Casi todo el mundo dice que quiere cambiar y, sin embargo, son muy pocos los que creen que ese cambio pueda realmente producirse y que, además, estén dispuestos a poner el trabajo y el esfuerzo necesarios para que ello suceda
Nadie puede cambiar quien es, lo que sí puede hacer es cambiar su forma de ser y de estar en este mundo. Cuando uno cambia su forma de ser, la perspectiva desde la que mira también cambia. Es entonces cuando se pueden descubrir realidades que previamente estaban ocultas.
Cambiar lo que uno es capaz de ver, también cambia la manera en la que una persona piensa, el tipo de sentimientos que experimenta y las acciones que emprende. Por eso los resultados que se obtienen son diferentes. Lo que nos impide cambiar es el hecho de habernos familiarizado tanto con una forma de ser y de estar en el mundo, que hemos acabado apegándonos a ella. A esto le llamamos autoconcepto o identidad.
Uno se identifica con el personaje de una película y da por hecho que no tiene capacidad para dejar de ser ese personaje y de participar en esa película. Se nos olvida que nosotros no somos ningún personaje, sino la persona que ha escrito ese guion que de alguna manera nos tiene atrapados.
Quien se ha identificado con un personaje triste, se sentirá mal cada vez que algo le alegre la vida. Esa alegría momentánea la vivirá como algo no familiar y esto generará una ansiedad lo suficientemente incómoda como para que sienta la necesidad de volver a la tristeza de su personaje habitual. Quien se identifique con un personaje que viva en la pobreza, cuando en su vida aparezca la abundancia, comenzará a labrarse su propia ruina sin ser consciente de ello.
Esta forma de autosabotaje lo que muestra es que preferimos lo malo que nos es familiar, a lo bueno que no lo es. El propio refranero de la lengua española lo deja bien claro: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Por distintas razones asociamos la incertidumbre, a lo desconocido, adjetivos como peligroso, indeseable, tenebroso y oscuro. Por eso “solo los locos rompen los límites”.
Hace falta tener una sana locura para superar esos límites que nuestra mente nos presenta como infranqueables. Esta perspectiva que tanto nos limita y nos aleja de la realidad es la perspectiva del ego, no la del espíritu. Cuando uno mira desde la perspectiva del espíritu donde antes se veían límites ahora se ven posibilidades.
Nuestro mundo lleva demasiado tiempo girando alrededor de las necesidades del ego y tiene ahora la oportunidad de empezar a girar alrededor de las necesidades del espíritu. El poder, el dinero y la fama pueden tener un papel en nuestra vida, lo que considero más que cuestionable es que tengan que seguir ocupando el centro de ella. Si es el ego el que orienta nuestras vidas, no veremos a los demás como seres humanos sino como objetos y los utilizaremos con mayor o menor sutileza para aumentar nuestro poder, nuestra fama o nuestra fortuna.
Cuando es el espíritu el que orienta nuestra vida entonces seremos llamados a esa aventura que nos permite crecer, evolucionar y desplegar nuestro verdadero potencial. Desde la perspectiva del espíritu buscamos una relación no de conveniencia sino de verdadero encuentro y apoyo mutuo. Desde la perspectiva del espíritu todos somos hermanos.
CUANDO UNO MIRA DESDE EL ESPÍRITU, DONDE ANTES SE VEÍAN LÍMITES AHORA SE VEN POSIBILIDADES
Decía Martin Buber que la persona centrada en sí misma se convierte en el centro de una circunferencia y, que la persona que se abre a los demás, se convierte en el centro de una elipse. Es importante recordar que una elipse no tiene un único centro sino dos, tú y yo. Por eso del encuentro surge el nosotros y a partir de aquí emerge la creatividad. De la misma manera que de la integración entre el oxígeno y el hidrógeno emerge algo nuevo que es el agua, de la integración entre dos formas diferentes de ver la realidad, emerge algo nuevo que está lleno de posibilidades.
Hace poco me comentaron de una persona que lavaba coches y a la que le sorprendió como a tantas otras la pandemia por el COVID-19. Esta persona que no tenía ahorros vio que no iba a poder ni tan siquiera alimentar a su familia. Por eso acudió a un antiguo cliente para pedirle lavar su coche y así ganar algo de dinero. Aquel cliente “le incluyó en la elipse” y una nueva idea emergió, la de crear una pequeña empresa que se dedicara a limpiar y desinfectar los coches de los profesionales sanitarios que estaban atendiendo a los enfermos en sus respectivos hospitales.
En el momento en el que escribo este artículo, en esta empresa han tenido que contratar a cuatro empleados más para dar servicio a la cantidad de peticiones que están recibiendo para limpiar y desinfectar los coches.
