Chiquinquirá Pujol Cordovilla / Asociación BONA ONA
El aumento de la radiaciones no ionizantes a través del inminente despliegue de la tecnología 5G pone en jaque mate a los enfermos de hipersensibilidad electromagnética y en grave riesgo a la población mundial hasta ahora sana. Mientras tanto, silencio y connivencia de la OMS, UE, ICNIRP y CCARS, y por supuesto, de las empresas de telecomunicaciones
Se acercan tiempos difíciles para la población sana en general y apocalípticos para las personas enfermas de hipersensibilidad electromagnética (EMS), electrosensibilidad o electrohipersensibilidad (EHS). Distintas denominaciones y siglas para la misma respuesta de intolerancia del organismo frente a los campos electromagnéticos (CEM) a dosis que se encuentran por debajo de los límites de las actuales reglamentaciones.
¿Cuáles son entonces los límites actuales y quién los fija? Para las radiaciones no ionizantes entre 0 Hz y 300 GHz los límites fueron aprobados en el año 1999 por la Unión Europea siguiendo recomendaciones de la ICNIRP (Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante). A pesar del lógico aumento de las radiofrecuencias a lo largo de estas dos décadas (2G, 3G, 4G, wifi, bluetooth, más tendido eléctrico…), estos límites no se han vuelto a revisar desde hace 20 años, es decir, están obsoletos. (Sobre la ICNIRP, es obligado dar a conocer, dado la gravedad, el reciente informe3 denunciando el conflicto de intereses corporativistas alrededor del 5G realizado por los eurodiputados Michèle Rivasi y Klaus Buchner publicado este junio). Recientemente le dedicamos una columna a la ICNIRP.
Lamentablemente en España, las críticas al organismo regulador de radiofrecuencias CCARS (Comité Científico y Asesor de Radiofrecuencias y Salud) no son mejores: controvertidos estudios sobre 5G y salud, intereses corporativistas, poca independencia como organismo y con un director científico, Francisco Vargas Marcos (médico epidemiólogo), recién denunciado en junio por la EQSDS (Asociación Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la Salud) por posible corrupción en materia de salud pública y conflictos de intereses con empresas operadoras del sector de las telecomunicaciones4. (Próximamente dedicaremos una artículo exclusivamente al CCARS).
Habrá un electrosmog ubicuo, constante e inescapable
Este es el contexto normativo y “proteccionista” al que se enfrentan las personas enfermas de EHS y el resto de la población hasta ahora sana. La realidad es que la próxima implantación de la tecnología 5G no mejorará las perspectivas futuras. Nunca en la historia de la humanidad habrán interactuado tantos campos eléctricos y electromagnéticos simultáneamente. Si se cumplen las agendas internacionales para el desarrollo del 5G en Europa, Estados Unidos y Asia5 en 2025 tendremos implementada y a pleno rendimiento esta tecnología en todo el planeta y en órbita aproximadamente 50.000 satélites para garantizar su funcionamiento (de este hito también se han hecho eco más de 2.000 astrónomos, que han denunciado cómo se verán afectadas las observaciones astronómicas y las predicciones meteorológicas6).
La interacción de todas estas radiofrecuencias (RF) causará su correspondiente contaminación electromagnética o electrosmog que será ubicua, constante e inescapable7 (365 días-24 horas) y afectará a la población mundial. A la población hasta ahora sana y a la enferma.
En este artículo nos centraremos en la afectación de las RF a la población humana, pero ya es una evidencia científica y existe una cantidad ingente de estudios que demuestran que las RF también afectan a la fauna y a la flora (algunos de los más recientes: estudio del National Toxicology Program8, estudio del Instituto Ramazzinni9, estudio de Manville10, estudio de Thielens11, estudio sobre afectaciones en la planta Arabidopsis thaliana12, el estudio sobre garrapatas infectadas atraídas por la radiación electromagnética de 900 MHz13, de entre un largo etcétera).
Es posible que la población en general desconozca todavía la existencia o la sintomatología de la hipersensibilidad (EHS), una de las enfermedades del espectro del síndrome de sensibilidad central (SSC), que se presenta frecuentemente junto con otros síndromes como el síndrome de sensibilidad química (SQM), fibromialgia (FM) y el síndrome de fatiga crónica (SFC).
De hecho, según datos del CESE (Comité Europeo Económico y Social) de 2014, esta patología afecta a un 3%-5% de la población europea, es decir entre 27 millones y 32 millones de personas.14 Estas cifras son de por sí pandémicas, pero ¿en cuánto se incrementarán en los próximos años?
A finales de junio el Dr. Ceferino Maestu, director del Laboratorio de Bioelectromagnetismo del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid y a su vez presidente de la Sociedad Española del Síndrome de Sensibilidad Central (SESSEC), lo expresó claramente en su webinar: Nos enfrentamos a un “problema de salud pública, medioambiente y derechos humanos, que no está tratado en su verdadera dimensión por los medios de comunicación ni divulgado por los gobiernos. Su conocimiento implica derechos, no solo el derecho a la información sino el derecho a no ser sometidos a unas radiaciones que de forma obligatoria nos invaden. Se está vulnerando actualmente el derecho a la información veraz y oportuna, y en consecuencia, el derecho a la salud”.15
Otro compañero suyo especialista en la materia, el Dr. Joaquim Fernández Solà, coordinador de la Unidad de Fatiga Crónica del Hospital Clínic de Barcelona denunció en una entrevista con el diario La Vanguardia, en febrero de 2017, que “existen muchos intereses económicos que minimizan la trascendencia en la salud de los teléfonos móviles y los wifis en las personas con electrosensibilidad. Se trata de un problema de salud pública y de una enfermedad emergente”16.
