La firma en 2015 del Acuerdo de París en la Cumbre del Clima de la ONU fue uno de los grandes hitos en la lucha contra el cambio climático. Su objetivo es reducir drásticamente las emisiones de CO2 y limitar el aumento de temperatura antes de finales de siglo. Específicamente a menos de 2 °C respecto a la que había antes de la era industrial. Todo parecía apuntar a que finalmente para estas fechas se vería algún cambio, pero al contrario, se sigue acelerando. La temperatura sube y son más frecuentes los efectos de la inestabilidad climática.
Un estudio basado en modelos estadísticos concluyó en 2017 que con la actual tendencia, solo había un 5% de posibilidades de que el calentamiento de la Tierra quedara por debajo de los 2 °C para 2100. Es decir, los objetivos marcados en París son insuficientes para conseguir que la temperatura no suba más de los 2 °C.
Para la comunidad científica lo ideal es que el calentamiento se limitara a 1,5 °C. Con esto se conseguiría limitar sus consecuencias, que serían catastróficas para la población si se supera el umbral de los 2 °C debido al calor excesivo, las sequías, el clima extremo y el aumento del nivel de mar.
La ONU ha presionado a los países que firmaron el Acuerdo de París para que amplíen sus objetivos de recorte, que su ambición sea mayor y más riguroso su cumplimiento.
Estamos lejos de lograr el objetivo
Los autores del estudio de 2017 realizaron otra investigación para determinar exactamente cuánto hay que recortar las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el calentamiento del planeta a menos de 2 °C. En el cálculo tomaron en cuenta la población nacional, el producto interno bruto por persona y la denominada intensidad de carbono o intensidad de emisión.
La investigación concluye que estamos lejos de lograr el objetivo. Los recortes previstos en el Acuerdo de París tendrían que ser un 80% más ambiciosos. En concreto, la reducción de emisiones debería ser de media, de un 1,8% anual en lugar del 1% anual, casi el doble..
Los científicos coinciden en que con los actuales objetivos marcados en el Acuerdo de París solo hay un 5% de posibilidades de que el calentamiento quede por debajo de los 2 °C. Por tanto recomiendan que los países revisen sus compromisos anualmente en lugar de períodos de cinco, diez o más años como se hace en muchos de los planes climáticos.
Lo que se requiere no es sencillo. Todos los habitantes del planeta debemos cambiar completamente los estilos de vida. Si un país ya ha implementado la mayoría de sus medidas de mitigación, el recorte extra que necesitaría hacer sería más pequeño. Así, por ejemplo, Estados Unidos que tenía previsto reducir sus emisiones un 1% cada año hasta 2026, tendrá que incrementar sus reducciones de CO2 en un 38%. China, en un 7%, y el Reino Unido, en un 17%. Otros países donde han subido las emisiones, como Corea del Sur o Brasil, tendrán que hacer un recorte mayor.
Cumplirlo salvaría millones de vidas
Un estudio del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), publicado en la revista The Lancet Planetary Health, asegura que el desarrollo de las políticas para cumplir los acuerdos climáticos de París podría salvar cada año hasta 10,1 millones de vidas en los países que más contaminan.
Para realizar la investigación, los autores se basaron en proyecciones con datos de nueve países (Brasil, China, Alemania, la India, Indonesia, Nigeria, Sudáfrica, el Reino Unido y Estados Unidos), que representan el 50% de la población mundial y el 70% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero.
En estos nueve países la adopción de medidas más ambiciosas para cumplir con el acuerdo podrían salvar 5,8 millones de vidas anuales gracias a mejoras en la alimentación; 1,2 millones por una menor contaminación, y 1,1 con el incremento de la actividad física.
Adoptar estas medidas tendría grandes beneficios en la salud
Cumplir con los acuerdos de París y adoptar estas medidas traería muchos beneficios en la salud de los seres humanos, como la reducción del transporte contaminante y el uso significativo de las bicicletas manuales.
Otro ejemplo sería restringirse a una dieta con más vegetales, para reducir el consumo de carnes rojas y procesadas. El sector cárnico es uno de los principales causantes de emisiones mundiales de carbono por la deforestación y el metano que produce el ganado. Al incluir muchos más vegetales y dejar atrás las carnes rojas es posible reducir la presión arterial y evitar la aparición de enfermedades cardiovasculares, entre otros beneficios.
«Nuestros resultados confirman que unas políticas de mitigación bien diseñadas pueden mejorar la calidad del aire y la salud, lo que normalmente está asociado con beneficios económicos sustanciales», apunta uno de los investigadores de la IASSA, Gregor Kiesewetter.
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