En la última Encuesta de la Semana sin Humo, la mayoría de los españoles se mostró partidario de restringir el uso de tabaco, en toda su variedad, en las terrazas y otros lugares al aire libre debido a la afectación directa a las otras personas. Un buen chispazo para empezar a revertir las 50.000 muertes al año que se atribuyen al tabaco en España.
La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (senFYC) compartió los datos arrojados en el sondeo que promueve desde hace 23 años. Los consultados manifestaron estar dispuestos a respaldar medidas más coercitivas con respecto a fumar en sitios públicos.
Un 84,2% de los encuestados dijo sentirse expuestos al humo ambiental de tabaco (HAT). Una respuesta ligeramente superior a la del año pasado, cuando el 83,6% de las personas manifestaron que se sentían expuestas. Especialmente en las terrazas de bares y restaurantes y, en otros espacios abiertos en los que se realizan actividades. Susana Morena, coordinadora de la Semana Sin Humo, señaló que es preocupante porque en ambos lugares existe legislación que prohíbe fumar.
La Organización Mundial de la Salud indicó que el consumo del tabaco a nivel mundial disminuyó. Al pasar de 1.320 millones en 2015 a 1.300 millones en 2020. Espera que esa tendencia continúe y en 2025 ese número descienda hasta los 1.270 millones de personas.
A fines de 2021, la Asociación Española Contra el Cáncer realizó estimaciones a partir de la Encuesta Europea de Salud y la Encuesta Nacional de Salud, que se publican cada cuatro años, y el padrón de población del Instituto Nacional de Estadística. Entre 2018 y 2006 el número de personas que fuman a diario se ha reducido un 6%, mientras que la cantidad de no fumadoras han aumentado un 11%.
Españoles piden más restricciones al uso de cigarrillos
La encuesta de la senFYC destacó que el 72% de los españoles estaría a favor de que se prohibiera el uso de cigarrillos en las terrazas de hostelería. Además, un 28,2% ampliaría la restricción de no fumar incluso hasta al menos 8 metros alrededor de las mesas y parroquianos.
Un 85,5% de ese 72% de encuestados está de acuerdo con ampliar la legislación sobre espacios libres de humo de tabaco, más allá de las terrazas de bares y restaurantes. El 67,9% de no fumadores y el 55% de exfumadores consideró que debería estar prohibido fumar en lugares públicos al aire libre.
Y el 65,7% de los no fumadores y el 51,7% de los exfumadores respondió que debería prohibirse fumar en las playas. En relación con fumar en el interior de los autos particulares, el 43,6% de los consultados considera que debería estar regulado. Y no es despreciable que incluso el 24,2% de los encuestados prohibiría fumar en la calle.
Datos generales para todo el Estado, destacan que 83,7% de los encuestados no fuma (48, 7% afirma no fumar, un 35% señala ser personas ex fumadoras). Y el 16,3% declara ser fumadores. Un 9,9% de personas registra u consumo diario y un 6,4%, con consumo ocasional. En cuanto al reparto por género, todavía hay un 15,2% de mujeres y un 19% de hombres que fuman, sea diaria u ocasionalmente.
Si se analizan los datos pormenorizados por comunidades autónomas, las tres comunidades con mayor porcentaje de personas no fumadoras son Asturias (67,35%), Galicia (61,2%) y Canarias (60,3%). Las que tienen un mayor porcentaje de personas ex fumadoras son Extremadura (52,6%), Baleares (39,7%) y La Rioja (36,9%). Y las con mayor porcentaje de personas fumadoras son Andalucía (20,2%), Castilla-La Mancha (19,7%) y Extremadura (17,3%).
Aumentar el precio de cajetillas e impuestos
La OMS advierte que el consumo de tabaco es responsable del 90% del cáncer de pulmón y del 95% de las muertes por enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Además, del 50% de la mortalidad cardiovascular y del 30% de las muertes que se producen por cualquier tipo de cáncer.
El Observatorio Español de Drogas y Adicciones (OEDA) realizó una encuesta durante la pandemia. Precisó que, de forma puntual, en confinamiento, los españoles bajaron el consumo de alcohol, tabaco, cannabis, cigarrillos electrónicos y cocaína. El propósito de las autoridades es que esa disminución sea constante.
El Ministerio de Sanidad trabaja en la creación de una nueva ley antitabaco. Trascendió que algunas de las nuevas medidas incluidas en el borrador del Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2021-2025 serán incorporadas en el texto.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) sugirió cinco «medidas irrenunciables» para reducir el consumo de cigarrillos en España. La primera de ellas, subir el precio del tabaco, que no solo debe afectar a los cigarrillos y los puros, sino a «todas las formas» en las que se consume. También al tabaco de liar, las pipas de agua, los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado.
La experiencia obtenida en Australia indica que una subida de impuestos al tabaco en al menos un 25 % reduce de inmediato su consumo. A la vez, disminuye la prevalencia de consumo mantenida a lo largo del tiempo. En España una cajetilla cuesta 4,53 euros, aproximadamente un 740% más si lo comparamos con los 0,61 euros de 1990.
Medidas para frenar el tabaquismo
En España el tabaco tiene un gravamen de impuestos de media del 80,4%, aunque es una cantidad bastante elevada varios Estados miembros de la Unión Europea superan este dato. España se encuentra entre los países en los que menos se paga por este producto. El precio medio en la Unión Europea es de 5,27 euros y los países donde su precio es más elevado son Irlanda con un coste medio de 12,81 euros, Francia con 9,70 y Finlandia con 8,60.
La Separ también propone, al igual que los encuestados, que se prohíba a los españoles «el consumo de cigarrillos en espacios públicos abiertos». Como «terrazas, estadios deportivos, playas, parques y plazas de toros». Reclama también un «sistema punitivo» para quien no cumpla.
Asimismo, la «instauración de un empaquetado genérico», de manera que no se diferencie entre marcas, logos e imágenes de cada una de ellas.
La cuarta medida «irrenunciable» en la nueva regulación contra el tabaquismo que prepara Sanidad debería ser «regular la venta, el consumo y la publicidad de los cigarrillos electrónicos. Así como de los dispositivos que calientan pero no queman tabaco», que debería ser igual a la que tienen los cigarrillos convencionales.
Y, la creación de unidades de tabaquismo en todo el sistema sanitario y la financiación de los tratamientos para dejar de fumar.