Por Xiana Siccardi / Fotografías: Lurdes Basolí
l último barómetro del Centro de Estudios de Opinión –organismo dependiente de la Generalitat-, hecho público en julio, sostiene que un 50% de la población catalana votaría no a la independencia, mientras un 42,9% lo haría por el sí.
La catalana es hoy una sociedad ideológicamente dividida. Por una parte, hay municipios que defienden un Estado propio como Arenys de Munt, que celebra haber sido escenario de la primera consulta independentista que se vivió en Cataluña en 2009. La otra mitad ideológica, formada por la Cataluña que quiere seguir en España –como la obrera e inmigrante Santa Coloma de Gramanet-, vive su día a día casi ajena al procés.
A las puertas de unas elecciones autonómicas o plebiscitarias, según a quién se pregunte-, ambos municipios cohabitan en una situación general que se define, muchas veces, como un problema fuera del territorio catalán.
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Una guirnalda azul adorna la plaza de la Iglesia de Arenys de Munt, un municipio de unos 8.800 habitantes situado en la comarca del Maresme, antiguo lugar de veraneo burgués y situado a 45 kilómetros de Barcelona. En este lugar apacible y sombreado por los plátanos, el primer alcalde democrático -un republicano de ERC- mandó destruir el monumento a los caídos del municipio al mes de asumir cargo. Aquello fue en 1979. Dos meses después, hizo rotular de nuevo el nombre de calles franquistas para volverlas a catalanizar. En un bar de esa misma plaza, hace ahora nueve años, Josep Manel Ximenis, entonces concejal de ERC, escuchó lo que le dijo el ingeniero Pep Jordana: “¿Por qué no hacemos una consulta por la independencia?”.
Ximenis es exalcade de Arenys y uno de los impulsores de la consulta de 2009. Tras su paso por ERC, se fue a la CUP, una formación asamblearia de izquierdas, de principios anticapitalistas, independentista y “motor esencial” del acontecimiento, afirma, aunque hoy ya no forma parte de ella (fue expulsado por discrepancias y tras comentarios del tipo: “La mentalidad castellana lleva la aceptación natural en sus genes; es decir, ser un mandado”). La consulta se gestionó a través de varias entidades, siendo una de ellas crucial, el Moviment Arenyenc per la Autodeterminació, que Ximenis preside hoy.
Tras sortear no pocos obstáculos, el 13 de septiembre de 2009 se celebró “el primer referédum por la independencia del país”, recuerda Ximenis, sentado en la mesa de otro bar de la misma plaza.
El Ayuntamiento de Arenys de Munt está compuesto por cinco miembros de ERC –incluido su alcalde, Joan Rabasseda-, uno del PSC, tres de CiU, uno de la CUP, dos del grupo mixto –uno es Ximenis- y otro del PP. El alcalde Rabasseda, un republicano de 54 años y de férreas convicciones independentistas, pide unos minutos para pasar por la floristería antes que le cierren y comprar unas flores a su pareja porque es su aniversario. El amor se cuida con detalles diarios, también en la política.
El regidor pasa por delante del Centre Moral, una asociación cultural y social “sin ánimo de lucro” con una terraza agradable y punto de encuentro local. Allí, en el Centre Moral, es donde se colocaron las urnas de la consulta de 2009.
Santa Coloma
A unos 40 kilómetros de Arenys de Munt y colindante a Barcelona ciudad, sobre una ladera casi vertical, se levanta la dura Santa Coloma de Gramanet. Allí viven sus 119.180 habitantes, 13 veces más que en Arenys de Munt.
La orografía de ambos municipios no tiene nada que ver. Arenys de Munt discurre sinuosamente por el camino de una antigua riera cubierta de árboles. Santa Coloma, en cambio, fue levantada en los años 60 y 70 por los inmigrantes que, huyendo de la miseria, encontraron en Cataluña una casa y un trabajo que en otros lugares les era negado o inexistente.
