Por Cambio16
En política, las palabras, a fuerza de usarlas reiteradamente, acaban perdiendo su sentido original para pasar a significar otra cosa totalmente distinta. Esto ha ocurrido con términos como nacionalismo, independencia o la denominada cuestión catalana. Cuando las definiciones conducen a la confusión, es preciso recurrir a la capacidad creativa para convertir las ideas en pensamientos y conceptos. Cambio16 plantea a cuatro creadores catalanes el reto de plasmar a través de su arte qué significa Cataluña para ellos.
Josep Pla
Escritor y periodista ampurdanés (1897-1981). Su obra fue esencial en la modernización de la lengua catalana y en la divulgación de las tradiciones. (Textos seleccionados por la Fundación Josep Pla).
Enric Jardí
Es diseñador gráfico, profesor y cofundador del grupo tipográfico TypeØTones. Nació en Barcelona en 1964.
«Cataluña es un lugar de paso en el extremo occidental del Mediterráneo. Como pasa en la orilla opuesta, un lugar con una identidad compleja, diversa y fuerte».
Txema Salvans
Fotodocumentalista nacido en 1971 en Barcelona. Su trabajo se apoya en la descripción de la realidad con dosis de cinismo e ironía.
«Teniendo en cuenta que Cataluña es mi ámbito geográfico emocional y concretamente el catalán la lengua con la que digo “t’estimo”, esta es la única foto que se me ocurre, el nacimiento de mi primer hijo Jan».
Joan Planas
El cineasta recorrió los bares de España para conocer qué pensaban los ciudadanos de la cuestión territorial. Tras este proyecto dejó de ser independentista.
“Cataluña suelo escribirla como Catalunya, en catalán. No tengo nada en contra de usar la lengua de Cervantes, es la costumbre, como también es la costumbre de dos catalanes hablar entre ellos uno en catalán y otro en castellano. Costumbre de estudiar en Catalunya los dos idiomas y dejar que cada uno se exprese con el idioma con el que se siente más cómodo. Aunque también es costumbre que los madrileños al llegar a Catalunya crean que por hablarnos en castellano debemos deducir que no son catalanes. De momento, no hay costumbre de avisar que no son de aquí. Pero sí hay costumbre de que una madrileña viva en Catalunya, se enamore de un catalán, y diga que, por favor, antes de independizarse ayudemos a quitar a los políticos que hay en España, que hemos metido entre todos, y luego separaros si queréis. Pero antes creo que los catalanes tienen que saber qué quieren, como esos amigos universitarios catalanes donde unos son independentistas y otros no. Pero allí están, en el bar, conviviendo con sus diferencias que les gustaría poder votar para aclarar cómo de diferentes somos. Será la costumbre de la gente democrática. Me decía un profesor que en la clase tiene la costumbre de impartir el curso en castellano si los alumnos lo piden: “Es un tema económico no cultural -explicaba-, si tu fuente de ingresos son alumnos de fuera de Catalunya, es lo más lógico”. Catalanes y dinero… Costumbre la mía que los escuché en los bares y debería ser costumbre de todos escucharnos para entendernos, en los bares o fuera de ellos, en Catalunya o en Cataluña.”