El número de personas forzadas a desplazarse dentro de sus propios países aumentó en una quinta parte durante 2022. Desastres climáticos, conflictos domésticos -armados, políticos y sociales- y, en especial, el asalto de Rusia a Ucrania, abonaron la «tormenta perfecta» para disparar la cifra de desplazamientos de comunidades completas sin precedentes.
A finales del año pasado, el número de desplazados internos, es decir, aquellos que se vieron obligados a abandonar sus hogares pero permanecieron dentro de su país de residencia, alcanzó a 71 millones, según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno. El organismo, con sede en Ginebra, señaló en su informe anual que esa cifra representa un aumento del 20% en comparación con las de 2021. Entonces la cuantía totalizó 59,1 millones de personas que se movilizaron.
También el número de desplazamientos realizados por personas, a menudo de forma reiterada, en busca de seguridad y cobijo igualmente ha sido sin precedentes. Con la cifra de 60,9 millones, lo que supuso un aumento del 60 % respecto al año anterior.
La guerra en Ucrania provocó casi 17 millones de desplazamientos el año pasado. Se estima que 5,9 millones de personas huyeron de sus hogares, muchas de las cuales tuvieron que mudarse repetidamente en un esfuerzo por encontrar recursos o un lugar donde quedarse, o simplemente un refugio de los combates. El informe advierte que, debido a la dificultad de obtener datos fiables de las zonas ocupadas por fuerzas militares, incluso esas cifras “deben considerarse conservadoras”.
Sin precedentes los desplazamientos internos
El documento señala que el “monzón con esteroides” que azotó a Pakistán el verano pasado también fue uno de los principales impulsores del desplazamiento. Las inundaciones que devastaron gran parte del país provocaron más de 8 millones de movimientos.
“Los conflictos y los desastres se combinaron el año pasado para agravar las vulnerabilidades y desigualdades preexistentes de las personas. Esto provocó un desplazamiento en una escala nunca antes vista”, dijo Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados.
“La guerra en Ucrania también impulsó una crisis mundial de seguridad alimentaria que afectó más duramente a los desplazados internos. Esta tormenta perfecta ha socavado años de progreso en la reducción del hambre y la desnutrición en el mundo”, indica el texto.
Entretanto, el número de desplazamientos internos a causa de un conflicto o fenómenos meteorológicos extremos aumenta constantemente desde principios de siglo. Pero en 2022 dio un brinco sustancial. La mayor parte de los desplazados, unos 32,6 millones, se debió a desastres como inundaciones, sequías y deslizamientos de tierra.
El desplazamiento suele ser un mecanismo de supervivencia, cuando la huida es el único medio para evitar un peligro inminente. Estas circunstancias pueden ser tan brutales y repentinas que las personas huyen abandonándolo todo. Y cargan apenas con lo necesario.
El informe no incluye los primeros meses de 2023. Pero reporta un aumento drástico de los desplazamientos tras el último estallido de enfrentamientos en Sudán. La guerra civil entre fuerzas aliadas a dos generales sudaneses rivales ya ha provocado más del doble de desplazamientos internos en tres semanas que en todo el año pasado, precisa.
Las crisis de desplazamiento están creciendo en escala
Muchas comunidades movilizadas internamente se enfrentan a un desplazamiento extendido en el tiempo debido a conflictos que se prolongan durante años sin resolverse. Casi las tres cuartas partes de la población mundial que forma parte de los desplazamientos internos vive en solo 10 países. Todos los cuales están experimentando un cierto nivel de conflicto, ya sea la guerra abierta y furiosa de Sudán o Ucrania. O la violencia más esporádica de Nigeria o Somalia.
Las comunidades de acogida, que en ocasiones también son vulnerables, deben compartir los recursos disponibles con los recién llegados. Es decir, las tierras agrícolas, el agua y los campos de pastoreo son exigidos por demás. Los servicios esenciales, como la salud y la educación, se ven sobrecargados. Las tensiones entre los residentes y los desplazados, a veces intensas, pueden conducir a enfrentamientos violentos.
Alexandra Bilak, directora de IDMC, sostiene que “las crisis de desplazamiento de hoy están creciendo en escala, complejidad y alcance. Y factores como la inseguridad alimentaria, el cambio climático y los conflictos prolongados y en aumento están agregando nuevas capas a este fenómeno”.
Las personas internamente desplazadas son arrancadas de su ambiente familiar y privadas del apoyo de su entorno social. A menudo, las familias quedan separadas y algunos de sus miembros mueren o desaparecen en el camino. Además, la carencia de ingresos, incluso de documentos de identidad, deja a estas personas en una situación de extrema dificultad para satisfacer sus necesidades básicas de manera sostenida.
Las mujeres y las niñas internamente desplazadas suelen correr un riesgo mayor de sufrir explotación o violencia sexual. Y los niños son particularmente vulnerables a los reclutamientos forzados, en especial los que viven en campamentos infiltrados por grupos armados.