Es preciso escuchar los glaciares, percibir cómo suenan, analizar su tonalidad, examinar los cambios en el color, escudriñar de qué forma se desvanecen, su retroceso y la tierra estéril y baldía que ocupa su lugar. A un nivel imperceptible para el ser humano –los infrasonidos–, la glacioacústica registra a través de micrófonos y mediante pequeñas catas los sonidos peculiares del hielo: el enfriamiento, la compactación, el desvanecimiento, la fusión, el desplazamiento…
La bioacústica en glaciares se posiciona como una herramienta clave en la conservación y comprensión de estos frágiles hábitats. Abre una ventana sonora hacia su complejidad y diversidad. Estas masas de hielo del amanecer de la Tierra muestran vestigios del pasado y lanzan señales hacia el futuro.
Los glaciares desaparecen de forma irreversible. El deshielo es imparable. Un evidencia de la acción directa del hombre en esta catástrofe ambiental que amenaza la supervivencia. En el Ártico o en la Antártida se documenta el Antropoceno, la era geológica causada por el hombre y su impacto planetario.
Emisiones naturales de mercurio
Un estudio internacional, coliderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha comprobado que los niveles de mercurio en el Ártico se incrementaron en correspondencia con el aumento de temperatura durante la transición climática entre el Último Ciclo Glacial y el Holoceno (16.000-10.000 años antes del presente).
En el contexto actual de cambio climático, este trabajo destaca la vinculación del deshielo con el incremento de emisiones naturales de mercurio a la atmósfera y, en consecuencia, con un mayor riesgo para los ecosistemas de la región Ártica. Los testigos de hielo extraídos de los glaciares proporcionan información crucial sobre las condiciones climáticas del pasado y ayudan a comprender mejor el cambio climático. La disminución de los glaciares limita nuestra capacidad de predecir y mitigar los efectos del cambio climático.
Las repercusiones del calentamiento global se extienden más allá del entorno natural, afectando a la disponibilidad de agua dulce, el equilibrio de los ecosistemas marinos y la economía local. El hombre, igual que destruye el planeta, es el único que va a poder salvarlo. Si fuésemos capaces, la naturaleza nos ayudaría.