El año que recién inicia podría ser un momento decisivo para los fabricantes de automóviles de Europa. Los cada vez más estrictos objetivos de emisión de dióxido de carbono se están introduciendo gradualmente en un momento en que el sector se encuentra en una encrucijada. En 2020, el continente seguirá en su accidentado viaje hacia los vehículos eléctricos, alejándose cada vez más de los motores diésel y de gasolina más contaminantes.
Las nuevas reglas de CO2 harán que la transición sea aún más complicada. Nunca antes la industria se había enfrentado a la posibilidad real de incumplir su objetivo de emisión de flota europea obligatorio, arriesgándose a recibir enormes multas, que podrían llegar a los cientos de millones de euros.
Mayores exigencias
Bruselas está tomando medidas enérgicas contra las emisiones de carbono de los automóviles, camionetas y camiones, ya que el transporte por carretera representa una quinta parte de todos los gases de efecto invernadero en la Unión Europea. Peor aún, sigue siendo el único sector de la economía que ha fallado constantemente en reducir su huella de carbono por encima de los niveles de referencia de 1990.
Por lo tanto, se requerirá que los fabricantes de automóviles reduzcan la huella de CO2 de su flota a un promedio de 95 gramos por kilómetro para 2021 de 120,4 g / km registrados el año pasado, a pesar de que esto afecta solo a una pequeña porción de vehículos en la carretera.
Un mercado en expansión
De cara a 2020, los vehículos eléctricos e híbridos siguen siendo una pequeña porción del mercado general de automóviles en Europa. A pesar de los generosos subsidios disponibles en ciertos países y la demanda saludable, es poco probable que estos auxilios ayuden a los fabricantes de automóviles a alcanzar sus objetivos de emisiones en el corto plazo.
El cumplimiento recae en gran medida en los fabricantes, en lugar de los consumidores. Por ello, muchas empresas automovilísticas han tenido que tomar algunas medidas drásticas. Algunos fabricantes de automóviles han asignado a sus concesionarios su propio objetivo específico de emisiones de CO2 para la flota. También han cambiado la estructura de incentivos en función de ello.
Un panorama más difícil
Bruselas ha impuesto un límite adicional de aproximadamente 60 g / km para 2030 e incluso eso podría ser más estricto. La nueva presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, reveló a mediados de diciembre planes para proponer al Parlamento de la UE y a los estados miembros una revisión al alza para junio de 2021 de esta reducción adicional del 37,5 por ciento.
No se trata de una tarea sencilla. Se necesitaron seis años completos para reducir el CO2 en 22 g / km en promedio. Ahora tienen solo un tercio de ese tiempo para lograr una reducción similar. Por otro lado, la tendencia se ha revertido. Las emisiones del transporte han ido en aumento durante los últimos dos años.
Ante un crecimiento económico
Los fundamentos económicos de la zona del euro en realidad respaldan una demanda sólida el próximo año. La confianza del consumidor está por encima de su promedio histórico. El crecimiento de los salarios ajustado por la inflación continuó a un ritmo acelerado en el tercer trimestre. El desempleo alcanzó el 7,5 por ciento en octubre, un mínimo no visto desde julio de 2008. El desempleo general en toda la UE se mantuvo por debajo del enero de 2000, año en que comenzaron los registros.
Y, sin embargo, los concesionarios en Alemania esperan que los volúmenes de clientes minoristas privados se vean particularmente afectados este año. Esto, al menos en comparación con los compradores corporativos de automóviles. Pronostican una fuerte disminución del 18 por ciento para este segmento minorista del mercado. Ello se debe a que los fabricantes de automóviles pueden limitar artificialmente la disponibilidad de sus populares modelos SUV para garantizar el cumplimiento de los límites de la UE.
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