Santa Coloma es un megamunicipio de ladrillos y asfalto que hoy trabaja por dulcificarse. No sólo acogió la inmigración de los años 60 y 70, sino también la más reciente, la extra comunitaria. Las estadísticas municipales de 2014 revelan que el 23,4% de los vecinos de Santa Coloma proceden del extranjero –marroquíes, chinos, ecuatorianos, paquistaníes y dominicanos-. Otro 27,1% llegó de las oleadas migratorias de mediados del siglo XX como andaluces, extremeños, murcianos, gallegos y aragoneses. La mitad restante se reparte entre los nacidos en Santa Coloma –un 23,1%- y quienes nacieron en el resto de Cataluña, que son un 26,4%. Es decir, nacidos en Santa Coloma sólo son 1 de cada 5, y la mitad de su población procede de fuera de Cataluña. En Arenys de Munt hay 484 inmigrantes extranjeros en todo el municipio.
En Santa Coloma no hay un sólo concejal de un partido nacionalista: 14 son socialistas (PSC) –incluida la alcaldesa-, seis de SOM Gramenet –sintonizado con Podemos-, tres de Ciudadanos, dos de los ecosocialistas de ICV-EUiA y dos del PP. Su alcaldesa, Núria Parlón, de 41 años, lleva un piercing en la nariz y pantalones bombacha que no alteran en absoluto su proximidad y seguridad. Tras ser elegida, algún medio alabó“su austeridad y alergia al boato”.
Deja entrever que el trabajo que le ocupa gran parte del tiempo es mantener la cohesión para que no aparezcan problemas relacionados con la inmigración: exclusión, guetos, salud pública, convivencia, horarios de cierre de los comercios, que “el inmigrante no me quite el trabajo” e incluso “erradicar rumores intencionados al respecto”, cuenta.
La vida en Arenys de Munt parece plácida, motivo por el que muchos de sus vecinos repiten lo mismo: “Nunca volvería a Barcelona”. Por ejemplo, la dependienta en una tienda de ropa de la calle principal, asegura que “ni en sueños” se plantea regresar al bullicio. En su tienda, Turia, una guapa mujer marroquí con velo azul, mira telas acompañada de sus tres hijos, el más pequeño un bebé. Llegó de Marruecos hace 17 años y adora Arenys de Munt “por su tranquilidad”.
Mientras, en la plaza de la Iglesia, donde está Ximenis, otra familia marroquí vigila el juego de los niños. El padre está seriamente preocupado porque hace seis años que no consigue trabajo: “Llevo años buscando y pidiendo, pero como no hablo catalán, no me dan nada”, presume en perfecto castellano.
El alcalde Rabasseda consigue una orquídea e invita a sentarse en la terraza del ya mítico Centre Moral. Tiene una sana obsesión hacia la transparencia presupuestaria. Sabe que la nueva política la requiere, y a nadie se le escapa tampoco que la economía -en general, y el diseño de las balanzas fiscales, en particular- es punto clave para el independentismo y su relación con el Estado español. Para denunciar expolio fiscal, las cuentas deben estar claras. ¿Argumentos económicos para la independencia?
“Catalunya supone el 16% de la población del Estado español, generamos el 20% del PIB (en realidad es un 18,8), pagamos el 24% de los impuestos y recibimos el 10% de las inversiones del Estado”, sintetiza el republicano. Muestra la página web del Consistorio, donde se detalla a qué se destina el presupuesto. “Hemos bajado la deuda en 15 puntos y pagamos a los proveedores en 20 días de promedio, y si fuéramos independientes aún iríamos mejor”, sostiene. Está contento porque acaba de ser nombrado secretario general de la Associació de Municipis per la Independència (AMI), una entidad proindependentista con más de 700 municipios catalanes adheridos, de los 947 existentes.
Santa Coloma de Gramanet tiene su Chinatown. Pasear por la calle Wagner, en el barrio de Fondo, es ver carteles de comercios escritos sólo en chino. Santa Coloma aprovecha su fuerte tejido asociativo como transmisor de información y de demandas de cada colectivo. La web del Ayuntamiento contabiliza un total de 487 entidades culturales, sociales y deportivas, como la asociación rociera andaluza Amigos de la Zarza, el grupo Latino de Mujeres, la asociación de Amigos y Amigas de Bangladesh, la asociación de Lucha contra las Enfermedades del Riñón, o la asociación Cultural Recreativa de Inmigrantes Marroquíes en Cataluña. “Es una sociedad muy participativa, que reacciona y que se moviliza, pero nos falta una segunda revolución, que es la de sentirnos orgullosos de lo que somos”, reclama su alcaldesa.
