Desde 2014 se encontraban en el hangar 12 del puerto de Beirut, en la parte oriental de la bahía de San Jorge, 2.750 toneladas de nitrato de amonio un compuesto altamente soluble en agua y muy utilizado como fertilizante. También como explosivo por terroristas y por militares. En la industria petrolera se emplea como catalizador en procesos de refinación. En los laboratorios clandestinos es la materia prima para obtener amoníaco anhidro y producir metanfetamina, un potente psicoestimulante, una droga muy adictiva.
El nitrato de amonio, en su estado natural, es una sal que por su alto contenido de nitrógeno se utiliza como base para muchos fertilizantes. No es un combustible, pero tiene la capacidad de emitir energía, sea como luz o como calor, en contacto con un carburante o calor intenso, 240 °C . Forma parte de los componentes del combustible sólido de cohetes y misiles. Se convierte en un explosivo de alta carga al combinarse con aceite o queroseno.
Los usan los zapadores para despejar caminos, destruir rocas y los terroristas para fabricar artefactos explosivos caseros. Por su baja sensibilidad y bajo costo, la ingeniería civil la utiliza mucho en mezclas explosivas para demoler edificios, en deflagraciones controladas y en la excavación canteras y minas. El nitrato de amonio es una sustancia exotérmica, pero inflamable por descomposición. Si se acumulan grandes cantidades el fuego puede extenderse sin necesidad de un estímulo externo.
Sal tóxica en el hangar 12
Es una sal incolora e inodora, tóxica al tacto. Fue la sustancia con la que se fabricó la bomba que en 1994 destruyó la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Un ataque que ha sido atribuido al grupo terrorista libanés Hezbollat, con fuertes lazos con Irán. Murieron 85 personas.
En 2018 el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, denunció que Hezbollah mantenía tres fábricas clandestinas de explosivos en Beirut con los que ataca a Israel junto con una variada gama de cohetes.
Y fue una bomba hecha con 2 toneladas del fertilizante la que Timothy McVeigh detonó el 19 de abril de 1995 frente a un edificio federal en Oklahoma City. Murieron 168 personas y otras 700 resultaron heridas. https://www.cambio16.com/juez-prohibe-entrevistar-a-la-embajadora-de-ee-uu-en-el-libano-por-criticar-a-hezbola/
Además de fertilizante se emplea como conservante en la industria de alimentos, es el recurrido E251 de los embutidos, el cual se le relaciona con ciertos tipos de cáncer.
De uso restringido y alta carga explosiva
Por ser un precursor explosivo y ser muy peligroso su manejo, el comercio de nitrato de amonio está fuertemente regulado y controlado en todo el mundo. Se debe almacenar lejos de sustancias combustibles y en tanques de acero inoxidable auténtico. Se debe evitar la corrosión. Una medida esencial es comprobar el pH de la solución diariamente. Si el pH de la solución al 10% está por debajo de 4,5 se le debe añadir amoníaco gas hasta que se alcance este pH. No se debe permitir fumar y debe utilizarse lámparas protegidas en las áreas de almacenamiento.
El nitrato estaba en condición de abandono en el hangar 12 de centro de almacenamiento del puerto de Beirut. La explosión que mató a 135 personas y ocasionó heridas a más de 5.000 pudo haberse evitado. Hubo reiteradas advertencias del peligro, pero primó la negligencia y el lo hacemos otro día.
La crisis financiera estalló antes
Además de las demoledoras crisis financiera y fiscal que ha sumido a buena parte del Líbano en la pobreza, cientos de miles de libaneses se enteraron después de la atronadora explosión que si antes habían perdido el trabajo por la crisis económica y la COVID-19, ahora no tenían casa donde pasar el confinamiento por la pandemia. No esperan mucho del gobierno. Ni ayuda ni castigo para los responsables. Lo conocen muy bien.
El único anuncio oficial es el arresto domiciliario de varios funcionarios, sin dar los nombres, y la apertura de investigaciones. Del mismo modo, declaró el estado de emergencia por dos semanas y le entregó todos los poderes a los militares en la administración del día a día de Beirut.
Más de 300.000 viviendas fueron afectadas por la estremecedora explosión que tiñó de rosado el aire de la ciudad a la par que una lluvia de cristales y escombros caía sobre vehículos y personas. Se teme que haya decenas de personas bajo los bloques, pedazos de ventanas y remanentes de balcones, y una que otra maceta con lirios recién plantados.
Una bomba flotante en el hangar 12
La historia es reciente, pero consecuencia de una burocrática procrastinación de más de seis años. La bomba flotante en que se convirtió el hangar 12 comenzó su viaje el 23 de septiembre de 2013. Ese día zarpó de Batumi, Georgia, el barco MV Rhosus, de bandera de Moldavia y propiedad rusa. Transportaba 2.750 toneladas de nitrato de amonio a Beira, Mozambique. Pero en los primeros días de octubre la embarcación tuvo problemas con el motor y fue anclado frente al puerto de Beirut. Las autoridades portuarias lo inspeccionaron y lo declararon no apto para navegar. De los ocho ucranianos y el ruso que se encontraban a bordo, cinco lograron regresar a sus lugares de origen. Los restantes se quedaron cuidando el carguero y el nitrato de amonio
El dueño del Rhosus, Igor Grechushkin, que tenía sus operaciones en la isla de Chipre y es un impenitente aficionado de las motocicletas de alta cilindrada, se declaró en bancarrota. La nave fue abandonada y a los cuatro marineros se les acabaron las provisiones, pero por restricciones migratorias no los dejaron desembarcar. Cuando se presentaron tres órdenes judiciales para embargar el transporte y el cargamento, el juez permitió que, por razones humanitarias regresaran a Ucrania. Estuvieron confinados un año y a la buena de Dios en Beirut. El mismo juez ordenó el decomiso del nitrato de amonio. Fue descargado y llevado al hangar 12.
