Francesco Lanza /bonaona@bonaona.org
Tras la introducción publicada el 18 de febrero [1], volvemos al tema de los efectos biológicos de las radiaciones no ionizantes, entrando en el vivo del asunto y abarcando los daños al ADN celular. Reconozco que investigando sobre el material que va a formar la base de este artículo más de una vez me he preguntado qué haría falta para que este increíble encubrimiento pueda destaparse.
Es abrumadora la cantidad de investigaciones y estudios científicos que prueban el grave peligro de las RNI. Y no solo se trata de estudios académicos de los últimos años, sino que se tenía constancia del peligro de estas ondas desde hace decenas de años.
En el anterior artículo citamos el estudio hecho en 1972 por Zorach Glaser, Mhd del Naval Medical Research Center, que revisó de miles estudios sobre estos efectos, catalogados en 17 categorías. Un metaanálisis de todos (o casi) los estudios efectuados hasta entonces sobre los daños biológicos de las RNI.
¿Las radiaciones afectan solo a los militares de la Marina de Estados Unidos?
Parece que no. También los Soviéticos ha estudiado en profundidad los efectos de las RNI y su posible uso como arma no convencional. De hecho, hicieron un trabajo tan bueno que, uno de sus estudios más completos, publicado en 1972, fue traducido y clasificado por la CIA. Si se me permite un poco de ironía, había indicios que las RNI afectaban también a los militares rusos.
Los soviéticos no dejaron escapar la posibilidad de experimentar la eficacia de las RNI como arma. Entre 1953 y 1979, la USSR irradió con microondas la Embajada de Estados Unidos en Moscú. Las frecuencias empleadas como arma eran de entre 2,5 GHz (WiFi, horno microondas) y 4 GHz (aprox. 5G).
El resultado del experimento lo proporcionó un estudio publicado en 1978 por investigadores de la John Hopkins University y que comisionó el Departamento de Estado tras una comparación del estudio bioestadístico de 1827 empleados de la embajada en Moscú (grupo de estudio) con 2,561 empleados de otras embajadas en países de la Europa del Este. Debido a las limitaciones de la investigación no se llegó a conclusiones definitivas sobre los efectos de la irradiación emitida por los soviéticos.
Aliviados por el resultado, los soviéticos presumiblemente lo volvieron a intentar a partir del 2018 con el personal de la embajada estadounidense en Cuba, esta vez dándole más intensidad al magnetrón. Los efectos no tardaron en manifestarse: perdida de sensibilidad auditiva, tinnitus, pérdida de memoria, nausea. Hay que tener en cuenta que la alta rotación de los empleados de las embajadas evita que se manifiesten enfermedades más graves.
Estoy seguro que a lo largo de este recorrido sobre los estudios que demuestran efectos biológicos de las RNI encontraré más casos de encubrimiento o de uso no convencional de las RNI. Los seguiré anotando en los artículos. Ofrecen una idea clara y evidente del tamaño del encubrimiento global que existe. Algo que ni las tabacaleras habrían podido soñar en su día. Las connivencias llegan a lo más alto e inesperado. Las ramificaciones del lobby de las telecom ocupan todos los espacios de debate solo con la cara bonita y bien maquillada de la 5G.
Por tanto, en esta entrega nos referiremos a daños biológicos que van bastante más allá de tinnitus o de nauseas. Más graves. Intentaremos abarcar los estudios que demuestran que las RNI dañan el ADN celular y provocan estrés oxidativo en el organismo.
Para entender mejor las implicaciones de los daños, y visto el carácter divulgativo que nos proponemos, veamos algunos conceptos básicos:
ADN celular
Aunque la mayoría de nosotros conoce grosso modo cómo se compone una célula y que es el ADN celular, conviene aquí recordar que el ácido desoxirribonucleico contiene las instrucciones genéticas para el desarrollo y funcionamiento de los organismos vivos. También es responsable de la transmisión hereditaria. La función principal de la molécula de ADN es el almacenamiento a largo plazo de información para construir otros componentes de las células, como las proteínas y las moléculas ARN, muy de moda en estos meses por las vacunas anti-COVID-19 ARNm[2] desarrolladas por Pfizer y Moderna. El ADN tiene una forma de hélice de dos hebras conectadas entre sí por los pares de bases.
Estrés oxidativo
La vida de cada célula de nuestro organismo depende del oxígeno presente en el aire que respiramos (aprox. el 20% del total). Llega a la célula a través de la sangre oxigenada por los pulmones. Una pequeña parte de este oxígeno se transforma en la propia célula en una especie reactiva que se caracteriza por tener una actividad oxidativa: son los llamados radicales libres y su existencia, como la del proceso de oxidación que generan, es fundamental para el equilibrio del organismo. Una vez cumplida su función son eliminados por sustancias antioxidantes y se restablece el equilibrio.