En muchos pueblos españoles resulta habitual contar con una hermandad rociera o con festividades locales que terminan con el himno nacional, pero en Cataluña, desde hace años, ya no lo es tanto. Por eso llama tanto la atención las agrupaciones rocieras de Santa Coloma, y que las casas regionales patrocinen festividades como el Día del Pilar.
En la calle San José se ubica la Casa de Aragón. La tarjeta promete “longaniza de Maella, vinos aragoneses, ambiente familiar”. Carlos Andreu, su presidente, desvela que los primeros aragoneses inscritos en Santa Coloma llegaron en 1913; que el festival de jotas junta “a unas 4.000 personas” y que la fiesta de San Jorge –no Sant Jordi-, una rareza local que mezcla diferentes tradiciones españolas y que se celebra con días de diferencia a la del santo caballero patrón de Cataluña, reúne “entre 2.000 y 3.000 personas cada año”. “Se dice que se adquiere cultura viajando, y a nosotros nos ha pasado al revés, la inmigración nos la ha traído diferentes culturas”, presulocume Andreu, que no comparte el viaje hacia la independencia: “Cuando todo el mundo se une para hacer cosas, ¿nosotros nos tenemos que separar?”.
Si el gran hit reciente de Arenys de Munt ha sido la primera consulta, Santa Coloma lo fue, en 2014, por comenzar a multar a entidades financieras por tener pisos vacíos, en muchos casos convertidos en objetivo de mafias de ocupación ilegal. En Santa Coloma, el presupuesto consolidado de 2014 presentaba unos ingresos de 104.024.644 euros y unos gastos de 102.834,418; esto es, un superávit de 1.190.226 euros. Los números bien hechos también aquí son importantes. La presunta trama de corrupción urbanística conocida como caso Pretoria, que llevó a detener al anterior alcalde socialista del municipio en 2009, también ha dejado huella.
En Arenys de Munt, Ximenis recuerda como si fuera ayer el día de la consulta: “Los días previos sufrimos amenazas por parte de la extrema derecha española, llamadas diciéndonos que nos iban a quemar el pueblo y los comercios”, rememora. La Falange convocó una manifestación el día de la consulta. Para cubrirla “se acreditaron más de 300 periodistas, nos dimos a conocer al mundo”, recuerda el director de Ràdio Arenys de Munt, Jordi Soler, la radio municipal que dirige desde 1992.
Recuerda “las miles de personas por la calle, las conexiones en directo, la presencia de políticos de renombre” y también las amenazas anónimas que “nos decían que nos quemarían el bosque”. La consulta se celebró el 13 de septiembre de 2009 con la pregunta: “¿Está de acuerdo en que Catalunya se convierta en un Estado de Derecho, independiente, democrático y social, integrado en la Unión Europea?”.
Ximenis rememora que fue una gran movilización que funcionó por el boca-oreja en una época sin redes sociales. Afirma que aquel día se perdió el miedo: “Yo pensé que podía ir a la cárcel por promover aquello y me preguntaba ‘¿y si nos atrapan?’, pero hay que asumir riesgos. De lo que tenemos que tener miedo es de permanecer en un Estado represor que está en quiebra”.
Aquella pérdida del miedo fue un factor importante y, aún hoy, quizá infravalorado. Probablemente, perder el miedo fue más importante que el resultado de la consulta. Sobre una población de 8.023 habitantes aquel año y con 6.517 electores potenciales (se dejó votar a los mayores de 16 años), se contabilizaron 2.671 votos válidos. Hubo un 41% de participación, 2.659 votos a favor de una Cataluña independiente –el 96%-, 61 en contra -2,2%-, 29 en blanco y 12 nulos. El promotor Ximenis reacciona tajante cuando se le pregunta sobre la alta abstención: “En una democracia se acepta el resultado de quien ha ido a votar, no de quien no ha ido, ¿verdad?”.
