Mientras Bruselas pedía paralizar de forma inmediata la compra de gas y petróleo a Rusia, la Asamblea General de la ONU votó la propuesta de Estados Unidos de expulsar a la Federación de Rusia del Consejo de Derechos Humanos, que fue secundada por decena de países. El texto sometido a consideración denuncia «violaciones graves y sistemática de los derechos humanos por el Ejército ruso en Ucrania.
La suspensión se aprobó con los dos tercios de los votos exigidos. 93 países a favor, 24 en contra y 58 abstenciones. La suspensión no detendrá la guerra ni evitará que se sigan perpetrando tropelias y abusos contra la población civil. Los militares rusos no se darán por enterados. Tampoco el Consejo de Derechos Humanos resultará afectado en su escaso prestigio. Desde hace mucho tiempo lo integrado países con un deleznable historial de violaciones de los derechos humanos como la Libia de Gadafi, Siria, Cuba o Venezuela.
La resolución es una trompada diplomática en los senos paranasales de Rusia, que se esforzó, presionó y amenazó con considerar el voto en contra como un gesto hostil «con consecuencias» en las relaciones bilaterales. Otro llamado de que el mundo no está de acuerdo a volver a la ley del más fuerte ni a las imposiciones por la fuerza. En su irracional y salvaje arremetida guerrerista ni siquiera, hasta ahora, puede hablar de una victoria pírrica. Ha sido, sí, una auténtica masacre contra la población civil y de destrucción innecesaria y criminal de estructuras educacionales, sanitarias y culturales.
El Consejo de Seguridad sigue jugando al veto
En el Consejo de Seguridad, el verdadero órgano de poder de Naciones Unidas, Rusia se sigue moviendo a sus anchas. Ha evitado las propuestas condenatorias contra la criminal invasión y las solicitudes de un cese de hostilidades. Sin embargo, cuando no puede utilizar su derecho a veto los votos en contra son abrumadores. Los únicos países que intervinieron para dejar asentado su apoyo a Rusia fueron Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Irán y Siria. Ninguno es ejemplo de respeto a los valores humanos.
Ante las derrotas diplomáticas y el cuestionamiento mundial, el Kremlin sigue empeñado en responsabilizar a Occidente de las tensiones, incluida la invasión por tropas rusas de Ucrania. Sigue amenazando con represalias y condenó que se le envíen armas a Ucrania. El estrecho entorno político de Vladimir Putin dice que los países occidentales, validos en una amenaza artificial y fantasmas de Rusia, están inundando a Ucrania de armas y proporcionando asesores militares para azuzar a Ucrania a cometer provocaciones en lugar de hacerle cumplir los acuerdos de Minsk.
El Parlamento Europeo aprobó una resolución en la que reclama el cese inmediato y completo de las compras de productos energéticos a Rusia, incluido el gas. El acuerdo coincidió con la tramitación del quinto paquete de sanciones contra Rusia, el cual se limita a cancelar las compras de carbón. El español Luis Garicano afirmó: «Si Europa no deja de financiar a Putin, la historia no nos verá como espectadores. Sabrá que fuimos cómplices».