Chernóbil es un nombre tristemente asociado al peor accidente nuclear de la historia. Ha sido objeto de estudios científicos. Se convirtió en una referencia en cuanto a los riesgos de la energía nuclear. Marcó un momento decisivo de la Guerra Fría, por el hermetismo con el cual se manejó. Una miniserie de HBO trajo de vuelta este incidente a la memoria colectiva. Y ahora se ha vuelto noticia por razones distintas. Chernóbil podría convertirse en Patrimonio de la Humanidad.
Al menos, eso es lo que aspiran las autoridades ucranianas, que quieren elevar la solicitud a la Unesco. Esta designación podría impulsar la zona como destino turístico. Además, les permitiría generar ingresos y recibir ayudas para preservar la ciudad fantasma, antes de que se derrumbe por completo.
Conservar la memoria histórica
Para garantizar que las generaciones futuras preserven el sitio, Ucrania propondrá que partes de la llamada «zona de exclusión» de Chernóbil sean consideradas como posible Patrimonio Mundial de la Unesco.
Los funcionarios ucranianos dicen que la designación alentaría el turismo y ayudaría a regular el tráfico hacia el área desierta de 2.500 kilómetros cuadrados. El año pasado, un récord de 124.000 turistas visitaron Chernóbil, un impulso en el «turismo de desastres» en parte atribuible al éxito de la miniserie de HBO de 2019 sobre la tragedia.
El Gobierno de Ucrania propondrá zonas específicas a la Unesco en marzo, pero es posible que la decisión final de la organización internacional no llegue hasta 2023. Según la Unesco, un sitio califica para el estatus de Patrimonio Mundial si ofrece un «valor universal excepcional» y cumple al menos uno de diez criterios. Entre otras, la lista de pautas incluye representar «una obra maestra del genio creativo humano», dar testimonio de una civilización desaparecida y tener una asociación directa o tangible con eventos importantes.
Implicaciones de la propuesta
La designación de Chernóbil como patrimonio de la Unesco impondría estrictos requisitos internacionales al Gobierno de Ucrania para la preservación del sitio y para que sea propicio para el turismo a gran escala. El turismo debe gestionarse adecuadamente y los sitios que aceptan una designación de Patrimonio Mundial tienen la responsabilidad de mantener su estatus.
Una solicitud de estatus de Patrimonio Mundial debe provenir del «Estado Parte». Para que Chernóbil sea considerado en el futuro como Patrimonio de la Humanidad, el Gobierno de Ucrania debe estar de acuerdo con el valor universal y el plan de desarrollo de Chernóbil.
La consolidación del patrimonio de Chernóbil puede ser el primer paso en este proceso. Además, una vez que un sitio obtiene el estatus de Patrimonio Mundial, la Convención recomienda que los gobiernos adopten políticas para la gestión futura. Esta puede ser una empresa costosa y completa.
Un obstáculo principal sería la interpretación de Ucrania de Chernóbil con respecto a su historia soviética. Esto puede ser políticamente complicado y depender de qué partido esté a cargo del país.
Una necesidad de Chernóbil es crear un recorrido estandarizado para visitar el sitio que sea seguro. Algunos expertos han recomendado construir un malecón a través de áreas que
limiten la exposición de los turistas a la radiación y que esté lo suficientemente lejos de los edificios en caso de que comienzan a colapsar.
Tragedia y ocultamiento
El desastre tuvo lugar cerca de la ciudad de Chernóbil, en la ex URSS, en la planta de energía nuclear, que se encuentra al sur de lo que ahora es la frontera de Ucrania con Bielorrusia.
El 25 de abril de 1986, se programó un mantenimiento de rutina en el cuarto reactor de la central. Los trabajadores planearon usar el tiempo de inactividad para probar si el reactor aún podría enfriarse si la planta perdiera energía. Sin embargo, durante la prueba, los trabajadores violaron los protocolos de seguridad y se produjo un aumento de energía dentro de la planta.
Los intentos de apagar el reactor por completo fueron infructuosos. Otra subida de tensión provocó una reacción en cadena de explosiones en el interior. Finalmente, el propio núcleo nuclear quedó expuesto, arrojando material radiactivo a la atmósfera.
A pesar de la muerte de dos personas en las explosiones, la hospitalización de trabajadores y bomberos y el peligro de lluvia radiactiva e incendio, nadie en las áreas circundantes, incluida la cercana ciudad de Pripyat, fue evacuado hasta aproximadamente 36 horas después de que comenzara el desastre. Pero para entonces ya era demasiado tarde: la fusión ya había extendido la radiación hasta Suecia, donde los funcionarios de otra planta nuclear comenzaron a preguntar sobre lo que estaba sucediendo en la URSS.
Informar sobre un accidente nuclear se consideró un riesgo político significativo. Después de negar los hechos, los soviéticos finalmente hicieron un breve anuncio el 28 de abril.
La zona de exclusión
Pronto, el mundo se dio cuenta de que estaba presenciando un evento histórico. Hasta el 30% de las 190 toneladas métricas de uranio de Chernóbil estaban ahora en la atmósfera. La Unión Soviética finalmente evacuó a 335.000 personas, estableciendo una «zona de exclusión» de 30 kilómetros de ancho alrededor del reactor.