Súplicas no escuchadas ni atendidas
En 2014 los funcionarios de la aduana empezaron a solicitar mediante comunicaciones oficiales la salida de la tóxica y explosiva carga. Lo repitieron en 2015, 2016 y 2017, pero esta última vez no fue escrita con el lenguaje de los burócratas, sino de los humanos que suplican angustiados porque ven su vida y la de muchos semejantes en peligro. Tampoco hubo respuesta. Silencio atronador.
Badri Daher, director general de Aduanas del Líbano, declaró a la emisora LBCI que había enviado seis documentos al poder judicial advirtiendo sobre el peligro que representaba mantener esa ingente cantidad de nitrato de amonio en el hangar 12. «Solicitamos que se reexportara, pero eso nunca sucedió. No sabemos las razones, dejemos que los expertos e interesados determinen por qué”, contó.
Fue un temblor debajo de una nube rojiza
El martes 5 de agosto ocurrió lo que tanto temían. Los bomberos municipales de Beirut acudieron a los almacenes del puerto a atender un incendio. Estaban en las labores de sofocamiento cuando ocurrió una pequeña explosión que emitió una larga nube de humo negro y luces intermitentes. Parecían fuegos artificiales con estallidos moderados. La explosión grande, sustancial, estremecedora y mortal ocurrió a las 18:08 horas de Beirut. Un manto rojizo cubrió el cielo de la ciudad a cientos de metros de alto. La energía liberada se estima similar a la de un sismo de magnitud 4.5, equivalente a 83 toneladas de TNT. Los bomberos desaparecieron. El camión quedó hecho un amasijo de carbón y hierros retorcidos.
Todavía no se ha determinado la causa de la explosión, pero pudo haber sido hasta un rayo de sol. En los grandes almacenes del puerto, uno de los más importantes del Mediterráneo, se acumulaban explosivos y productos químicos, además de todo tipo de mercancía. Una llamada de un presunto mensajero de Hezbollah dijo que también había abundante gasolina.
Un día de duelo y los bolsillos vacíos
En la calle y en las aceras quedaron los cadáveres, mientras los miles de heridos clamaban por ayuda y no había ambulancias suficientes ni hospitales con capacidad de atenderlos y salvarles la vida, aminorarles el sufrimiento, quitarles el dolor.
El primer ministro del Líbano, Hassan Diab, declaró un día de duelo nacional en honor a las víctimas del incidente. El gobernador de Beirut, Marwan Abboud, rompió en lágrimas en televisión y calificó lo ocurrido como «una catástrofe nacional». Michel Aoun, el presidente del Líbano, se limitó a decir que el gobierno auxiliaría a los desplazados y que el Ministerio de Salud se encargaría de los gastos médicos de los afectados. Pocos lo creen. No hay dinero.
Ningún alto funcionario recordó que seis meses atrás un equipo técnico había inspeccionado la carga de nitrato de amonio y había advertido que si no se trasladaba a un sitio seguro podría demoler todo Beirut
Casi la totalidad del lado este de la ciudad quedó inhabitable y más de 300.000 personas deberán ser reubicadas. Quedaron a la intemperie y con un miedo que no se les quita. Equipos multinacionales de rescate han comenzado a llegar y recorren la zona destruida en busca de sobrevivientes. La zona cero está muy cerca de residencias familiares, depósitos, tiendas, restaurantes y centros de ocio y recreación
Corrupción corrosiva
Mientras revisan las ruinas y ven impotentes los cientos de miles de piezas de un rompecabezas que nunca podrán armar, muchos ven la explosión como el punto culminante de años de mala administración, descuido, negligencia y abandono de la élite política. Los últimos meses ya habían sido bastante duros: honda crisis económica, servicios públicos inservibles y la impredecible pandemia de la COVID-19. El desastre expone de la manera más trágica la podredumbre que descompone el país, una mezcla de corrupción corrosiva, ineptitud e intenciones malignas.
Algunos señalan temerosos a Hezbolá, pero salvo algún grito solitario en alguna calzada cubierta de vidrios rotos es poco lo que se escucha. Es una sociedad secuestrada con un gobierno secuestrado-asociado con la agrupación terrorista. El primer ministro Diab depende completamente del apoyo político de los yihadistas, que cuenta, además, con el respaldo de Irán y con una milicia grande y bien armada. Es poco probable que se investigue si se abastecían del nitrato de amonio en el hangar 12 para sus tres fábricas clandestinas de explosivos.
El dilema que se repite con el hangar 12
Quizás sea una simple casualidad, pero el viernes un tribunal especial de la ONU para el Líbano les dictará sentencia a cuatro militantes de Hezbollah por el asesinato en 2005 del primer ministro Rafik Hariri. Y con una explosión masiva.
El martes hubo una gran explosión de nitrato de amonio, de NH4NO3 por su fórmula química. Antes dominaba un colapso completo del Estado y de la sociedad. Ahora el mundo está ante un dilema que ha devenido en recurrente: ¿Cómo ayudar a un pueblo en penuria e indefenso sin que signifique darles más poder a sus gobernantes sombríos y siniestros?
El gobernador de Beirut dijo que se necesitarán entre 3.000 millones y 5.000 millones de dólares para las reparaciones. Ya empezaron a llegar alimentos y otros suministros de emergencia con los grupos de rescate… Habría que cambiar el sustantivo “rescate” por el verbo desalojar en activo antes de seguir limpiando escombros.
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