Por CARLOS PRIETO / Fotografía: LINO ESCURÍS
Cristina Almeida está sentada en un sofá, con una copa de vino en la mano, mirando en un plasma a Pablo Casado. “Los del PP están ahora como locos por venir a La Sexta; eso sí, mandan a los jovencitos”, dice señalando a Casado. Almeida –abogada, exdiputada (IU) y excandidata a la presidencia a la Comunidad de Madrid (PSOE)– está en la “sala vip” del plató de La Sexta Noche (LSN), donde será entrevistada en unos minutos, cuando termine la tertulia en la que intervienen Casado, Carolina Bescansa (Podemos), Irene Lozano (UPyD), Antonio Miguel Carmona (PSOE) y los periodistas Francisco Marhuenda (La Razón) y Eduardo Inda. Es (casi) la medianoche del sábado 10 de enero.
Unas horas después, el lunes 12 de enero, el PP nombrará a Pablo Casado portavoz del comité de campaña para las decisivas elecciones autonómicas y municipales de mayo. Casado, nacido en 1981, sólo es diputado desde esta legislatura y no ha tenido cargos relevantes hasta ahora. La clave para entender su nombramiento para un puesto estratégico está en el plasma: es el rostro más reconocible del PP en la tertulia política estrella de la televisión, La Sexta Noche.
Que Casado es telegénico y comunica razonablemente bien es evidente. Como lo es también que los programas políticos en televisión han pasado de la marginalidad al prime time, de la insignificancia a marcar la agenda política.
La Sexta Noche, por ejemplo, arrancó hace dos años sin lograr que el Partido Popular le hiciera caso alguno. “Ningún miembro del PP –ni, claro, del Gobierno– quiso venir los primeros nueve meses”, recuerda Iñaki López, presentador del programa, minutos antes de bajar a plató.
Ahora hay tortas por participar; entre otras cosas porque la televisión se ha revelado como un eficaz trampolín político. Es algo más que una casualidad que a tres de los principales políticos tertulianos de LSN les haya ido bien en los últimos meses: además de Casado, Antonio Miguel Carmona y Tania Sánchez (excandidata autonómica IU) se han hecho con el liderazgo electoral de sus partidos en Madrid. Por no hablar sobre cómo se construyó la imagen política de Pablo Iglesias: a golpe de tertulia televisiva.
“Aparecer en televisión no es bueno o malo en sí; es inevitable. La mediatización de la política es un fenómeno consustancial a la aparición de la televisión. El acceso a los medios es fundamental. Pero, una vez se accede, es crucial saber qué se dice y cómo se dice. El éxito de Pablo Iglesias no se basa sólo en salir en televisión, sino en que ha sabido introducir los mensajes adecuados para conectar con el público”, cuenta Guillermo López García, profesor de Periodismo en la Universidad de Valencia.
Quién es quién en las tertulias
Las audiencias han mostrado un creciente interés por este tipo de programas. La Sexta Noche es la reina al programarse en el prime time televisivo (arranca a las 21:30 del sábado y dura hasta la madrugada). Compite, por tanto, en la liga de las grandes audiencias. Su éxito ha obligado a la competencia a contraatacar aumentando la carga política de sus tertulias: Telecinco fichó a la antigua directora de LSN (Sandra Fernández) para montar otro magazine político, Un tiempo nuevo (UTN), que arrancó en octubre y se emite también los sábados por la noche.
La batalla la gana de momento LSN, con un 12,7% de share en lo que va de curso (hasta el pasado 17 de enero), 1,3 puntos más que UTN, con un 11,4% de share medio. El otro dato clave es que LSN está más de cinco puntos por encima de la cuota de pantalla de La Sexta (7,2% en 2014), mientras que UTN está por debajo (Telecinco obtuvo un 14,5% en 2014).
