Entre la polémica y el escándalo, entre errores y aciertos. Así se han movido los nuevos alcaldes durante los primeros meses de su gobierno. Este domingo se cumplen 100 días de la investidura de los alcaldes salientes del 24M.
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Quién recuerda aquello de los pactos de caballeros y los 100 días de cortesía? El nuevo mapa multicolor español ha rebasado de tal manera a nuestros políticos -a unos por novatos y a otros por veteranos- que el seguimiento se ha traducido en un escrutinio diario. Y no es un decir. Fue al día siguiente de la toma de posesión de Manuela Carmena en Madrid cuando los desafortunados tuits del concejal Zapata ocuparon todas las portadas; el mismo día que Ada Colau conseguía parar su primer desahucio como alcadesa o que Kichi, el nuevo edil de Cádiz, se desmarcaba con aquella frase: “Es más grande que mi casa (el despacho)”. Pero no sólo ellos han estado en el foco de la noticia, ‘los de siempre’ también han ocupado su espacio en los medios: la Púnica, los ERE, polémicas nacionalistas, religiosas…
En el balance de estos más de tres meses destacan iniciativas positivas como los numerosos pasos dados para poner coto a los desahucios, los recortes en gastos de los políticos en los consistorios, ayudas a las familias en situaciones extremas, ejercicios de transparencia y cercanía de muchos de los nuevos regidores… Estas actuaciones contrastan con otras menos deseables: subidas de sueldo de los alcaldes; nuevas imputaciones, detenciones, los tránsfugas que no acaban de desaparecer y los cambios de gobernantes -más de una decena ya han abandonado el puesto para el que le eligieron los ciudadanos en las urnas-.
Mención especial para las innumerables polémicas: desde la ‘ikurriña’ vasca ondeando durante el chupinazo en Pamplona, pasando por la web Versión Original madrileña y la moratoria de licencias turistas en Barcelona, hasta llegar a la retirada de símbolos monárquicos y religiosos en numerosos puntos de la geografía española o la suspensión de la feria taurina en A Coruña.
No se pueden obviar tampoco las escandalosas declaraciones a las que hemos asistido: “Puta barata podemita”, “las mujeres cuanto más desnudas más elegantes”… Ninguna ha tenido consecuencias políticas.