleno de agujeros, grietas y transparencias. Este proceso de simplificación llega en su punto álgido en 1988, cuando viaja por el Sáhara y crea las pinturas blancas. Inspirado por la diversidad cultural y geográfica, su estancia en Mali, donde estableció un taller, fue una experiencia formativa. Para Barceló, la pintura es una manera visceral de conectar con el mundo.
Sin límites técnicos
Su obra traspasa los límites técnicos de la representación, lo que le ha llevado a aceptar encargos públicos muy ambiciosos y a gran escala, como la cúpula del Mercat de les Flors de Barcelona (1986), la capilla de Sant Pere de la Catedral de Mallorca (2007) y la Sala XX de los Derechos humanos y de la Alianza de las Civilizaciones de la sede de las Naciones Unidas en Ginebra (2008).
Lector voraz desde la niñez, ha ilustrado La Divina Comedia de Dante Alighieri, Fausto de Johann Wolfgang von Goethe y La metamorfosis de Franz Kafka. Actualmente, Barceló vive y trabaja entre Mallorca y París. Es uno de los artistas contemporáneos españoles más influyentes. Recibió el reconocimiento internacional después de participar en la Bienal de São Paulo (1981) y la Documenta 7 de Kassel (1982). En 2009 representó España en la 53.ª Bienal de Venecia.
Su obra se ha expuesto en instituciones como el Centre Georges Pompidou (1996), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1999), el Musée du Louvre (2004), el Irish Museum of Modern Art de Dublín (2008), la Bibliotèque National de Francia, el Musée Picasso de París (2016) o el Museo Nacional de Arte de Osaka (2021), entre otros.
A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios y distinciones, entre los cuales destacan el premio Príncipe de Asturias de las Artes (2004) y la Creu de Sant Jordi (2020), además de haber sido investido doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca y la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.