Las organizaciones firmantes provienen de diversos sectores -medioambiente, derechos humanos y justicia social- en un claro mensaje de que la ciencia debe prevalecer sobre la desinformación para enfrentar los desafíos climáticos.
El científico Fernando Valladares ha sido objeto de acoso por su defensa de la ciencia climática. Este ataque no solo pone en riesgo su integridad personal, sino que también refleja una tendencia alarmante en la sociedad actual: el desprecio hacia aquellos que se atreven a hablar con claridad sobre el calentamiento global.
Más de 850 entidades han expresado su apoyo a Valladares en un manifiesto en el que denuncian la hostilidad que enfrentan los científicos comprometidos con estudiar y difundir la realidad del cambio climático. Subrayan la importancia de proteger a quienes defienden la ciencia frente a un panorama en el que las voces negacionistas parecen ganar terreno.
El apoyo colectivo no solo es un llamado a la solidaridad, sino también una advertencia sobre las implicaciones más amplias del acoso a los científicos: una sociedad que silencia a sus expertos está condenada a repetir errores del pasado.
No a las amenazas
El respaldo surge en un contexto donde la ciencia enfrenta crecientes ataques y desinformación. Valladares, conocido por su trabajo en ecología y cambio climático, ha sido objeto de acoso por defender la verdad científica. Aseguran que el negacionismo climático está en aumento, por lo que es fundamental respaldar a quienes luchan por la verdad. La comunidad científica no debe ser silenciada ni amenazada por sus opiniones basadas en evidencia.
Las organizaciones firmantes provienen de diversos sectores, incluidos medio ambiente, derechos humanos y justicia social. Este apoyo colectivo es un claro mensaje de que la ciencia debe prevalecer sobre la desinformación. La unión de estas voces destaca la necesidad de un enfoque colaborativo para enfrentar los desafíos climáticos.
“La DANA del 29 de octubre y sus fatales consecuencias, especialmente graves en tierras valencianas, ha incrementado la demanda social de explicaciones científicas de las causas del desastre y, con ello, una mayor exposición mediática de personas que habitualmente ocupan un discreto segundo plano en la información generalista y también una respuesta airada de los profesionales de la desinformación y sus seguidores”, reza el documento.
Científico crítico
Valladares ha sido particularmente crítico con las políticas gubernamentales que, bajo el discurso de sostenibilidad, continúan subsidiando combustibles fósiles. Según él, esta hipocresía es un obstáculo significativo para abordar la crisis climática de manera efectiva. “Es como regalar droga a un cocainómano mientras le pides que deje de consumir”, expresa.
En sus declaraciones, ha enfatizado que los eventos climáticos extremos son una oportunidad para replantear nuestro modelo de desarrollo y avanzar hacia alternativas más sostenibles. Su posición desafía no solo a los responsables políticos, sino también a la sociedad en su conjunto, a la que insta a que haga una reflexión profunda sobre nuestras elecciones y prioridades.
Recientemente, aseguró que la DANA que golpeó Valencia era una buena «oportunidad social, económica e histórica para prescindir de los coches». Indicó que es necesario iniciar una transición hacia una opción más ecológica. Expresó que la tragedia es un claro ejemplo de cómo los fenómenos climáticos extremos están cada vez más relacionados con la crisis climática. Criticó la inacción política y la falta de preparación ante tales emergencias. Señaló que muchos políticos aún niegan la evidencia científica, lo que contribuye a la falta de respuestas adecuadas.
Describió la situación como un «mundo al revés», donde el científico que advierte sobre los peligros es culpado por el desastre en lugar de ser escuchado. Esta dinámica refleja una profunda ceguera hacia las certezas científicas y una tendencia a ignorar las advertencias de los expertos, lo que resulta en una mayor vulnerabilidad ante eventos climáticos severos. Por eso enfatiza en la necesidad de cambiar esta narrativa y reconocer la urgencia de actuar frente a la crisis climática.
Qué inquieta en realidad
El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas propone un enfoque integral para enfrentar la crisis climática. En el que destaca la necesidad de descarbonización rápida y un cambio en el modelo económico hacia el decrecimiento. Aboga por detener la explotación de combustibles fósiles y priorizar energías renovables, argumentando que las políticas actuales son insuficientes para cumplir los objetivos climáticos de París.
Valladares también enfatiza la importancia de brindar herramientas y conocimientos a las comunidades y fomentar prácticas sostenibles, como la agricultura regenerativa, para mitigar el impacto ambiental. Su mensaje es claro: actuar ahora es más rentable que esperar a que la crisis se agrave más. La solución, según Valladares, no vendrá únicamente desde las cumbres del clima, aunque las considera imprescindibles para mantener el debate. Más allá de sus críticas, invita a una reflexión profunda: “Nos creemos la especie elegida… pero somos imperfectos. La ciencia no es la solución a todo, pero compensa nuestras limitaciones”.