La creatividad emerge del encuentro y para eso hay que estar dispuestos a favorecer esas condiciones que permiten el encuentro. El egocentrismo, la hostilidad, la rivalidad, la falta de empatía y la ausencia de generosidad no favorecen para nada que dicho encuentro se produzca. Nosotros solo tenemos un problema y es que nos hemos separado de nosotros mismos, de los demás y de la naturaleza. Ya no nos reconocemos como parte de una sola unidad. Esta división genera desunión y ahuyenta de nuestra vida la experiencia de felicidad.
El estudio más largo que existe en el mundo sobre la felicidad, desarrollado en la Universidad de Harvard, muestra que el factor más importante para experimentar felicidad es tener relaciones de afecto con otras personas, es decir, querer y sentirse queridos. No hay ningún problema en reconocer la existencia y el valor de un mundo material. Sí hay un problema cuando el mundo material es el único que reconocemos y valoramos, porque entonces caeremos en un materialismo que pone en cuestión la verdadera dignidad de la persona.
El mundo del espíritu es una realidad suprasensorial y transpersonal. Ni nuestros sentidos físicos lo pueden captar, ni nuestro intelecto lo puede entender. Tampoco ninguno de nuestros cinco sentidos nos permiten captar los campos magnéticos y, sin embargo, las palomas sí pueden. Nosotros no somos capaces de captar los ultrasonidos y los perros sí. Los seres humanos no podemos captar la luz ultravioleta y las mariposas sí. Lo que nuestros cinco sentidos no llegan a captar, sí lo puede captar ese sexto sentido que está en nuestro corazón.
Nos sobra arrogancia y nos falta apertura mental para explorar aquellas realidades que desafían por completo nuestra forma de pensar. Por eso es tan necesaria la apertura mental que nos permita cambiar. En un mundo marcado por la incertidumbre, como este en el que estamos, tienen que aflorar nuevos recursos si queremos transformar la dificultad en oportunidad.
Un nuevo mundo que favorezca el bien colectivo, la salud del planeta y el verdadero progreso social precisa de un tipo de seres humanos, verdaderos líderes, que estén dispuestos a mostrar que cambiar sí se puede y que, además, merece la pena.
Decía Albert Einstein que “el verdadero problema de la humanidad no está en la bomba atómica sino en su corazón”. Me gustaría humildemente añadir que también en su corazón está la solución. De un corazón en guerra solo puede surgir el enfrentamiento, el desencuentro e incluso la violencia. Por eso necesitamos un corazón en paz capaz de expresar respeto, cercanía, amabilidad, empatía y compasión.
Necesitamos corazones que unan y no que separen o que creen barreras tan sólidas que no sea posible acceder a ellas. Todo cambio real no sucede desde la cabeza, sino desde el corazón. Desde ese sentimiento de que crear un mundo mejor no solo es posible, sino que también es profundamente ilusionante. Cuando uno se atreve a “sentir en grande” y su imaginación se pone a trabajar, antes o después creará esa realidad que se está imaginando. Los seres humanos no nos hemos dado cuenta de que podemos “curvar la realidad” porque el observador influye en lo observado como nos ha mostrado con tanta claridad la física teórica.
¡Qué belleza y qué responsabilidad saber que todos somos artistas moldeando día a día nuestra vida e impactando en la de los demás! Las personas que cambien a mejor este mundo serán aquellas que se embarquen en la aventura de mejorarse a sí mismos. Son esos líderes que sustituirán los “es que…” por los “hay que…”.
Hablamos de personas que creen en los milagros y que han decidido no vivir bajo la esclavitud del miedo, la ira, la envidia, la arrogancia, la avaricia o la ignorancia, sino bajo el impulso del amor, del amor a uno mismo, a los demás y al planeta.
Estos seres humanos no se preguntan: ¿Con esta realidad tan difícil que estoy viviendo, cómo voy a ponerme a soñar? Ellos y ellas se preguntan ¿Qué tipo de sueño tengo que atreverme a soñar para transformar esta realidad? Por eso hablamos de la fuerza del optimismo, de la valentía, de la autenticidad, de la integridad y del compromiso.
Unámonos todos en este propósito tan hermoso, hacer de nuestra vida una obra de arte e inspirar con ello a otras personas a descubrir la preciosa escultura que se encuentra oculta en el bloque de mármol y que está deseando despertar.
Estos y otros contenidos están en la edición 2270 de Cambio16
-
Revista 2270 (Digital)
2,30€ Añadir al carrito -
Revista 2270
4,00€ Añadir al carrito -
¡Oferta!
Revista 2270 Suscripción Digital
El precio original era: 23,00€.19,90€El precio actual es: 19,90€. Añadir al carrito -
¡Oferta!
Revista 2270 Suscripción Total
El precio original era: 40,00€.36,00€El precio actual es: 36,00€. Leer más