Véanse algunos de los últimos estudios (2016-2020) de diversos científicos y médicos que corroboran estas declaraciones para aquel lector que quiera ahondar más en la cuestión: Martin L. Pall17, Beatrice Golomb18, Bandaraa-Carpenter19, Igor Belyaev20, Cindy Russell21, Hardell-Nyberg22, Naren23 y Dominique Belpomme24, etc. por citar algunos.
Sintomatología de la electrosensibilidad
Recientemente tuvo lugar en el Hospital Mateu Orfila de Menorca una conferencia1, organizada a petición de la plataforma ciudadana Menorca Lliure de 5G, en la que el Dr. Alberto Torres Ruiz, médico de familia y especialista en enfermedades raras y cuidados paliativos, informó al auditorio de las dolencias y distintas fases por las que pasa una persona enferma de EHS.
En la primera fase, fundamentalmente neurológica, la persona sufre de fenómenos asociados simpaticomiméticos, dolores de cabeza recurrentes, cansancio crónico, mareos, insomnio, acúfenos, anomalías de la sensibilidad superficial con disestesias (erupciones en la piel, picores, sensación de quemazón), falsos vértigos o vértigos tipo Menier, problemas de atención o concentración, disminución de la memoria inmediata, opresión torácica, nerviosismo, taquicardia, hiperactividad, alteraciones digestivas, diarreas, gastralgias, náuseas, problemas musculares…
La segunda fase está protagonizada por la tríada insomnio-fatiga crónica-depresión junto a irritabilidad, violencia verbal o alteraciones del estado de ánimo a veces muy graves.
Alcanzar la tercera fase ¡depende de si se reduce o no la exposición a los campos electromagnéticos! El cuadro clínico para adultos es un síndrome confusional, con desorientación temporoespacial, incluso a veces pseudodemencia, entorno del pequeño mal epiléptico. Las expresiones clínicas de la población infantil y adolescente se manifiestan como alteraciones del comportamiento, pérdida de interés por los estudios o por los juegos, alteraciones psíquicas (irritabilidad, hiperactividad… ¡llegando a ser medicados por TDAH con falsos diagnósticos!) El Dr. Torres resaltó la importancia de proteger a la población infantil de las radiofrecuencias de un modo muy ilustrativo. En la imagen inferior se aprecia como una misma radiación de 835 MHz afecta en un 48% más al cerebro de un niño que al de un adulto debido a su menor osificación craneal.
Por último, el Dr. Torres denunció que el abordaje psicológico de la electrosensibilidad, tal y como lo plantea la OMS, ciertos sectores médicos, organismos o comités científicos próximos a la industria de las telecomunicaciones NO es adecuado, ya que se trata de una respuesta fisiológica alterada, causada por la exposición a los campos electromagnéticos y existen suficientes evidencias de los efectos biológicos de los campos electromagnéticos de carácter no térmico así como pruebas de biomarcadores en sangre (Panel de Belpomme25) y técnicas de imagen médica del cerebro que determinan los aspectos etiopatogénicos.
Según el Colegio de Médicos de Austria el diagnóstico debe realizarse mediante cuestionario estableciendo la posible correlación entre la historia de los problemas de salud y la exposición a los campos electromagnéticos, además de excluir todas las otras posibles causas26.
La Guía EUROPAEM (Academia Europea de Medicina Ambiental) para la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades y problemas de salud relacionados con los Campos Electromagnéticos (CEM-EMF) de 201627, apunta al estrés oxidativo relacionado con la afectación en los canales de calcio en las membranas celulares como mecanismo implicado en la electrosensibilidad, junto con acumulación de metales pesados y la posibilidad de la influencia de determinados patógenos en el organismo26.
El principal método de tratamiento recomendado es la ¡prevención o reducción de la exposición a los campos electromagnéticos!, acompañado de otras medidas que consistan en la reinstauración de la capacidad de regulación oxidativa y nitrosativa a través de sustancias como vitaminas y antioxidantes26.
La situación legal de la EHS es la siguiente: se trata de una enfermedad crónica no reconocida por la OMS mientras que Resoluciones del Parlamento Europeo en 200928 y de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en 201129 han pedido su reconocimiento. En Europa sólo Suecia desde el año 2000 ha reconocido la electrosensibilidad como discapacidad. En España son varias las sentencias judiciales que han concedido la incapacidad laboral a personas afectadas por electrosensibilidad, viéndose obligadas a contratar un valorador del daño corporal para calcular el porcentaje de su discapacidad y presentarlo como prueba judicial y pericial. ¡Un despropósito más!
Los jinetes del Apocalipsis cabalgarán desbocados con la llegada del 5G. ¿Al final resultará que la OMS también está financiada por las industrias de las telecomunicaciones…?
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