Muchos consideran que detrás de todo este ataque hay algo más oscuro: la incompatibilidad entre el modelo capitalista actual y la sostenibilidad del planeta. Consideran que al hablarse de cambio climático se están cuestionando las bases de un sistema económico que privilegia los beneficios a corto plazo por encima de la supervivencia colectiva. Por eso no resulta casual que los ataques se intensifiquen contra voces críticas. Es una estrategia. Silenciar al mensajero es más sencillo que enfrentar las demandas de una transformación radical.
Tolerancia cero
El experto climático considera que la tolerancia cero es necesaria frente a los negacionistas debido a las graves consecuencias que sus posiciones pueden tener para la sociedad y el medio ambiente. Para él, no solo desinforman, sino que también pone en peligro la vida de las personas al obstaculizar acciones urgentes contra la crisis climática. Argumenta que es fundamental denunciar públicamente a aquellos que propagan desinformación y, si es necesario, llevar estos casos a instancias legales para asegurar que no queden impunes. Identifica diferentes tipos de negacionistas:
Ignorantes: aquellos que carecen de información adecuada sobre el cambio climático. Sugiere que la solución para este grupo es proporcionar acceso a la información y fomentar una educación crítica que les permita entender la realidad climática.
Patológicos: se refiere a quienes niegan la realidad como un mecanismo de defensa ante situaciones abrumadoras. Para ellos, propone un enfoque más profundo, que incluya apoyo familiar y posiblemente intervención profesional para ayudarles a confrontar su negación.
Egoístas: actúan por interés personal, a menudo utilizando a los ignorantes y patológicos como escudos. Dice que debe ofrecérseles una oportunidad de retractarse, pero si no lo hacen, aboga por una tolerancia cero, denunciando públicamente sus afirmaciones y, si es necesario, llevando sus acciones a instancias legales.
Adolescentes climáticos: personas que cambian de opinión según sus intereses, sin una posición clara. Para este grupo, es importante fomentar una conciencia crítica y un compromiso más profundo con la causa climática.
Odio premeditado
La percepción pública del cambio climático se ve profundamente afectada por el aumento del odio hacia la ciencia, un fenómeno que se manifiesta en la desinformación y el negacionismo. Este odio surge como respuesta a la incomodidad que generan las verdades científicas sobre la crisis climática, llevando a una resistencia social frente a evidencias que desafían creencias arraigadas.
La desinformación, alimentada por intereses de la industria fósil y amplificada en redes sociales, crea narrativas que minimizan o distorsionan la gravedad del cambio climático. Esto no solo debilita el consenso científico, sino que también polariza el debate público, generando confusión y dudas sobre la urgencia de actuar. La incapacidad de la sociedad para gestionar eventos climáticos extremos, considerados improbables, contribuye a esta dinámica, donde el odio hacia la ciencia se convierte en un mecanismo de defensa frente a realidades incómodas.
Mellar la credibilidad
El negacionismo climático tiene un impacto significativo en las instituciones científicas. Busca afectar su credibilidad y su capacidad para implementar políticas efectivas:
- Desprestigio de la ciencia: se persigue desacreditar a los científicos y sus investigaciones. Esto crea un ambiente de desconfianza hacia la ciencia, donde las opiniones de expertos son cuestionadas y minimizadas. La estrategia lleva a que la opinión pública se sienta confundida respecto al consenso científico sobre el cambio climático.
- Desviación del debate público: las instituciones científicas se ven obligadas a dedicar recursos y tiempo a refutar afirmaciones negacionistas. En lugar de enfocarse en la investigación y la divulgación del conocimiento. Esto desvía la atención de los problemas reales y urgentes que deben ser abordados.
- Influencia en políticas públicas: puede afectar las decisiones políticas. Algunos legisladores se valen de argumentos negacionistas para justificar la inacción ante el cambio climático. Esto se traduce en la falta de implementación de políticas basadas en evidencia científica, lo que agrava la crisis actual.
- Falsos expertos: es una táctica común. Se presenta a individuos con credenciales limitadas como autoridad en el tema del cambio climático. Esto confunde al público y debilita la posición de las instituciones científicas.
- Impacto en la educación científica: los estudiantes pueden recibir información errónea o sesgada, lo que limita su comprensión del cambio climático y sus implicaciones.
- Erosión del consenso científico: se alimenta la percepción errónea de que existe un debate significativo dentro de la comunidad científica sobre el cambio climático. En realidad, hay un consenso abrumador sobre la existencia del calentamiento global.
- Consecuencias sociales y económicas: la inacción frente al cambio climático puede resultar en desastres naturales más frecuentes y severos, que afecten a comunidades vulnerables y pongan en riesgo economías enteras.