El orgullo local no residía tanto en el resultado –que también- sino en el haberlo hecho. Ahí reside “la miopía antiindependentista”. Al cabo de pocos meses ya se habían realizado 554 consultas en otros municipios catalanes y votaba casi un millón de personas.
El 27 de septiembre, Cataluña acogerá unas elecciones. Rabasseda apuesta que “si hay tres millones de catalanes a favor del sí, al día siguiente ya se puede declarar la independencia. No hace falta esperar. La política debe estar al lado de la ciudadanía”. Recuerda, no obstante, que “la independencia no es un fin, sino el instrumento para conseguir una mejor calidad de vida y justicia social”.
Ante una victoria del no también es claro: “Antes de independentista soy demócrata, que consiste en aceptar el resultado de las urnas”.
La pérdida del miedo también la vivió Jordi Mas, un chico de sonrisa radiante que vive con su familia en Arenys de Munt. Hoy dice ser músico-fuster (músico-carpintero), pero hasta hace unos pocos años tuvo un grupo, Skafam (Escamot Antifeixista d’Arenys de Munt / Grupo Antifascista de Arenys de Munt), del que era la voz. Recuerda que el día de la consulta “fue también el de perder el miedo. Fue cuando dejamos atrás aquello de eso no lo digas, aquello no lo hagas”. “Se estaba creando una ilusión y la consulta fue el detonante”, asegura. Una de las canciones insignia de Skafam se llama Estels i banderes (Estrellas y banderas), visitable en Youtube y cuyos versos dicen: “No miremos atrás en ningún momento, tenemos el espíritu fuerte y valiente y ganas de vivir con dignidad, siendo aquello que siempre hemos soñado; tenemos un mensaje en la cabeza, el único objetivo ¡la libertad!”.
Jordi Mas invita a los catalanes que no son partidarios de la independencia “a que abran los ojos, que hay más discursos” y les invita “a que contrapeleen para conseguir quedarse dentro del Estado español”.
Con respecto a los españoles, invita a “que vengan a Cataluña, que se informen, son bienvenidos”. Parecido opina el alcalde cuando propone que “los partidarios del no podrían hacer una lista de las ventajas de estar en España”, porque se pregunta seriamente:“¿Qué se gana estando en España? ¿Qué ventajas tiene?”. Y vuelve a adelantarse: “Cataluña sería un contribuyente limpio en la UE”.
Pero, ¿de dónde procede el deseo de independencia? Muchos lo tienen claro y Jordi lo menciona: “Todo viene del Estatut, aquel fue el punto de inflexión”. Se refiere al Estatut que se aprobó en el Parlamento catalán en 2005, el mismo que el por entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, dijo que aceptaría, pero luego lo modificó. El mismo Estatut que el PP llevó al Tribunal Constitucional, donde fue cercenado. La parte más espinosa era la que decía que Cataluña es una nación.
“El PP es una fábrica de independentistas”. Esto no lo sostiene alguien de Arenys de Munt –que sería lo previsible- sino Carlos Andreu, de la Casa de Aragón de Santa Coloma, quien también fue, hace años, concejal de Bienestar Social por el PSC. “Prohibir no se puede prohibir nada. Y si se prohíbe una cosa se tiene que que justificar, pero por cojones, no”. En todo caso, está convencido de que “Santa Coloma no votará la independencia”. Cree que “con una financiación diferente, se olvidaría”.
Cerca de la Casa de Aragón están los estudios de la popular Radio TeleTaxi, la emisora del radiostar Justo Molinero. Es un empresario cordobés hecho a sí mismo que llegó a Cataluña un 1 de noviembre de 1967, como muchos de sus paisanos. Se recorrió a pie todos los talleres que había entre Santa Coloma y Hospitalet de Llobregat –unos 13 kilómetros de distancia-, hasta que consiguió un trabajo, luego un taxi, más tarde una emisora para taxistas sobre objetos perdidos, después varias frecuencias y finalmente llegó la influencia gracias a su programa El Jaroteo, y de ahí a congregar a miles de personas en su festival de Can Zam, en Santa Coloma –ya Santako, así bautizada por los más jóvenes-, un absoluto acontecimiento social al que incluso se acercaban políticos para dejarse ver. Justo Molinero trajo a María del Monte, a Isabel Pantoja en el año 2000, a Camela, Ecos del Rocío, Estopa, El Canto del Loco, Chayanne, Rosario o Chiquetete.En 2002, unas 750.000 almas acudieron a ver a Bustamente. Hoy, este festival no existe.
