Por Diana Valcárcel, directora de comunicación de UNICEF
Fotos: Reuters
Si hay algo en común en todos los niños del mundo es su deseo de descubrir, aprender, experimentar y jugar. Estos verbos se condensan y se hacen realidad en un lugar físico, mágico, retador: la escuela. Pero así como hay puntos en común, llegar hasta la escuela puede ser un camino bien diferente según dónde se haya nacido.
Galería (pulsa sobre las imágenes para leer la información):
Unos van en ruta, otros tienen que caminar varios kilómetros, otros se juegan la vida en el intento si viven en contextos de conflicto armado. El peor camino es aquel que no se puede recorrer por la falta de oportunidad de estudiar. Es el caso de 57 millones de niños en el mundo en edad primaria que no tienen acceso a sentarse en un pupitre, escuchar a un profesor y llenarse los bolsillos de aprendizaje para su futuro. No ir a la escuela puede ser una condena para los pequeños. La educación es un derecho humano fundamental. No se adquiere. Se tiene.
En UNICEF tenemos claro que la educación es la base para cambiar el rumbo de la situación injusta en la que viven millones de niños. La única forma de cortar radicalmente la herencia de la pobreza de una generación a otra. Defendemos el derecho a la educación para todos en cualquier lugar del mundo, y trabajamos por ello en 190 países y territorios.
“Estoy intentando secar mis libros, pero no creo que pueda recuperarlos”. Rhonalyn, una niña filipina de 12 años, me dijo esto en diciembre de 2013 en la población de Tanauan, isla de Leyte. El tifón Haiyan se había llevado por delante su escuela dejando como detalle tan sólo un trozo de pared. Me impactó su desolación. Le pedí que me contara algo de lo que había aprendido en sus libros y me recitaba sus historias preferidas. Esta es la avidez de los niños por aprender en países en los que no es un camino de rosas y en el que no dan nada por hecho.
Regresé a los pocos días a visitarla. En el recinto de su escuela, después de retirar los escombros, habíamos instalado una gran carpa con pupitres, sillas, pizarras, libros y lápices de colores que servirían temporalmente para no interrumpir el curso. Así es nuestro trabajo en educación junto con otras organizaciones, gobiernos, sociedad civil, con el apoyo de donantes: nadie nos parará hasta que todos los niños estén en la escuela. La fuerza de un tifón no es más potente que nuestro empeño. Nuestro tesón se traduce en datos: en 1990, 104 millones de niños estaban fuera de la escuela primaria. Actualmente esa cifra se ha reducido a 57 millones. Conclusión: es posible.