Sin embargo, cuando los antioxidantes no son suficientes para contrarrestar los radicales libres y se produce un aumento de su presencia en la célula, se produce lo que se conoce como estrés oxidativo. Caracterizado por un aumento de la actividad oxidativa en la célula que provoca un cambio funcional en la célula, acelera su envejecimiento y suscita la apoptosis (muerte celular).
Como consecuencia se produce un deterioro de los tejidos y se favorece la aparición de patologías graves, entre ellas enfermedades cardiovasculares o incluso cáncer, además del envejecimiento prematuro de la piel o la aparición de trastornos neurológicos y enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Efectos de las RNI en el ADN celular como causante de estrés oxidativo
La investigación científica ha identificado tres tipos de ataques al ADN celular: rupturas en una sola hebra del ADN celular, rupturas de las dos hebras en el ADN celular y oxidación de las bases del ADN celular. Cada uno de estos cambios en el ADN provocan el cáncer y causan los más importantes cambios mutacionales en personas y en animales.
Las rupturas de las dos hebras del ADN implican rupturas cromosómicas, reordenamientos, eliminaciones, duplicaciones y mutaciones en el número de copias. Estas rupturas de doble hebra generan también amplificación génica, un mecanismo crucial en la producción de cáncer.
Las rupturas de una sola hebra del AD celular generan eventos de reordenamiento aberrantes que conducen a mutaciones en el número de copias.
La oxidación de las bases provoca mutaciones puntuales: esto ocurre por ejemplo en las células somáticas y pueden ser causantes de cáncer.
Cuando estas alteraciones aparecen en el ADN de las células de línea germinal (y hay evidencia que esto ocurra en el esperma tras exposición a las RNI) causan los tres tipos más importantes de mutaciones en las futuras generaciones: mutaciones cromosómicas, mutaciones del número de copias y mutaciones puntuales. Además, el estrés oxidativo causa las principales enfermedades crónicas.
El Informe BioInitiative
Como señalamos en el primer artículo, voy a usa como referencia una de las más extensas y prestigiosas revisiones bibliográficas publicadas hasta la fecha, y en continua actualización: el Informe BioInitiative.
La sección 6 de este extenso trabajo está dedicada a la “Evidencia de efectos genotóxicos –daños al ADN causados por las RNI”. Las últimas actualizaciones de esta sección son del año 2020 y llegan a estas conclusiones:
- Se han analizado 261 estudios científicos que tienen como objeto verificar si hay causalidad entre radiaciones de radiofrecuencia y daños causados por radicales libres (estrés oxidativo). De estos estudios, 240 (el 91% del total) concluyen que las radiaciones tienen este tipo de efecto biológico. Solo 21 (el 9%) concluyen que no hay clara evidencia de una relación.
- Se revisaron 346 estudios que analizan los efectos de las radiaciones en la ruptura del ADN (de una o de ambas hebras): 224 estudios (el 65% del total) demuestran este tipo de efecto biológico.
Sí. Las radiaciones causan tanto un estrés oxidativo –que podría llevar una persona a sufrir alguna enfermedad crónica o cáncer– como rupturas de la cadena de ADN celular, que implican mutaciones hereditarias de diferentes tipos.
Los amigos de la industria de las telecomunicaciones y los negacionistas del efecto biológico de las RNI pueden argumentar que el informe BioInitiative no es una publicación revisada por pares, sino una revisión bibliográfica llevada a cabo por un comité científico. También la pueden acusar de hacer “cherry picking”, seleccionar solo las publicaciones que apoyan su tesis. ¿Cómo le respondemos?
Primero, estas acusaciones deberían dirigirlas a las agencias nacionales e internacionales que conocemos como el ICNIRP, el CCARS, la FCC, etc. Sus publicaciones no son revisadas por pares, sino que un comité selecto y cerrado selecciona los papers que se incluirán en las recomendaciones.
Segundo, estas agencias la tienen bien rodada la técnica del cherry picking. Tenemos el ejemplo clamoroso de la exclusión en el informe del ICNIRP 2020 del estudio del National Toxicology Program que hemos mencionado varias veces.
Finalmente, que haya escogido el trabajo de BioInitiative no significa que no existan revisiones sistemáticas y metaanálisis publicados en revistas científicas. En la siguiente tabla pongo algunas de las más significativas con las que me he topado en esta investigación.
¿Necesitamos más evidencia para frenar el 5G?
Daños al ADN celular: rupturas de una y de las dos hebras en el ADN celular y oxidación de bases en el ADN celular, causas de cambios cromosómicos y de otro tipo de mutaciones
Estrés Oxidativo / daños por radicales libres (mecanismos importantes involucrados en casi todas las enfermedades crónicas; causas directas de daños al ADN celular)
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