Un catalán de Andalucía
“Las vías del metro las hicieron los gallegos, murcianos, andaluces y extremeños”, recuerda Molinero, que se siente “un catalán de Andalucía”. “Construyeron muchas cosas y hoy casi todos ellos tienen su propio piso. Cataluña no sería hoy igual sin la inmigración”, sostiene en su estudio, y orgulloso de no haber recibido “jamás” una subvención. “Llevo a Andalucía en el corazón, pero también me considero de aquí y haría por Cataluña lo que fuera necesario”. No obstante, lamenta que no pocas veces se ha sentido como un catalán de segunda. Por ejemplo, cuando inicia una conversación en catalán –un catalán andaluz- y sus interlocutores cambian instantáneamente al castellano. Dice que eso le molesta, como le molesta que algunos medios de comunicación catalanes “están comprados con el dinero público, en lugar de destinarse todo ese dinero a asuntos más importantes”. Da la impresión de que vale mucho por lo que calla, que no parece poco. Justo dice que Cataluña será “lo que quieran sus ciudadanos” y que es “el momento de los catalanes”.
“No sé si hay dos Cataluñas -reflexiona-, pero sí hay mucha gente que no quiere ver la realidad que hay detrás” del procés, la que entiende como “la realidad de la calle”, que ha sido su bandera y con la que sigue haciendo “una radio participativa con la ilusión del primer día”.
Así pues, los vecinos de Arenys de Munt y Santa Coloma coinciden en que la cultura se aprende viajando y que el PP fabrica independentistas. Hay más nexos, como el libro Revoltats (Sublevados), la conversación que Justo Molinero mantuvo con el líder de ERC, Oriol Junqueras, y que se publicó a principios de este año. No podia darse una mejor y más extraña pareja. Molinero recuerda a Junqueras como alquien que “gana mucho en las distancias cortas, un hombre muy listo y muy preparado” que además está considerado como “una de las personas más influyentes del mundo”.
Por su parte, la alcaldesa Parlón (Santa Coloma) huye de tensiones ideológicas y se centra en “la pobreza, la exclusión y el trabajo a favor de la vida digna”. Su discurso repite palabras como mediación, convivencia, diálogo y proximidad. “Somos un ayuntamiento y debemos ir a la realidad de los problemas”. Sobre el procés, tiene una hipótesis. En las ciudades, el carácter cosmopolita hace que el discurso independentista tenga menos impacto. “En Barcelona hay gente a favor del procés pero también hay muchos otros temas, y quizá por eso el monotema no cuaja tanto, al haber una mayor pluralidad de ideas”.
No obstante, no quiere ser malinterpretada: “No hemos negado nunca actos independentistas”, pero “nunca haremos guerra de banderas”. “Yo no soy independentista y no creo que esa sea la solución”, vaticina una partidaria de una reforma constitucional para llegar a una España plurinacional que respete las singularidades.
Jordi, el cantante del antiguo Skafam, ofrece una importante realidad, y es que muchas personas están desconectando literalmente de España, o ya lo han hecho. “Yo me siento catalán y no español. Por encima de la economía está la identidad propia, me da igual ser más pobre”, responde. “¿Más pobres que esto? –se pregunta, valorando la economía española-. Quizá podamos ser más pobres, pero espabilaremos. No es odio hacia España, es distancia, no miro hacia allá”, resume. Cuenta que un familiar suyo -que reside en Cataluña- siempre le dice que si triunfa la independencia, se marchará. Jordi le replica: “Bien, ya te iremos a visitar”. Es como aquello de que, cuando alguien dice adiós, es que ya se ha ido.