Por José Juan Verón
2/11/2015
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a campaña para las elecciones generales comenzará el 4 de diciembre. Pocas veces como en esta cita electoral los últimos detalles han parecido tan relevantes. Existen muchas dudas de cuál será el escenario final tras la votación, pero lo que parece seguro es que el próximo presidente saldrá fruto de una coalición inédita hasta la fecha en España, y esto añade incertidumbre. La apuesta más factible en este momento es la de una coalición entre el PSOE y Ciudadanos (C’s). Para el PP el pacto es hoy más difícil que nunca, porque el acuerdo con los de Rivera pasaría, en principio, por un abandono de Rajoy y algunos otros de los principales dirigentes populares. Y Podemos sigue a la baja. Pero las previsiones indican que ese pacto entre PSOE y C’s alcanzará, en un escenario optimista para ellos, alrededor de los 140 diputados. Se quedarían lejos, por tanto, de los 176 necesarios para la mayoría absoluta.
De acuerdo con las principales encuestas sobre intención de voto, el PP obtendría algo menos del 30% de los apoyos, mientras el PSOE rondaría el 25%. Ciudadanos adelantaría a Podemos y se aproximaría al 20%, al tiempo que la formación morada reduciría sus expectativas y no pasaría del 15%. IU (que se presentará en la coalición Ahora en Común) se movería en una horquilla de entre el 4% y el 5%. Si esto se traduce a escaños –con la dificultad que encierra asignarlos sin contar con datos por circunscripciones– el PP estaría entre 110 y 120 asientos; el PSOE entre 85 y 100; Ciudadanos entre 48 y 53 y Podemos entre 37 y 45. IU lograría 4 ó 5.
Que un partido se quede en la parte alta o en la baja de la horquilla depende de numerosas circunstancias. Algunas son difícilmente controlables, como la obtención de una suficiente concentración de votos en determinadas circunscripciones. Tanto Ciudadanos como Podemos se ven penalizados a este respecto, por tratarse de fenómenos con mayor fuerza en las áreas urbanas y periurbanas en las que el coste de un diputado en votos es notablemente mayor. Esta cuestión es relevante, puesto que casi la mitad de los escaños se asignan en provincias con seis representantes o menos. Un ejemplo de la importancia de esta combinación entre el reparto de asientos por provincias y la ley d’Hondt se encuentra en las elecciones de 1977 en las que la UCD apenas logró un 34% de apoyos, lo que se tradujo en 165 escaños y 11 menos que la mayoría absoluta. El PP de Aznar logró en cambio en 1993 el mismo porcentaje de votos (34%), pero sólo logró 141 diputados y se quedó en la oposición.
Otro factor que poco se puede controlar es la tendencia, una gran ola ante la que nada se puede hacer. El PP ha logrado frenar la inclinación descendente en la que se encontraba desde poco después de su llegada a la Moncloa, y que se acentuó en 2014 y a comienzos de 2015. Buena parte de la responsabilidad parece tener el hecho de que el discurso de la recuperación económica empiece a calar en ciertos sectores de la sociedad. El PSOE, por su parte, ha logrado mantenerse en este tiempo e incluso ha mejorado algo sus posiciones de forma reciente. Solventadas las dudas sobre el liderazgo y, sobre todo, el candidato, el partido ha puesto en marcha su maquinaria, que todavía conserva cierto músculo y ha ido recuperando algo de contacto con el tejido social.
Para quien es claramente favorable la ola es para Ciudadanos, que se encuentra en un momento de subida con un líder como Albert Rivera que está bien valorado y con un ascenso notable en intención de voto a cada nueva encuesta. A esto contribuye muy positivamente su imagen victoriosa en las elecciones catalanas. Por otro lado, se ha convertido en el aliado ideal tanto para el PP como para el PSOE.
LA SUMA DE PP Y PSOE, POR ENCIMA DEL 50%
Podemos ha entrado, en cambio, en una desaceleración que ya es una caída. El partido se entregó a los brazos de un líder, Pablo Iglesias, que le llevó casi a la gloria pero que, poco a poco, ha bajado en su valoración ciudadana. Ha ido perdiendo frescura y no está sabiendo adaptarse al cambio del entorno. Además, Podemos ha comenzado a sufrir el desgaste propio de la política en las instituciones, o hasta del poder. Ha llegado incluso el enfrentamiento progresivo con unos medios de comunicación que nunca habían tratado mejor a un partido político. Sus dirigentes se han visto en la obligación de reconocer públicamente una rebaja en sus pretensiones electorales, ya que cita tras cita parecen tener una barrera situada en torno al 15%. IU se encuentra en pleno naufragio después de haberlo fiado todo a un proceso de convergencia que no resultó y que también pasa factura a Podemos. En el caso de la federación el apoyo electoral se reduce porque los votantes sitúan las opciones de cambio en otras fuerzas. Esto les deja sólo con sus apoyos más fieles y tradicionales lo que, en el mejor de los casos, representa entorno al 5% de los votos, a pesar de que cuentan con Alberto Garzón, un candidato muy solvente.
Un factor que debe tenerse en cuenta es que, desde la irrupción de las nuevas formaciones políticas, las encuestas arrojan algunos datos constantes. Uno de ellos es que la suma de PP y PSOE siempre ha estado por encima del 50% en estimación de voto. El otro, que el resultado conjunto de Ciudadanos y Podemos ha rondado en todo momento el 30%. El 20% restante queda para la suma de IU con los partidos territoriales o nacionalistas de cada lugar, dado que UPyD apenas aparece en los sondeos con menos de un 1% de voto estimado.
Otros factores son aquellos que los partidos piensan que pueden controlar en las semanas previas a la campaña y durante la misma. Componentes que creen que les llevarán a situarse en la parte superior de la horquilla, como la elección de ciertos candidatos, las propuestas electorales o la tan mencionada movilización de los indecisos. La partida la ganará aquel que, en primer lugar, no meta la pata. Esto implica no destacar, justo lo contrario a lo que invita el momento. El premio se lo llevarán aquellos que sepan situar el debate en los temas que más les favorezcan. Es lo que en jerga técnica se llama frame, que con mayor propiedad se refiere al encuadre que se da a los debates. Los partidos tradicionales se mueven bien cuando el frame es el de izquierda-derecha. Podemos ha tenido sus mejores resultados cuando ha logrado imponer la dicotomía casta-gente normal. Y Ciudadanos está subiendo en buena medida porque ha logrado que el frame predominante en este momento sea el de nuevo-viejo. También hay otras opciones, así que habrá que ver cómo se comporta cada partido y cómo logra recolocarse en función de estos marcos de debate.
De todo ello, con las elecciones de por medio, saldrá la solución a todas estas cábalas. La incógnita mayor está en saber cuántos diputados suman PSOE y Ciudadanos (en detrimento del PP), qué fuerza tiene cada uno en esta presumible coalición y a qué otras fuerzas conseguirán atraer para iniciar la que se presupone que será la legislatura más compleja y corta del periodo democrático.