Al menos 28 personas murieron inicialmente como resultado del accidente, mientras que más de 100 resultaron heridas. El Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de las Radiaciones Atómicas ha informado que más de 6.000 niños y adolescentes desarrollaron cáncer de tiroides después de haber estado expuestos a la radiación del incidente.
Investigadores internacionales han pronosticado que, en última instancia, alrededor de 4.000 personas expuestas a altos niveles de radiación podrían sucumbir al cáncer relacionado con la radiación. Mientras, unas 5.000 personas expuestas a niveles más bajos de radiación podrían sufrir la misma suerte. Sin embargo, todas las consecuencias del accidente, incluidos los impactos en la salud mental e incluso en las generaciones posteriores, siguen siendo muy debatidas y se encuentran en estudio.
Lo que queda del reactor se encuentra ahora dentro de una enorme estructura de contención de acero desplegada a fines de 2016. Los esfuerzos de contención y el monitoreo continúan y se espera que la limpieza dure al menos hasta 2065.
Región inhabitable
Casi 40 años después, la radiación de las explosiones sigue causando estragos en el entorno natural de la zona de exclusión. Las autoridades dicen que podría tomar hasta 24.000 años para que los humanos puedan vivir en el área de manera segura. Los turistas, sin embargo, pueden visitarla por breves períodos.
Pripyat, una ciudad cercana que alguna vez albergó a 50.000 personas, ha demostrado ser particularmente atractiva para los turistas. Ahora una ciudad fantasma, cuenta con misteriosos restos de las vidas anteriores de los residentes, incluido un parque de diversiones con coches de choque en descomposición y una rueda de la fortuna que parece estar congelada en el tiempo.
Una tecnología con riesgos
Después de Chernóbil, otros accidentes han ocurrido, para recordarnos los riesgos de la energía nuclear.
El 13 de septiembre de 1987, en Brasil, una fuente radioactiva médica en desuso fue robada en el hospital abandonado de Goiania, ocasionando la muerte de 4 personas e hiriendo a 249 más a causa del envenenamiento por radioactividad.
En Tokaimura, Japón, ocurrieron dos accidentes. El primero tuvo lugar el 11 de marzo de 1997, en la planta de procesamiento nuclear de desperdicios de la estadal Corporación de Desarrollo Nuclear. Hubo una explosión sin causar bajas humanas. Los trabajadores que estaban de turno en la planta así como en sus alrededores, fueron expuestos a niveles de radiactividad ligeramente superiores a los normales. Sin embargo, se desconocen los efectos de la radiación a largo plazo en quienes estuvieron expuestos.
El segundo ocurrió el 30 de septiembre de 1999, en una planta de reciclaje de combustible nuclear. Un terrible error de operación provocó una reacción nuclear incontrolada que amenazó durante algunas horas en desarrollar un nuevo proceso de fisión y además esparcirse por el resto de la planta. Expuso a niveles de radiación 15.000 veces superiores a los admisibles a 30 operarios. Como consecuencia directa murieron dos trabajadores de la central y más de 400 personas recibieron dosis de radiación bajas.
El 11 de marzo de 2011, un terremoto y el tsunami que sacudieron la zona oriental de Japón. Este desastre natural provocó una serie de incidentes en el complejo nuclear de Fukushima. Hubo explosiones en los edificios de los reactores nucleares, fallos en los sistemas de refrigeración, triple fusión del núcleo y liberación de radiación al exterior. Es, después de Chernóbil, el segundo mayor accidente nuclear de la historia.
Lecciones aprendidas
Esta historia de accidentes nucleares ha ayudado a trabajar en búsqueda de mejorar los niveles de seguridad en el manejo de esta fuente de energía. Por ejemplo, la central nuclear eslovena de Krsko, ubicada a unos 50 kilómetros al noroeste de la capital croata, Zagreb, suspendió de forma preventiva su actividad este martes, tras el sismo que sacudió a la vecina Croacia.
Aunque la planta ha sido edificada para resistir fuertes temblores de tierra, su funcionamiento fue desactivado según un procedimiento regular previsto para situaciones de desastres naturales. El movimiento, de magnitud 6,2, sacudió la zona croata de Petrinja, en el centro del país, causando un número aún indeterminado de víctimas y serios daños en edificios. El sismo se sintió también en Zagreb y en otras zonas de Europa Central.
Una nueva oportunidad
Quienes apoyan la idea de convertir a Chernóbil en Patrimonio de la Unesco, destacan el valor que tiene mostrar a las nuevas generaciones los riesgos potenciales de esta tecnología, como una manera de crear conciencia.
El reconocimiento internacional de Chernóbil como patrimonio universal transformaría la percepción que el mundo tiene actualmente de este lugar. Pasaría de ser un páramo nuclear a una lección importante para la humanidad y un sitio que vale la pena visitar. Al visitar y aprender más sobre Chernóbil, los turistas no solo renovarán su conciencia sobre los desastres nucleares, sino que también se inspirarán en el resurgimiento de la naturaleza y su poder transformador.
La energía nuclear ha significado un avance indudable para la tecnología y la calidad de vida del ser humano. Aprender acerca del impacto medioambiental y las vidas humanas que se ha cobrado, nos ayudará a comprender mejor acerca de su manejo. Declarar a Chernóbil como Patrimonio de la Unesco, quizás apunte en esa dirección.
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