La propagación de la COVID-19 logró detener el deporte en plena era de la tecnología y la globalización
Desde 1914 hasta 1919 el mundo se paralizó por la Primera Guerra Mundial. Luego, desde 1939 a 1945, pasó lo mismo por la Segunda Guerra Mundial. En esos periodos no hubo ninguna actividad deportiva. Los estadios estuvieron desolados y los aficionados, bajo el terror de las guerras. Ahora ha ocurrido algo bastante parecido, aunque no se observe el cielo lleno de bombarderos ni nos persiga el traqueteo de las ametralladoras.
El virus ha vencido en 2020 al deporte universal. Una pandemia puso al mundo de rodillas y ha obligado a cancelar o posponer los eventos deportivos. Muchos países han entrado en estado de guerra para combatir al “enemigo invisible”, el SARS-CoV-2, mientras el pesar y la desolación reinan en los escenarios del deporte mundial.
Se esperaba un año deportivo de altos quilates. El calendario estaba lleno de grandes eventos como la Eurocopa, la Copa América, los torneos del fútbol mundial como la Champions y la Copa Libertadores. La NBA, los torneos de tenis, el ciclismo, la Fórmula 1, Moto GP, el béisbol de las Grandes Ligas y los maratones serían el preludio para la joya de la corona: los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
Al principio se realizaron partidos sin público y con restricciones, pero el coronavirus los fue derrotando uno a uno; al final afectó a todo el deporte, país tras país. Después de las guerras mundiales el mundo transcurrió con relativa normalidad y el deporte se desarrolló sin contratiempos, con emociones inolvidables en cada una de las disciplinas. Lo más cercano a una suspensión fue el boicot de las Olimpiadas de 1980. En ese momento, el mundo estaba en plena Guerra Fría y se dividía en dos polos. El bloque occidental y capitalista, y el de Europa oriental bajo el dominio del comunismo de la Unión Soviética.
Era una etapa de mucha tensión y confrontación. El bloque capitalista, comandado por Estados Unidos, boicoteó los Juegos Olímpicos de Moscú. La respuesta llegó cuatro años más tarde, cuando la Unión Soviética hizo lo mismo con las Olimpiadas de Los Ángeles.
Luego se encadenaron décadas de emociones ininterrumpidas. El fútbol nos regaló a Pelé, Franz Beckenbauer, Johan Cruyff y Diego Armando Maradona. Después apareció Zinedine Zidane, Ronaldo Nazario y Ronaldinho con su particular sonrisa. Muchos futbolistas deleitaron al mundo y levantaron algarabías entre los aficionados hasta llegar a la dicotomía de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
En el tenis se ha mantenido año tras año la dinastía de Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic. Simultáneamente, vimos cómo se forjó la leyenda de Michael Schumacher en la Fórmula 1 y lloramos su terrible accidente. En MotoGP hemos sido testigos de la rivalidad entre Valentino Rossi y Marc Márquez, mientras que en el ciclismo Lance Armstrong ascendió a la cima y luego el doping lo llevó a caer estrepitosamente. También todos quedamos impresionados con la gesta de Michael Phelps, el atleta más condecorado de todos los tiempos en la historia de los Juegos Olímpicos, con 28 medallas.
Ni hablar de lo que Michael Jordan hizo en el baloncesto o lo que luego lograron Kobe Bryant y Shaquille O’Neal en la época dorada de los Lakers de los Ángeles hasta llegar a la era comandada por Lebron James. Ahora todo quedó paralizado. La propagación de la COVID-19 logró en plena era de la tecnología y globalización detener el deporte. La Eurocopa, Copa América y Juegos Olímpicos se jugarán en 2021. Otros deportes se encuentran en evaluación, pero lo más probable es que las temporadas se suspendan.
Una vez termine el estado de emergencia, que la pandemia del coronavirus sea controlada y el mundo vuelva a una relativa normalidad, quedará en evaluación de las autoridades deportivas ajustar el calendario y continuar los torneos inconclusos o, por el contrario, dar por suspendidas todas las competiciones y comenzar desde cero las temporadas de 2021.
Los Juegos Olímpicos resistieron hasta el final
Mientras todos los eventos deportivos se suspendían o posponían, el Comité Olímpico Internacional y el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, rechazaban tomar una decisión definitiva sobre los Juegos Olímpicos. Sin embargo, la pandemia avanzó a ritmo incontrolable causando dolor, muertes, pánico y dejando a millones de personas en confinamiento absoluto. Ante ese dramático panorama, las autoridades evaluaron la situación. En primer momento decidieron posponerlos y se dieron un plazo de cuatro semanas para concretar una fecha.
No obstante, dada la gravedad de la situación mundial, no hizo falta esperar esas cuatro semanas. En días el COI y el primer ministro japonés decidieron posponer los Juegos Olímpicos para el próximo año, aunque conservarán el nombre de Tokio 2020.
Los atletas siempre desean participar en las competiciones. Es la naturaleza de cada deportista. Pero en este caso la situación es diferente. La mayoría estuvo de acuerdo con la suspensión. Cuando el COI tomó la decisión de posponer los Juegos Olímpicos muchos lo celebraron. Habían paralizado sus entrenamientos y se encontraban en confinamiento.
En el fútbol varios jugadores se contagiaron como Paulo Dybala, Daniele Rugani, Zlatan Ibrahimovic, Ezequiel Garay, Gayá, Mangala, entre otros. Por esta razón y para proteger a sus compañeros, los futbolistas estuvieron de acuerdo con la paralización de actividades. En la Fórmula 1 algo similar sucedió y los pilotos optaron por no competir en los primeros grandes premios.
En paralelo, la mayoría de los atletas también mandaban sus mensajes de apoyo y aliento a la sociedad mundial, uniéndose en un solo llamado: “Quédate en casa”, la única medida para evitar el contagio del coronavirus.
La solidaridad siempre presente
En estas últimas semanas, la solidaridad relució en el mundo. Los deportistas no han sido indiferentes ante la situación de la humanidad. Líderes del deporte se unieron para movilizar recursos para enfrentar la crisis sanitaria. Rafael Nadal, Novak Djokovic, Stephen Curry, Roger Federer, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo son algunos atletas que aportaron recursos para hacer frente a la pandemia.
“Llevo unos días en casa pensando de qué manera puedo ayudar y después de darle muchas vueltas he llegado a la conclusión de que vosotros, todo el pueblo español, nunca nos habéis fallado a los deportistas, así que ahora no podemos fallaros a vosotros”, expresó Nadal. Durante una semana el tenista hizo un llamado a otros deportistas españoles para recaudar 11 millones de euros.
La buena voluntad los llevó también a donar sus tesoros más preciados, donde a veces el valor sentimental supera al económico. Un trofeo, una medalla, una camiseta, un balón firmado o una bicicleta, como hizo Alberto Contador cuando entregó su Specialized Tarmac, con la que corrió el Giro de Italia y el Tour de Francia de 2011. Fue la forma de decirle al mundo que no eran ajenos a lo que sucedía.
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