MIS TERRORES FAVORITOS
Por Javier Sanz
26/11/2015
La actualidad televisiva vista con el ojo vago de Leticia Sabater y comentada con la acidez propia de los estómagos de Falete y Kiko Rivera después de un atracón en la semana fantástica king-sizede McDonald’s.
En los años noventa no había patio de Chueca o comunidad de vecinos gay friendly que se preciara que no tuviera como banda sonora el Desátame de Mónica Naranjo. Como tampoco eras nadie si venías al centro de Madrid, desde la periferia o provincias, y no pasabas por el restaurante que abrió Jesús Vázquez y de cuya carta no quiero acordarme. Se comían ensaladas más sosas que Shaila Dúrcal a precio de solomillo pero, como el presentador se dejaba caer de vez en cuando a saludar por las mesas -en plan cupletista-, eso había que pagarlo.
La comunidad homosexual, siempre ávida de iconos que venerar y devorar, arrastraba irremediablemente la necesidad de juntar a los dos divos por excelencia. Pero ni Jesús cantaba, aunque lo intentó con tanto ahínco como decorar su heterosexualidad con romances imposibles nivel Marlene Mourreau, ni Mónica estaba dispuesta por aquella época a hacer en un plató otra cosa que no fuera cantar. Pero, ¡cómo han cambiado las cosas!
Las idas televisivas del uno y las venidas musicales de la otra les unían ocasionalmente pero muy de pasada. Ha tenido que ser en Telecinco y pasar muchos años para que cuajara el encuentro gracias a Pequeños Gigantes, el enésimo programa de niños haciendo monerías.
Era imposible que no fuera así, el gallego y la catalana estaban condenados a explosionar en lo que se han hecho expertos: los talent-show. Y lo han querido hacer, no de cualquier manera, sino como lo hacen los auténticos divarracos: a lo grande y sin límites, con una saturación má-xi-ma, que diría ese penúltimo juguete roto llamado Ylenia Padilla.
El número 1, A bailar!, Tu cara me suena… La Naranjo fichó por todo lo alto por Atresmedia, con diferentes resultados, pero omnipresente en la programación de la cadena. Se ha volcado tanto de starlette televisiva que sus últimos discos han sido más de lo mismo: recopilatorios en versión sinfónica, rock, electrónica… de sus pocas canciones de siempre. No creo que haya un cantante de la trayectoria de Mónica con una discografía tan escasa.
En enero arriesga mucho con Lubna, que esperan impacientes y expectantes sus seguidores más fieles y también sus mayores detractores. Los más críticos ya han calificado de sumamente estreñida y photoshopeada la portada del primer single Jamás. Dicen que la tele le impide mimar los detalles de su carrera musical como lo hiciera en otra época.
Fue Antonio Gala el que le espetó a Concha Velasco que no podía sorprenderse de su pinchazo teatral en La Truhana. “Estás a todas horas en televisión, más vista que el tebeo y encima gratis, así que no te extrañe que el público no vaya al teatro si tiene que pagar”, le escupió en un día de esos malos que tienen el escritor y su bastón.
Naranjo tuvo en sus comienzos un halo de misterio que ha perdido con tanta sobreexposición. No concedía entrevistas personales. Lo mismo se decía que estaba casada con su productor al que nunca se veía, que la imaginaban y deseaban perdidamente lesbiana. Ella medía y cuidaba hasta el milímetro sus apariciones y conciertos y nos impacientaba con sus grandes silencios que acrecentaban todavía más la leyenda a lo Mina o Greta Garbo.
En el terreno personal con Jesús pasaba algo parecido: los rumores de homosexualidad flotaban en el aire y cuanto más crecían mayor número de novias tapadera le endosaban. Pero tras su ausencia por una gran mentira como fue el caso Arny -que le destrozó injustamente-, Vázquez decidió ponerse el mundo por montera y ya no hubo verano que él no inaugurara socialmente. Atrás quedaron Ana Obregón con sus imposibles posados en bañador y Norma Duval con toda su familia vestida de blanco Ariel Sensaciones. Ahora no se da por abierta la temporada estival hasta que él luce abdominales y felicidad a bordo de un barco con su marido, igual de bronceado.
La voz, La voz kids, Levántate, Pequeños gigantes y Got talent, próximamente, han acabado por encasillar al gallego en un formato que empieza a salirnos por las orejas, con niños prodigio y gente demostrando un talento del que al día siguiente ni nos acordamos.
Y lo mismo pasa con Mónica. Su fichaje por Telecinco como jurado de Pequeños gigantes no está teniendo el brillo esperado (cada semana pierden audiencia y ya no llegan ni al 15% frente a Mar de plástico, 21%), y es que la gente está ya un poco cansada de la fórmula para la que Telecinco intenta salvar los muebles ante un Sálvame cada vez más desgastado. Para más inri se baraja el nombre de la cantante también para jurado de la enésima temporada de La voz en su versión adultos, infantil y hasta adolescente si se tercia. Además, ya tiene a la vista de algunos un programa piloto de entrevistas con otro Vázquez requemao de la escena televisiva: Jorge Javier.
A Mónica y Jesús les unen muchas cosas: la gente cantarina, su gran divismo, el universo y poderío gay y un exhibicionismo físico constante. Todo eso prometía un encuentro de fuegos artificiales que parece estar quedando reducido a simple pólvora mojada. Tanto petardo musical cansa de lo lindo a una audiencia que va desenganchándose cada vez más rápido.
Aunque conociendo sus inmensos egos pensarán, como el físico estadounidense Thomas Alva Edison, que “las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, sino por el número de veces que tienen éxito”. Así que ellos a disfrutar como si no hubiera un mañana de sus abultados contratos de super estrellas.
GALERÍA. Era imposible no adjuntar una selección gráfica de las dos estrellas de televisión que bien podría llamarse “Porque yo lo valgo”:
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