La sensación de tensión entre las potencias mundiales crece cada día más y hace recordar a la denominada Guerra Fría. Este lunes se llevó a cabo una situación que puede crispar mucho más las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. La Fiscalía rusa solicitó hasta 18 años de cárcel para el exmarine Paul Whelan, quien está en prisión acusado de presunto espionaje.
«Los fiscales han exigido que su cliente permanezca encarcelado durante 18 años bajo un duro régimen. Para ser honestos estamos en shock», dijo el abogado de Whelan, Vladimir Zherebenkov, a la salida de los juzgados.
El letrado manifestó que a pesar de la noticia su defendido ha reaccionado con la mayor calma posible. «Se está comportando con dignidad», dijo. La Fiscalía considera que Whelan no solo era un funcionario de inteligencia de los Estados Unidos, sino que también desempeñaba el cargo de coronel.
Sin embargo, el estadounidense niega la acusación. «No he realizado actividad alguna de espionaje ni he estado recopilando información secreta o clasificada». Su abogado informó que la sentencia del juzgado se conocerá el próximo 15 de junio.
La detención de Whelan
Whelan, quien tiene pasaporte estadounidense, canadiense y británico, fue detenido en diciembre de 2018 por agentes del Servicio Federal de Seguridad, en un hotel de la ciudad de Moscú. Los informes policiales indican que la inteligencia rusa le encontró un dispositivo de memoria externa que contenía información clasificada.
El exmarine de 50 años desmiente el informe e indica que le tendieron una trampa. Whelan afirma que «el pendrive se lo dio un conocido ruso y creía que contenía fotos de vacaciones y no información secreta del gobierno ruso.
El juicio en su contra comenzó el pasado mes de marzo y, a pesar de que coincidió con la pandemia de la COVID-19, el evento jurídico ha continuado a puerta cerrada. Desde su arresto, el acusado ha estado todo el tiempo en prisión preventiva.
#Zajárova comenta el proceso judicial contra Paul Whelan: #COVID19 introduce sus correcciones en el proceso. No obstante, los procedimientos judiciales se efectúan en estricta correspondencia de la legislación de #Rusia🇷🇺 observándose todas las normas y requisitos establecidos❗️ pic.twitter.com/op9hGP97Cg
— MAE de Rusia 🇷🇺 (@mae_rusia) April 17, 2020
Desde los Estados Unidos afirman que el juicio del exmarine no es imparcial. Aunque Whelan se ha declarado inocente en reiteradas oportunidades, los testigos de la acusación han sido fundamentalmente miembros del Servicio Federal de Seguridad, antigua KGB.
«Esto es un problema en nuestras relaciones. Es horrible cómo tratan a Paul. Está detenido sin ninguna prueba de su culpabilidad», dijo el embajador de los Estados Unidos en Rusia, John Sullivan.
Sus familiares denunciaron que padecía una hernia y no fue atendido debidamente, además de que sufrió otro tipo de malos tratos en la cárcel. El mismo Whelan afirmó en octubre que fue agredido por guardias de la prisión y amenazado con una pistola, comportamientos que las autoridades rusas niegan.
Una nueva Guerra Fría
El encarcelamiento de Paul Whelan es otro ingrediente más para la discordia y tensión entre Washington y Moscú, enfrentados por una nueva carrera armamentista nuclear, la anexión de Crimea por parte de Rusia, las Guerras en Siria y Ucrania y la situación de tensión con Venezuela.
Incluso, la pandemia de COVID-19, lejos de unir más a los países, ha creado más crispación. El mundo de la bipolaridad entre izquierda y derecha ha regresado. Los gobiernos de corte socialista acusan a los otros de anteponer la economía frente a las vidas humanas, mientras que los mandatarios de derecha acusan a los de izquierda de la debacle económica del mundo.
Todo este escenario es alimentado por las múltiples acusaciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, responsabilizando a China de propagar la pandemia por todo el mundo. La respuesta del gigante asiático no se ha hecho esperar. Aunque el gobierno de Xi Jinping ha desmentido las acusaciones, no ha dejado que investigadores de otros países entren en su territorio para determinar el origen de la COVID-19.
Por si fuera poco, al clima de controversia también se suma la carrera por producir la vacuna del coronavirus. Empresas farmacéuticas de todo el mundo trabajan a fondo y compiten por generar primero la vacuna, reafirmando la rivalidad entre Occidente y Oriente.
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