Por José Juan Verón
Si llegara a cuajar, la gran coalición entre Podemos, Izquierda Unida y otras fuerzas de izquierdas podría ser la verdadera puntilla del bipartidismo de la que tanto se habla en el último año. Si esta suerte de frente contra PP y PSOE llegara a consolidarse, y de acuerdo con una proyección de votos realizada a partir de los resultados de las últimas elecciones autonómicas y municipales, alcanzaría los 77 diputados.
PP, con 107 escaños, y PSOE, con 102, seguirían por encima de los 100. Este resultado podría considerarse como una catástrofe para el Partido Popular (ahora tiene 186), aunque no tanto para el PSOE, que aguantaría (tiene 110 diputados en la actualidad). Pero la irrupción de una coalición de izquierdas con semejante empuje dejaría en la irrelevancia política a Ciudadanos, así como a otras formaciones políticas de menor implantación. El escenario se antojaría completamente nuevo, con tres únicas posibilidades de gobierno, aunque parece que únicamente pueden tomarse en serio las dos últimas: PP + gran coalición de izquierdas, PP + PSOE, PSOE + gran coalición de izquierdas.
Ahora habrá que ver qué deparan estos meses de gobiernos municipales y autonómicos en los que las nuevas fuerzas deben comenzar a retratarse con decisiones concretas; si algunos primeros gestos fuera de tono se quedan en eso o si son síntomas de no haber entendido la responsabilidad que se asume.
Es, por tanto, el tiempo para definir si las marcas están por delante de los objetivos, y para observar si las experiencias de convergencia de muchas e importantes ciudades se van asentando como fuerzas transformadoras o si se convierten en jaulas de grillos. Está por ver que fuerzas nacionalistas como Compromís, BNG o Chunta Aragonesista renuncien sin más a sus siglas y se integren en un proyecto de este tipo, pero también que las direcciones de Podemos e Izquierda Unida sean capaces de llegar a concretar un pacto global. Mientras, otros partidos como Equo ya han formado parte de coaliciones en distintas aventuras electorales.
Indispensables
La diferencia, de acuerdo con la proyección de voto con o sin coalición de izquierdas es clara. Sin ella, la suma de Podemos, IU, BNG y Compromís (los únicos que obtendrían representación) rondaría los 50 diputados, mientras que con esta fórmula podrían dar el salto hasta rozar los 80 escaños. En una palabra, de ser importantes (uno a uno) a convertirse en indispensables (en bloque); de influir en las políticas a definirlas.
Es decir, que el resultado de las próximas elecciones generales depende en buena medida de la soberbia. De la que ha venido demostrando el PP, que le ha arrastrado hasta aquí en su caída y que le puede arrastrar todavía más si no la abandona. La de Podemos, que en su ascenso a la gloria parece no necesitar a nada ni a nadie. La de los partidos nacionalistas, tan decisivos en sus territorios, pero tan poco en el conjunto del país. Y la del PSOE, que con el objetivo de apear al PP del poder territorial ha ligado su destino a candidaturas de Podemos o de convergencia sin saber si se convertirán en un peso muerto o en una rampa desde la que alcanzar altura.
Y, por cierto, ¿qué pasaría si se formara una gran coalición de partidos no de izquierda alternativa al PP? Poco o muy poco, UPyD ha quedado en la irrelevancia y los partidos de corte regionalista o nacionalista no independentista chocan frontalmente con Ciudadanos, lo que hace que sea aparentemente imposible cualquier acuerdo. Estos son los números. Ahora viene la política.