El otro gran duelo tiene lugar a diario después del mediodía: Las mañanas de Cuatro bate en las últimas semanas a Al rojo vivo (La Sexta). El pasado 16 de enero, por ejemplo, la tertulia de Cuatro tuvo un 12,7% de share y la de La Sexta un 11,3%. La feroz competencia no impide que ambos programas estén muy por encima de las medias de sus cadenas (Cuatro tuvo un 6,7% de share en 2014). Es más, ambos están en máximos históricos este curso. Si Al rojo vivo ha ido subiendo progresivamente desde que arrancó la temporada 2011/2012 con un 5,2 % de cuota, la audiencia de Las mañanas de Cuatro se ha desbordado en los últimos meses: el curso pasado tuvo un 6,9% de share y ahora se mueve en cifras superiores al 12%. Un muy buen negocio para ambas cadenas.
“Dadas las características del medio, su función primordial de entretener, un formato como la tertulia se ajusta mucho mejor, y tiene más éxito de audiencia, que un programa informativo convencional. Además, el de la tertulia es un formato muy barato, y por tanto es más sencillo rentabilizarlo. Añadiría que, en la extensión de este formato de programas-tertulia, tiene buena parte de culpa lo que se llamó el TDT Party, las cadenas de TDT ligadas con posiciones muy conservadoras que llevan años ofreciendo tertulias en prime time, precisamente por las razones que acabo de comentar”, explica López García.
“Aquí tocamos temas impensables para un programa televisivo de hace unos años; por ejemplo, las pizarras económicas”, analiza Juan Ramón González, director de La Sexta Noche. Y no le falta razón: si un directivo televisivo hubiera profetizado en 2010 que el nuevo pelotazo catódico iban a ser los catedráticos de Economía explicando la deuda externa, le habrían tomado por un demente. Pero así ha sido: la estrella de La Sexta Noche del pasado 10 de enero fue Santiago Niño Becerra, Catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, recibido con honores de estrella del rock. Las cosas de la crisis.
Hay bastantes datos estadísticos que confirman el crecimiento (paralelo) del interés por la política y por los programas políticos televisivos. Dos ejemplos.
En primer lugar, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pregunta: “¿Es mejor no meterse en política?”. “Sí, es mejor”, respondía el 53,5% de los españoles en 2008. Seis años después, en 2014, el porcentaje cae 9,8 puntos (43,7%). Por contra, durante ese mismo periodo, el porcentaje de los que apuestan por mojarse políticamente sube del 30,2% al 38,5%; es decir, la diferencia entre ambos grupos se ha estrechado drásticamente en seis años: de 23,2% a 5,2%.
El segundo aspecto es sobre la pregunta del CIS ante la frecuencia de seguimiento de la política en los medios: “¿Escucha o ve programas sobre política aparte de noticias?” En 2010, el 50% decía que “sí” y el otro 50% que “no”, pero para octubre de 2014 los porcentajes han variado significativamente: 65,5% (Sí) contra 34% (No).
Estos números quizás bastarían por sí solos para explicar por qué el PP ha pasado de ignorar olímpicamente a LSN a empotrar allí a su nuevo portavoz de campaña, pero es que además hay motivos políticos de mucho peso detrás del cambio de estrategia.
Iñaki López apunta a una confluencia de factores que podría resumirse así: no les quedaba otro remedio. Por un lado, “el descrédito absoluto de los políticos” les habría obligado a dar más la cara para recuperar la popularidad perdida”. Por el otro, había que hacer frente al “ascenso de fuerzas ajenas al bipartidismo” que “han sabido utilizar muy bien los medios de comunicación para dar a conocer su discurso”.
Dado que llevamos medio siglo de estudios sobre la irresistible fuerza política de la televisión, podría sonar a chiste exagerado decir que Pablo Iglesias ha reinventado la rueda (televisiva), pero es que quizás sea eso lo que ha ocurrido. “Parece como si hubiera tenido que venir Podemos para que los dos grandes partidos se dieran cuenta de la importancia de la televisión”, describe López encogiéndose de hombros.
