Por Dogan Tiliç/Efe
14/03/2016
La detonación de un coche bomba en el centro de Ankara ha causado al menos 34 muertos y 125 heridos. Este ha sido el tercer gran atentado que sufre la capital turca desde el pasado mes de octubre.
Según informaciones oficiales, el artefacto explotó en torno a las 17.45 hora española en los alrededores del parque Güven, cerca de la plaza Kizilay, una zona de ocio y comercios situada cerca del barrio diplomático de la capital.
El ataque aún no ha sido reivindicado ni hay datos sobre quién podría haberlo perpetrado. La detonación del coche bomba se produjo al pasar cerca de una parada de autobús en la que había mucha gente esperando.
El ministro turco de Sanidad, Mehmet Muezzinoglu, ha informado de que entre los muertos hay uno o dos supuestos terroristas suicidas. Además, entre los heridos que están ingresados en 14 hospitales, hay 19 que se encuentran en estado crítico.
Por otra parte, el ministro turco de Interior, Efkan Ala, señaló que la explosión fue un «atentado terrorista» dirigido contra la población civil del país. «Lo condenamos. Aquellos que lo perpetraron no van a conseguir sus objetivos», ha señalado.
«Los civiles fueron atacados por un coche en movimiento mientras esperaban en una parada de autobús. Ha sido un atentado terrorista», aseveró Ala. En cuanto a la posible autoría del ataque, el ministro dijo que la investigación ha desvelado ya serios hallazgos aunque la organización responsable del ataque será declarada cuando todas las averiguaciones hayan terminado.
La fuerza de la explosión fue tal que dañó numerosos coches y autobuses urbanos en la plaza, asegura la emisora de noticias turca NTV. Apenas una hora después de la explosión, el Consejo Audiovisual de Turquía (RTÜK) vetó la emisión de imágenes del lugar del atentado, alegando que estaba prohibido «mostrar cuerpos sin vida».
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, convocó poco después de la explosión una reunión de seguridad de su gabinete a la que acudieron también los jefes del Estado Mayor del Ejército y los responsables de los servicios de inteligencia.
El partido pro-kurdo HDP, acusado por el ejecutivo islamista que preside Recep Tayip Erdogan de ser cercano a la guerrilla kurda PKK, condenó en un comunicado este «abominable ataque» en la forma «más vehemente posible».
«Queremos subrayar que estos ataques que sufre nuestro pueblo no van a alejarnos de nuestros sentimientos fraternales (entre kurdos y turcos)», agregó la nota del HDP, el tercer partido del Parlamento. Hace dos días, la embajada de Estados Unidos en Turquía había alertado de una posible amenaza terrorista cerca del barrio diplomático de Ankara e instó a sus ciudadanos a evitar esa zona.
El centro de Ankara vivió el pasado 10 de octubre el peor atentado de la historia de Turquía, con 103 muertos, cuando dos suicidas se hicieron saltar por los aires en medio de una manifestación a favor de la paz en el país.
La Justicia turca acusa a organizaciones yihadistas locales, relacionados con el Estado Islámico (Dáesh) de haber perpetrado ese ataque, aunque nadie ha reivindicado el atentado. El pasado 17 de febrero se produjo otro ataque, éste con un coche bomba suicida en un barrio residencial de Ankara, en el que murieron 29 personas, casi todos militares, al paso de un convoy que transportaba soldados a sus viviendas.
Aquel acto fue reivindicado por los llamados «Halcones de la Libertad del Kurdistán» (TAK), un grupúsculo escondido del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que está ilegalizado. A diferencia de ese ataque, las víctimas de hoy parecen ser en su enorme mayoría civiles.