La salud mental comienza a visibilizarse como eje fundamental de las personas, familias y sociedades. Poco a poco hay mayor concienciación a debatir el asunto en forma pública y a actuar. En España, un amplísimo estudio revela que el 15% de los adolescentes que participaron presenta síntomas graves o moderadamente graves de depresión. Además, la tasa de ideación suicida se sitúa en el 10,8%.
El estudio, realizado por Unicef España y la Universidad de Santiago, incluyó una extensa muestra de más de 40.000 adolescentes entre los 11 y los 18 años, para pulsar el estatus de la salud mental en ese renglón etario. Esperan que los resultados y recomendaciones sean considerados en la definición e implementación de políticas públicas y el diseño de programas de intervención. Además, que los problemas psicológicos no queden reservados a pacientes y terapeutas.
En cuanto a quienes presentan síntomas graves o moderadamente graves de depresión, el informe advierte que el porcentaje es superior en las chicas (21,8%) que en los chicos (7,7%). El dato se multiplica por tres en quienes no se identifican ni como chicos ni como chicas: alcanza el 46,5%.
En relación con la edad, los síntomas de depresión se incrementan entre los más mayores (18,7% en el rango de 16-18 años frente al 12,6% en el de 11-13 años). También se sitúa por encima de la media en quienes no nacieron en España, con el 18,7%.
Si bien la mitad de los trastornos se inicia a los 14 años, un 75 % se desarrolla a los 24, pero la mayoría no se detecta y, por tanto, no se trata.
Síntomas de depresión en adolescentes de España
El estudio de Unicef España y la Universidad de Santiago se difundió propósito del Día Mundial de la Salud Mental. En otros datos de interés. Así, en función de la orientación sexual y los síntomas graves o moderadamente graves de depresión se observan brechas significativas. Quienes se identifican totalmente heterosexuales, está cinco puntos por debajo de la media (9,8%). Entre quienes se identifican con orientaciones no heterosexuales se multiplica casi por 3 la tasa media (44,6% en el caso de bisexuales, 39,7% en el caso de homosexuales).
El informe destaca que los adolescentes que viven en centros de protección duplican la media con respecto a síntomas de depresión graves o moderadamente graves, alcanza el 32%. El director ejecutivo de Unicef España, José María Vera, considera que los datos indican que hay que actuar urgentemente. “No son cifras frías sobre salud mental. Son niños y adolescentes que merecen ser escuchados para mejorar su bienestar emocional. Para acabar con el tabú y el estigma es necesario invertir más en esta franja de la población”, dijo Vera.
Si bien Vera valora el gasto en salud mental en los últimos presupuestos generales del Estado y la puesta en marcha de la línea 024 de atención al suicidio, insiste en la necesidad de dotar con más recursos el Plan de Acción de Salud Mental 2022-24 para la infancia y la adolescencia. “Desde Unicef España pedimos un compromiso conjunto y decidido. Todavía persisten estigmas y creencias negativas respecto a la salud mental que pueden llevar a que las personas no pidan la ayuda que necesitan”, subrayó.
Ausencia de padres y de acompañamiento
El trabajo sobre salud mental en adolescentes en España, que arroja un alto índice de depresión en ese sector de la población, muestra un amplio abanico de determinantes biopsicosociales. Desde varios sectores se ha alertado de algunas condiciones y cambios sociales, económicos y culturales, que podrían estar influyendo en el incremento de malestares psicológicos en infancia y adolescencia.
Los profesionales que atienden a la infancia tienen preocupación por algunos modelos de relación familiar y entre pares, que observan en su trato con niñas, niños y adolescentes. Se identificaron formas de relación que se podrían denominar como “abandono emocional”. Las personas adultas “no se hacen cargo” del acompañamiento de los hijos e hijas.
Asimismo, se detectó que las referencias adultas “a relevos” se convierten a menudo en escasez de referencias sólidas, disponibles y permanentes para niños y niñas.
El diagnóstico hace referencia a condicionantes estructurales que influyen en las relaciones entre pares. Señalan la atomización social, la privatización de las relaciones y de los espacios y el individualismo acentúan la mala convivencia entre iguales, el acoso, y los crecientes conflictos grupales. Se traduce, a menudo, en niños competitivos y sobreexigidos para garantizar su supervivencia individual futura. Si se añade la incertidumbre, la precariedad económica, la idea de un “futuro robado” (emergencia climática, pandemia), el resultado es una desubicación colectiva que genera estrés, angustia o comportamientos antisociales.
La desubicación, en general, se incrementa por el choque que hay entre los mensajes que se le enseñan en las clases de educación en valores o en el seno familiar y los modelos sociales que ven y escuchan a través de los medios, series, canciones y redes sociales. Un asunto grave que confunde a la infancia en aspectos centrales para su desarrollo personal.
Alto consumo de psicofármacos
En España, conjuntamente con los adolescentes con problemas de depresión, los adultos presentan una salud mental comprometida. Un 45% de los empleados públicos consumen prácticamente a diario fármacos psicoactivos (ansiolíticos, antidepresivos y somníferos, entre otros), según un estudio de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), el sindicato más representativo en las administraciones públicas, y con presencia en el sector privado.
Para el estudio fueron entrevistadas más de 2.000 personas que trabajan en diferentes ámbitos de las administraciones públicas. Pone de manifiesto cómo los efectos de la pandemia y la crisis económica han afectado la salud mental y su especial incidencia en los colectivos profesionales con más exposición al virus.
La encuesta recoge que los psicofármacos más consumidos son ansiolíticos (66% de los encuestados reconoce su uso). Antidepresivos (43,6%) y somníferos (32,1%). Un 51% de los encuestados aseguró consumir estos fármacos a diario, un 13% varias veces a la semana, un 21% alguna vez al mes y un 15% en el último año. El consumo diario de estos fármacos es casi generalizado en todos los ámbitos de la administración. Aunque con especial incidencia en el ámbito de la sanidad y educación.
El 76% manifestó que el trabajo le influye en el consumo de las sustancias psicotrópicas. Un 54,2% lo relaciona con un exceso de carga de trabajo, un 44,6% por el escaso reconocimiento profesional y un 37,7%por el mal clima laboral (conflictos, situaciones de acoso, etc.). Además, un 21,22% lo relaciona con la inseguridad laboral (temporalidad, interinidad). Un 20,6% con los problemas con los usuarios a los que presta servicio y un 12,6% con los problemas económicos.