Tertuliano Iglesias
Entre finales de septiembre y principios de noviembre del año pasado, Pablo Iglesias mutó en bola de demolición de récords televisivos. Programa al que asistía como invitado, programa que batía su récord. Viajando con Chester (Cuatro), LSN, Salvados (La Sexta), El Objetivo (La Sexta) y La Sexta Columna hicieron sus mejores marcas de siempre gracias a él.
Que su estrategia catódica había triunfado pudo comprobarse antes incluso de las elecciones europeas. El 17 de mayo de 2014, ocho días antes de los comicios, El País publicó su barómetro electoral, que incluía un dato demoledor: Pablo Iglesias era el tercer candidato más conocido por los votantes con un 59% de reconocimiento, el doble que el candidato de IU (Willy Meyer). Iglesias había logrado con unas cuantas apariciones televisivas el doble de visibilidad que Meyer en diez años de líder de IU en el Europarlamento…
La Tuerka arrancó en 2010 en Tele K, pequeña cadena local del barrio madrileño de Vallecas. Ahí fue donde Iglesias y sus colaboradores empezaron a foguearse. Buscaban salir del gueto del izquierdismo universitario. Iglesias se lo explicó al periodista Jacobo Rivero en Conversación con Pablo Iglesias (Turpial, 2014): “Empezamos a asumir que el terreno audiovisual era lo que configuraba los espacios de socialización política más importantes y que entre ellos destacaban las tertulias políticas como productores de argumentarios. Siempre digo que la gente no milita en los partidos políticos, la gente milita en los medios de comunicación. Una persona es de La Razón, de El País, de La COPE o de la Cadena SER”.
La Tuerka se fundó para contrarrestar las tertulias derechistas de Intereconomía. La paradoja es que fue precisamente Intereconomía la que popularizó a Iglesias al ficharle como tertuliano en abril de 2013. Convertido en un rostro reconocible, las grandes cadenas estatales (La Sexta, Cuatro) le ficharon después como contertulio.
El boom de las plazas
César González, director de informativos de La Sexta, está en ignición informativa. Da vueltas dentro del control de realización de La Sexta Noche –una habitación oscura iluminada por decenas de pantallas y con un pelotón de periodistas y técnicos manteniendo conversaciones cruzadas– mientras habla a voces por el móvil comentando los datos (que lee en una tableta) del último barómetro electoral de El País, publicado hace unos minutos en Internet. “No es que haya cambiado la televisión, es que han cambiado los españoles, sus intereses y sus preocupaciones. Lo importante del 15M no fue lo que sucedió en la plaza, sino lo que dijo la encuesta del CIS: que el 70% de la población estaba de acuerdo con lo que ocurría en la plaza. Ahí empezó a cambiar todo. Éramos una democracia joven a la que le había llegado la hora de la madurez política, de enfrentarse cara a cara con sus problemas, de ahí el salto de los políticos al prime time televisivo, como ya ocurría históricamente en países como Inglaterra, Francia o Italia”, afirma González, cuya cadena, La Sexta, está en máximos históricos de audiencia gracias al tirón de magazines políticos como Salvados, El Objetivo, LSN, Al rojo vivo o el satírico El Intermedio.
Guillermo López García cree que el boom de las tertulias “está estrechamente relacionado con el aumento de la intensidad con la que la gente sigue la política en España”. Y lo argumenta así: “El discurso de la indignación, la erosión de los partidos políticos tradicionales, la aparición de Podemos… Son manifestaciones de un mismo fenómeno: en una situación de crisis, el público tiene más interés por seguir los asuntos de actualidad, está más implicado políticamente. Eso es recogido en las televisiones mediante un aumento de los contenidos de carácter político, que inevitablemente arrinconan a otro tipo de contenidos (hasta cierto punto, claro), como la información deportiva, el corazón, los realities… Siguen estando ahí, pero la programación es en ese sentido implacable: va allá donde está la audiencia, y los beneficios”.
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Regeneración
Las audiencias, en efecto, han hablado. Y lo que han dicho es que quieren más catedráticos de Economía en prime time, por extravagante que suene eso. ¿Estamos ante un cambio cultural de calado? Javier Gómez, presentador de informativos en La Sexta y sustituto de LSN, cree que sí, al menos en lo concerniente al ecosistema televisivo. “La televisión ha sido un medio muy criticado, pero ha ganado un punto de credibilidad: ya no nos ponemos de espaldas a lo que ocurre en el país. ¿Cuántos directivos televisivos han dicho que la televisión era para divertirse y que a la gente solo le interesaba olvidarse de todo delante de la pantalla? Creo que la regeneración también ha llegado a la televisión. La televisión sirve ahora como foro de discusión político; es decir, como ejercicio diario del músculo democrático”.
La cabra, no obstante, tira al monte: a la televisión le cuesta no convertir en espectáculo todo lo que toca. Una buena trifulca en directo agita las audiencias, de ahí que los choques entre Esperanza Aguirre y Pablo Iglesias (el pasado verano en Las mañanas de Cuatro) y Eduardo Inda y Tania Sánchez (en los últimos meses en LSN) hayan levantado tanta polvareda. Que muchos de estos enfrentamientos vayan acompañados de amenazas de demandas recuerda poderosamente a las dinámicas de las denostadas tertulias del corazón.
“Todos sabemos que Paco Marhuenda y Eduardo Inda son dos puntales de La sexta noche. Son tertulianos que funcionan. Y traduzco ‘funcionan’ al diccionario televisivo: son tertulianos que despiertan emociones, a favor y en contra, positivas y negativas”, explica Javier Gómez
Quizás tampoco ayude a la credibilidad de la televisión el caso de la imputada Sonia Castedo (PP): tras dimitir en diciembre como alcaldesa de Alicante fichó como colaboradora de UTN. Al ser preguntada a las puertas de los juzgados si había cobrado 200.000 euros por ser entrevistada en el programa, Castedo contestó sin rubor: “Si me pagan 200.000, o 100.000 o incluso 50.000, voy a Madrid en peregrinación”.
¿Hay límites en las tertulias televisivas? “El límite está en el insulto y la falta de respeto”, asegura el director de LSN, programa que expulsó del plató al periodista Alfonso Rojo por llamar “gordita” a Ada Colau, candidata por la coalición Guanyem para la alcaldía de Barcelona.
Un dato curioso. Minutos antes de que arranque cada sábado LSN, se advierte al público del plató que no aplauda durante la tertulia para “dejar que el espectador saque en casa sus propias conclusiones”. Una muestra de sobriedad, sin duda, aunque LSN tampoco pretende ser La Clave: “Esto es el prime time y no podemos dormir a las ovejas. Tenemos que hacer un programa atractivo, ameno y con ritmo, pero de banalización nada: tocamos temas muy importantes que preocupan a la gente”, explica Juan Ramón González.
“Cometeríamos un grave error si nos creyéramos que la política española se dirime ahora en un plató”, razona César González.
Todo indica, no obstante, que una parte importante del tomate político se va a cocinar en los platós en los próximos meses. ¿Es la televisión el nuevo Congreso? No. ¿Quiere la audiencia que la televisión airee los trapos políticos? Parece que sí. “No pretendemos sustituir al Congreso ni mucho menos. Quizás un programa como La Sexta Noche no hubiera triunfado en los años de la bonanza y el ladrillazo. Pero ahora falta dinero en la caja: todo el mundo quiere saber quién lo tiene, si se va a devolver y si se va a hacer justicia. Y que tengamos el récord europeo de parados no mitiga precisamente la indignación y las ganas de saber qué está pasando”, zanja Iñaki López.